No nos arrodillamos ante el moralismo racial que ama a todos menos a los blancos.
No nos arrodillamos ante la Madre Tierra porque nuestra madre es María, no nos arrodillamos ante el mal menor ni ante los derechos civiles, el vocabulario arcoíris, el aborto o el cambio climático .
Solo nos arrodillamos ante Dios.
No, no nos arrodillamos ante los que se arrodillan ante el moralismo racial y se vuelven racistas porque aman todos los colores del mundo excepto el blanco. No nos arrodillamos frente a quienes, además de las rodillas, también han doblado su conciencia al poder fuerte del momento, que en cualquier caso siempre ha sido fuerte con los débiles y débil con los fuertes. No nos arrodillamos ante quienes, para no romperse, se han inclinado y atormentado su propia alma con el compromiso indiferente. No nos arrodillamos frente a los que quieren salvar el planeta y maldito hombre, los que no escuchan nada porque no se sienten hombre ni mujer, los que hunden barcos de migrantes con estereotipos mucho antes de que esos mismos barcos tomen el ancho.
No nos arrodillamos ante la Madre Tierra porque nuestra Madre es Maríay por qué la Tierra fue hecha para los hombres y no los hombres para la Tierra. No nos arrodillamos frente a los glaciares que se derriten porque el sentido común se ha derretido hace mucho tiempo. No nos arrodillamos ante la sostenibilidad porque lo políticamente correcto es realmente insostenible y ni siquiera antes de que la respetuosa respetabilidad se haga pasar por poco convencional porque estamos hechos para una vida auténtica, verdadera, genuina y no ideológicamente modificada. No nos arrodillamos ante la igualdad de género porque el mérito siempre crea disparidades entre los capaces y los incapaces, sean hombres o mujeres. No nos arrodillamos ante el mal menor, porque solo el bien mayor merece nuestra genuflexión, antes de comprometer lo que no es comprimible,
No nos arrodillamos ante los derechos civiles porque son hijos huérfanos de unos padres llamados deberes . No nos arrodillamos ante el igualitarismo y la inclusión porque nunca nos ha gustado ver la igualdad y la justicia tras las rejas de la ignorancia. No nos arrodillamos ante el pensamiento único, no porque sea único, sino porque está equivocado. No nos arrodillamos ante los jóvenes como jóvenes, las mujeres como mujeres, las personas de color como color porque solo el mérito y el sufrimiento son dignos de tanto respeto sin importar la edad, el sexo y el color de la piel.
No nos arrodillamos frente a las distintas Grete Thunberg y Chiare Ferragni con esposas, porque vivimos en el mundo real y no tenemos tiempo para sostener carteles con un mundo lleno de chimeneas dibujadas sobre ellas o para publicar en Facebook la foto de otro par de zapatos más. No nos arrodillamos ante los diversos Zan y Boldrini, no porque por caridad cristiana no los amemos, sino porque por caridad cristiana sabemos dónde está el verdadero bien. No nos arrodillamos ante los que gritan «Devuélvanos el futuro» porque no tendrán futuro ya que han borrado el pasado. No nos arrodillamos ante el calentamiento global y el cambio climático porque tenemos cosas más importantes en las que pensar, la primera de las cuales es la salvación de nuestra alma que se puede lograr aunque haga un poco más de calor de lo habitual.
No nos arrodillamosante aquellos hombres de Dios que hablan de altruismo y no de caridad, de bienestar y no de Paraíso, de hermandad y no de Dios Padre, de migrantes en el Mediterráneo y no de todos los peregrinos en esta Tierra, de pacifismo y no de guerra al pecado, de atención a la creación y no de atención al Creador. No nos arrodillamos ante los que gritan que hay que respetar siempre la opinión de los demás, que el 194 no se toca, que para juzgar hay que estar en determinadas situaciones, que el pluralismo es un valor, que el diálogo es la sal de la democracia porque los clichés estamos abarrotados y a nosotros, por una vez, nos gusta el distanciamiento social. No nos arrodillamos frente a la máscara-gel-distanciamiento social-adictos a la vacuna, frente al virus del miedo que empuja a no vivir antes que arriesgarse a vivir
No nos arrodillamos ante la gobernanza, las políticas, las finanzas verdes porque somos gente sencilla, queremos seguir siéndolo y al final no nos importa todo esto. No nos arrodillamos ante el catálogo de nuevas virtudes europeas que van desde el familismo arcoíris hasta el aborto entendido como un derecho fundamental para alcanzar el euroafricanismo logrado a través de la migración y a través de una era de hielo demográfica prolongada. No nos arrodillamos ante los políticos que reclaman responsabilidad por elecciones irresponsables, ante los jueces creativos que improvisan como estilistas de la justicia, ante los más altos cargos del Estado porque a menudo están cargados de espacios en blanco.
Solo nos arrodillamos ante Dios. Sabemos bien que nos odiarás por esto y nos harás la guerra, nos llevarás a los tribunales, nos difamarás en los medios y en las redes sociales, arrancarás a nuestros hijos de la familia habiéndolos ya arrancado de los vientres de muchas madres y habiéndolas ya secuestrado en tus escuelas de régimen., nos desconectarás cuando estemos en el hospital, nos cobrarás cada vez más impuestos porque, así dirás, la libertad de disentir cuesta caro, tú nos obligará a marchar con paso de ganso a todos sus orgullo gay y a memorizar nuevas palabras ridículas que solo se encuentran en su vocabulario del arco iris, nos humillará haciéndonos pasar por intolerantes, intolerantes, atrasados, fariseos, de corazón duro y astutos. ¿Y sabes qué? Ganaras. Sí, lo habrás ganado. Pero nunca nos arrodillaremos ante ti. Moriremos de pie.
Por TOMMASO SCANDROGLIO.
ROMA, Italia,
Domingo 4 de julio de 2021.
lanuovabq.