El pasado domingo el Señor nos decía lo que implica su seguimiento sin mirar atrás. Hoy se nos aclara que seguir a Jesús es para aprender de Él y compartirlo a los demás. En el Evangelio Jesús designa a otros 72, para enviarlos por delante de dos en dos a todos los pueblos y lugares donde Él pensaba ir; dice otros 72 porque ya había enviado anteriormente a los 12 apóstoles en una misión semejante. El número 72 es simbólico, hace alusión al número de pueblos paganos, por tanto, indica que la misión es universal, que se ha de predicar a todos y en estos 72 todos los bautizados somos enviados.
La Iglesia es misionera por naturaleza. Veamos algunas indicaciones que nos deja Jesús:
1- “Los envió de dos en dos… Pónganse en camino…”. Esto significa que la fe tiene que ser vivida en comunión con los hermanos, que la fe, la Eucaristía y la salvación no es asunto privado sino que pertenece a toda la comunidad. Vemos pues misioneros en camino, no están instalados en algún lugar o templo realizando ritos, van compartiendo la experiencia que han tenido con Jesús, dicha experiencia ha de ser compartida con los más necesitados, van de camino a las periferias, como dirá el Papa Francisco: ‘Una Iglesia en salida’. Jesús desea una comunidad en movimiento y no estática.
2- “Yo los envío como corderos en medio de lobos”. Jesús conoce la realidad que se vive, por eso deja claro que, al seguirlo no se está pretendiendo triunfos terrenos, fama, poder, dinero, etc. El seguir a Jesús y proclamar su proyecto implica más bien dificultades, porque existen ‘lobos’ que sentirán afectados sus intereses, eso les puede acarrear persecuciones e incluso correr la suerte de su Maestro. La misión está bajo el signo de la debilidad, de la mansedumbre, de una entrega sin reservas y sin pretensiones; la única fuerza del apóstol es una palabra desarmada, que puede ser rechazada, burlada, resistida; también frente a la hostilidad, al rechazo y a la persecución, el apóstol recurre al testimonio valiente y sereno, pero no a la agresividad porque es portavoz de paz, mensajero de la paz, ‘que la paz reine en esta casa’, va diciendo. A un mundo desgarrado por las divisiones y el odio, el misionero lleva unas palabras de paz.
3- “No lleven”. Jesús en lugar de decir qué es lo que necesitan llevar, les prohíbe a sus discípulos llevar bolsa, alforja y sandalias, les prohíbe lo que necesita un caminante normal; desea fomentar el espíritu de pobreza y de absoluta confianza en Dios y en la comunidad. También, el no llevar nada, es un signo de libertad con respecto a los bienes temporales. Al discípulo no le debe atar nada a la tierra, debe vivir en total libertad, no lo ata ni los lazos familiares, ni las cosas materiales, el único equipaje necesario será el amor, la fuerza del espíritu, así siendo libre, podrá expulsar los demonios, es decir, romper las ataduras de quienes escuchen el anuncio y lo reciben en su corazón. Sólo alguien libre, puede liberar a quien vive esclavo. Pensemos ¿cuántas cosas, sentimientos y situaciones cargamos innecesariamente en nuestro camino?.
4- “No se detengan a saludar a nadie por el camino”. El saludo en oriente podría prolongarse por horas, el enviado no tiene tiempo que perder, la misión es primordial.
5- “Curen a los enfermos”. Los enfermos fueron una de las prioridades de Jesús y nos sigue invitando a curar las heridas de tantas personas, heridas que siguen sangrando, heridas que conducen al resentimiento, al odio, al deseo de venganza. Los misioneros hemos de curar esas heridas que se siguen multiplicando en nuestra gente.
Hermanos, las indicaciones que Jesús deja para sus primeros misioneros, son muy actuales en nuestros días para cada cristiano y para toda la Iglesia. Como Iglesia debemos reflexionar si estamos en camino o nos hemos instalado dentro de los templos para realizar ritos, ¿salimos en busca de los más necesitados o vivimos cómodos dentro de nuestras sacristías?. Analicemos la pastoral que se realiza desde nuestras parroquias, ¿es dentro de los muros de los templos o hemos sido capaces de salir a las periferias?
Por otro lado, proclamar el proyecto de Jesús nunca ha sido sencillo, ya que existen muchos “lobos rapaces”; recordemos como cuando predicamos a favor de la vida y rechazamos el aborto, la Iglesia empieza a ser atacada; cuando manifestamos la realidad como está y proclamamos el deseo de paz que tiene nuestra gente en las comunidades, esto puede causar malestar en los sistemas o en los grupos que quieren mostrar que todo está bien. Jesús nos ha preparado para encarar la extrema hostilidad y el rechazo de muchos.
Un aspecto que debemos cuidar es la austeridad, como cristianos y como Iglesia; Jesús quiere que confiemos en Dios de manera total, que analicemos si estamos apegados a la familia o a las cosas materiales. Seamos conscientes de que vamos de paso, por tanto, a las cosas materiales debemos darles el uso correspondiente y no aferrarnos a ellas. El testimonio que damos como cristianos es algo esencial en la misión. Cuidemos mucho nuestra oración, ya que la misión se apaga cuando se interrumpe la vinculación con la Fuente. Sin la oración, la misión se convierte en profesión.
Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!