El centro del Evangelio que hemos escuchado es el descanso sabático; Jesús lo plantea así: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado”. El pueblo de Dios experimentaba la esclavitud en Egipto, el dominio del Faraón; el peso del trabajo sobre sus hombros. El Dios de la libertad, le pone el día sábado como día de descanso, día donde se experimentaba la libertad del trabajo y día de agradecimiento a Dios, quien hizo al hombre libre.
Pero la libertad, parecía incomprensible para el ser humano, ya que empieza a poner norma para salvar el sábado y esas normas se vuelven cargas, conducen a esclavitudes. El sábado, instituido para el bien del hombre, había sido deformado tanto y tanto por los fariseos que, se había convertido en una carga insoportable, más que en una bendición y así la religión de los judíos se fue centrando en el cumplimiento fiel de la ley y Jesús le da un giro, pues para Él, el prójimo es el centro, toma el lugar de la ley; y las necesidades del otro determinan lo que debe hacerse en cada situación. A Dios le obedecemos cuando escuchamos su llamada en la voz de cada necesitado. Jesús con su manera de actuar le devuelve al sábado su sentido más genuino “el sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado”. Por eso, un sábado cura a los enfermos, libera a los endemoniados, concede el perdón a los pecadores y deja que sus discípulos recojan espigas para calmar su hambre. Jesús inaugura el tiempo nuevo en que el ser humano es llamado a vivir el amor en la libertad de los hijos de Dios.
El Evangelista Marcos nos presenta la escena en la sinagoga en día sábado. Estamos en un día y en un lugar, cuya orientación es hacia Dios. Pero la mirada de Jesús se detiene en un hombre que tiene una
parálisis en un brazo y su expresión es: “levántate y ponte allí en medio” le está diciendo ponte en medio de la sinagoga y del sábado, lo está poniendo en el lugar de Dios. Pareciera que es una provocación y los invita a tomar partido “¿qué está permitido hacer en sábado el bien o mal?” Se quedan callados, pero Jesús cura al enfermo rompiendo la ley del sábado. Les deja claro que la voluntad de Dios siempre busca la vida, por eso se debe tener como falsa la religión que se desentiende del sufrimiento del otro. Jesús desea que, el sentido religioso vuelva a su lugar. La persona está por encima del cumplimiento de ciertas normas opresoras. Aquellas leyes habían atrapado el sábado y esclavizado al hombre. Cuando una ley está por encima de las personas, es una ley vacía y carece de sentido.
Hermanos, la libertad nos cuesta, es más sencillo ser esclavos. Pareciera que el cumplir ciertas normas nos tranquiliza; nos atamos a nuevas cadenas y vamos por la vida alardeando de libertad, sin darnos cuenta de los grilletes que nos atenazan. Como que esas cadenas nos dan tranquilidad. Los invito para que analicemos nuestras vidas y nos demos cuenta de las esclavitudes que la sociedad posmoderna nos ofrece y que nos atan sin darnos cuenta. Existen nuevas cadenas, por ejemplo: la ambición a tener bienes materiales, la ambición por el poder, la cadena de las drogas, del alcohol, del celular, de la fama, del dinero, etc. Cadenas a las cuales nos hemos atado de manera voluntaria y que nos sentimos libres. Es momento de preguntarle a Dios en nuestra oración: “Señor, ¿de qué ataduras que tengo no me doy cuenta? ¿de qué cadenas quieres librarme hoy? ¿qué debo hacer para ser más libre?”.
Hermanos, estamos en un día importante para nuestro País; en este día, hemos tenido que acudir a las urnas para emitir nuestro voto libre y secreto. Hemos levantado la mano para decir quien queremos que nos gobierne; que ejerza su trabajo como un verdadero servicio; que sea capaz de ver la realidad, entenderla y que sepa involucrarnos a todos para la reconstrucción del tejido social; deseo que nuestro voto lo emitamos de manera libre y en conciencia. Hermanos políticos; sus campañas terminaron, en este día los ciudadanos elegiremos a quien deseamos que nos gobierne, es decir, que nos
sirva. Les quiero pedir respeto por el voto emitido. Aquellos que no hayan sido favorecidos con el voto, sepan aceptar la derrota. Pido responsabilidad a los ganadores; que gobiernen la Nación, sirviendo no sólo a aquellos que les dieron su voto, su confianza. Ya estando en el poder, se terminen los colores o ideologías, porque son gobernantes de todos y están al servicio de todos. Luchen por una mejor Nación; que sus hijos o nietos los recuerden por el bien realizado al País y no por los bienes materiales que les puedan dejar. Combatan la avaricia que pueda anidarse en sus corazones. Deseo que los libros de historia les recuerden por el bien que hicieron a la Nación, por sus hechos y no por sus palabras que sin obras, serían sólo demagogia.
Hermanos todos, el significado del sábado es descanso, el alma que se dispone a celebrar la Eucaristía, sale del kronos “tiempo”, y entra en el sábado “descanso”, y al final de la celebración el sacerdote invita al pueblo de Dios nuevamente sanado, liberado y alimentado por el tiempo de Dios a salir en paz “shalom”, a llevar la gracia de este tiempo sabático-dominical que es el encuentro con Cristo Resucitado.
No olvidemos el domingo no es un día de obligación, es un día de celebración; celebrar la vida de Dios y su amor, celebrar la vida con los hermanos y su amor, el sábado, es decir, nuestro domingo no nos debe esclavizar, el domingo no es el día de no hacer nada, de inactividad, es el día de una actividad nueva, recrear el espíritu, orar con los hermanos, ser sal para este mundo roto; hacer el bien como lo hizo Jesús.
Preguntémonos ¿cómo vivimos el domingo? ¿En el deporte? ¿en la excursión? ¿en la familia? ¿con los amigos? ¿en una diversión honesta? Todo está muy bien pero el domingo resulta completo si le añades lo que no puede faltar, la Eucaristía, la Santa Misa. Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!