¿Qué hizo realmente el cardenal amigo de Francisco que ‘desapareció’ durante 48 horas? Segunda vez que se ‘esfuma’

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¿Qué ocurrió durante las 48 horas en que el cardenal José Luis Lacunza estuvo desaparecido? ¿Cuál fue la «trastada estúpida» que hizo con casi 80 años y por la que pidió perdón y disculpas tras la misa del domingo? ¿Por qué su coche fue llevado en una grúa a las dependencias policiales para ser investigado?

Las preguntas sin respuesta se agolpan en un caso que comenzó con tintes dramáticos cuando el obispado denunció su desaparición y está virando hacia argumento de vodevil conforme avanzan los acontecimientos. «¡Qué barbaridad, cuanto más viejo, más pendejo!», podría ser el título que el mismo protagonista nos regaló el domingo al pedir perdón por su actitud.

Ni siquiera las autoridades panameñas parecen dispuestas a esclarecer la situación. Este mismo lunes el procurador general del Ministerio Público (equivalente en España al Fiscal General), Javier Enrique Caraballo, explicaba, a preguntas de los periodistas que «el trato que siempre se le ha dado [al cardenal Lacunza] ha sido el de una víctima, o posible víctima, de una conducta delictiva», por lo que «a pesar de que sabemos que la ciudadanía está ávida en conocer nosotros debemos respetar la intimidad y los derechos de la víctima». «Nosotros tenemos que respetar los derechos de la víctima y vamos a hacerlo», insistía Caraballo a la repregunta de los periodistas, lo que suma una nueva incógnita al caso: si realmente es víctima, ¿cuál es el delito que han cometido contra él?

Lo cierto es que tanto el Ministerio Público como la Policía Nacional actuaron con gran diligencia desde que el jueves la diócesis de David (en la provincia panameña de Chiriquí) denunciaba la desaparición de su obispo, el cardenal de origen español, José Luis Lacunza Maestrojuán (Pamplona, 1944). La diócesis explicó que temía por su integridad pues, dos días antes, había dejado el obispado conduciendo su coche personal, vestido de paisano y sin llevarse maleta, cartera, ni teléfono móvil.

La policía inició un dispositivo, apoyado en el rastreo del coche a través de las cámaras de tráfico, que logró ubicar al cardenal en unas pocas horas en el distrito de Boquete, a 39 kilómetros de la ciudad de David. El cardenal se encontraba en el interior del coche, sentado en el asiento del conductor, desorientado, aunque en «buenas» condiciones de salud, según explicó el jefe de la Policía, uno de los primeros en llegar al lugar y que, según se puede observar en el vídeo facilitado por las autoridades.

Es de las pocas certezas que tenemos sobre el caso. Ni sabemos qué ocurrió en esas 48 horas de desaparición, ni el supuesto delito que sufrió, ni porqué las autoridades se llevaron el coche del cardenal a dependencias policiales para ser examinado, ni los motivos que llevaron a un ingreso hospitalario horas después de estar en casa, cuando ya parecía haber superado la «desorientación» inicial. Y para complicarlo más, las palabras del propio protagonista al pedir disculpas por esa «trastada estúpida que no hice cuando tenía 15 años y la he hecho ahora que voy a cumplir 80«.

Una edad significativa porque a partir de ese momento (cumple años el próximo 24 de febrero) dejará de ser elector en un hipotético cónclave. Lo era desde 2015, cuando el Papa Francisco le creó cardenal en su segundo consistorio. Pertenece Lacunza a ese grupo de cardenales que forman parte de la singularidad Bergoglio: pastores de perfil bajo, poco conocidos, provenientes de diócesis pequeñas o con escasos fieles, provenientes de la ‘periferia’ [como lo ha bautizado el propio Francisco] pero que son elegidos para tener la responsabilidad de elegir e, incluso, ser elegidos como Sucesor de Pedro.

