Cualquier palabra que intente describir el estado del espíritu de María bajo la Cruz de su Hijo, lo que experimentó antes, durante el vía crucis, en el momento de la captura de Cristo, es inútil.
Y tal vez por eso la descripción evangélica de la Madre es tan modesta. Sabemos una cosa. María estaba bajo la Cruz, estaba cerca de su Hijo y de sus labios no salió ni una sola palabra de queja, subrayó el sacerdote y catedrático Paweł Bortkiewicz.
María permaneció en la confianza, en profunda unión con la Pasión de su Hijo. Además, Ella es la Presencia Constante. Conocemos su diálogo desde la Anunciación, conocemos su actitud desde Caná de Galilea. A pesar de todo, es una mujer de pocas palabras. Ésta es la Madre que está presente en los momentos más importantes de la vida del Hijo, afirmó.
Según señaló, la actitud de la Madre de los Dolores es una gran lección de presencia.
Esta también es una gran lección de confianza. Una confianza absoluta, radical, que no se puede expresar con palabras, que nos toca con su poder. Esta encomienda vence de alguna manera esta muerte , añadió.
P. profe. Bortkiewicz subrayó que durante estos días debemos recordar las grandes instrucciones de María: presencia y fe.
Y si la fe es tan heroica, el amor también lo es. Amor que se expresa en el acto de aceptar a Juan bajo la Cruz, y con Juan, a todos nosotros, como hijos suyos. María – humanamente hablando – al perder a su Hijo en la Cruz, nos acepta a todos. Esto requiere un corazón enorme. María muestra esto. Y esta actitud de la Madre es una inspiración para nosotros. Y cada uno debería reflexionar sobre esta actitud de María en su propia conciencia , añadió.
Domingo 15 de septiembr5e de 2024.
pch.
