Jesús dijo a Santa Gertrudis (1256-1302):
Ten por segura que a todo aquel que participe devotamente en la Santa Misa, enviaré, en los últimos momentos de su vida, tantos de mis santos ángeles para consolarlo y protegerlo, como haya. Habrán sido misas las que habrá escuchado bien”.
Algunos pueden sorprenderse y despreciar un poco esta promesa de Jesús, pero, además de la autoridad de la fuente (¡Santa Gertrudis!), hay una lógica en estas palabras. Los frutos de la Misa no están sólo en el valor mismo (infinito) de la Misa, sino en cómo el creyente individual participa en ella. Su fe, su devoción, su fervor son importantes.
Entonces, ¿por qué deberíamos sorprendernos de que por muchas misas que escuchemos bien recibamos tantos ángeles para consolarnos en el momento de la muerte?
Por CORRADO GNERRE.
JUEVES 16 DE MAYO DE 2024.
MIL.