En el caso de Lacunza, el principal motivo que le llevó al cardenalato era la amistad que mantenía desde años con Jorge Mario Bergoglio, fundamentada en la participación de ambos en la conferencia general de los obispos iberoamericanos en Aparecida (Brasil), en 2007. Bergoglio, ya cardenal arzobispo de Buenos Aires, fue quien llevó la batuta, desde el sector más progresista, para la redacción del documento finalLacunza, obispo de una pequeña diócesis panameña, participó en todas las sesiones, muy cerca de los postulados de Bergoglio.

De hecho, años después explicaba en una videoconferencia a losas Juventudes Agustino Recoletas (congregación a la que pertenece) que ‘Evangelii Gaudium’ [la exhortación del papa Francisco] es «una mala copia de Aparecida», y añadía que se puede hacer una lectura paralela entre el documento final de Aparecida y ‘Evangelii Gaudium’.

Así, cuando en el consistorio en que fue creado cardenal, en febrero de 2015, se fundió en un largo abrazo con el Papa Francisco, los medios de comunicación panameños explicaban que el gesto evidenciaba «una vieja amistad tejida desde hacía tiempo que comenzaba a dar sus frutos». Entre sonrisas y gestos de aprecio, las cámaras captaron como ambos se emplazaban para una reunión privada posterior.

Hasta ese momento, José Luis Lacunza había sido un discreto obispo de una diócesis panameña situada a más de cuatrocientos kilómetros de la capital, lo que no impidió que se acabara convirtiendo en el primer cardenal de la Iglesia panameña, gracias a ese criterio de Francisco de considerar aptos para elegir o ser elegido Papa a pastores a los que, sin embargo, no les encomienda el gobierno de diócesis grandes y complejas, donde curtirse en mayores responsabilidades.

Si como obispo no destacó, como cardenal también ha pasado desapercibido hasta su «desaparición» de la pasada semanaApenas dos hechos, cercanos al estilo de Francisco, destacan en estos casi nueve años. Pocos meses después de ser creado cardenal, en el Sínodo de la Familia, fue el portavoz de uno de los ‘círculos menores’ en lengua española, donde se defendió la admisión en la eucaristía a los divorciados vueltos a casar.

Polémico ritual indígena

Hace un par de años, también fue criticado por un sector de fieles más tradicional por participar en un polémico ritual que mezclaba oraciones católicas de la liturgia de las horas con cultos indígenas. Una ceremonia sincretista en la que los participantes formaban un círculo en torno al ‘Popol Vuh’ el libro sagrado de los mayas. «Los indígenas conectan con la espiritualidad de miles de años!», comenta uno de los participantes según el vídeo disponible en ele canal de Youtube de la Conferencia Episcopal Panameña.

«Hemos terminado la salmodia, que es lo que nos ha llegado en los últimos 500 años», explica el animador litúrgico al introducir los ritos indígenas después de la lectura de los Salmos. «Rezamos lo que nos han traído pero también sacamos lo nuestro», concluye en referencia a la unión de la fe llevada por los españoles y la propia de los pueblos indígenas.

«El cardenal Lacunza nos acompaña desde detrás de las plantas», afirma quien dirige el acto. Y lo cierto es que al religioso español se le ve al fondo, bajo un soportal, medio tapado por una palmera, sin incorporarse plenamente al círculo en el que reza la veintena de asistentes. De hecho, a mitad de la celebración desaparece y ya no se le vuelve a ver, ni tan siquiera cuando todos los participantes hacen un círculo de velas en homenaje al Sol, que para «los mayas es la máxima manifestación de Dios».

Ahora, a aquella desaparición de la ceremonia, suma la que durante 48 horas preocupó a las autoridades y fieles de su diócesis, ese tiempo en blanco, la «trastada estúpida» de la que ni él ni las autoridades han dado explicaciones.

Será cuestión de esperar, y seguro que no mucho tiempo. Como recogen los sinópticos en palabras de Jesús: «No hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz». Seguro que el cardenal Lacunza conoce el versículo.

Por JOSÉ RAMÓN NAVARRO-PAREJA

Madrid, España.

ABC.

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