¿Por qué, Santo Padre, por qué? ¿Cui prodest?

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* Esta reflexión surge de nosotros a cuenta del espectáculo, porque de esto se trata: de una inversión de Disney, realizado por Jordi Évole, como máximos beneficiarios económicos y mediáticos

¿Cui prodest? ¿“Quién se beneficia»? Esta locución del Derecho Romano es un principio fundamental que hace referencia a lo esclarecedor que puede resultar determinar al autor de un hecho. ¿Cui prodest Amen: responde Francisco?

La prudencia es en verdad el fundamento de todas las virtudes cardinales, porque sin ella todas las demás pueden resquebrajarse. Por algo es aquella práctica la que permite elegir el mejor camino para alcanzar un fin a partir de las disponibilidades reales de partida. Y toda persona, también el Papa, debe acogerla y practicarla, aunque él más que nadie pueda dejarse llevar confiadamente por el Espíritu de Dios, que a veces, solo a veces, puede parecer imprudente.

Francisco parece decidido a que nos acostumbremos a determinados ejercicios de riego, bajo la interpretación de que son formas de alcanzar lo que él llama periferias existenciales. Lo asumimos con atención y respeto, pero debemos decir que en ocasiones no entendemos bien lo que hace.

Es el caso del reportaje  exhibido con gran alarde de publicidad y producido por Disney (y aquí primer gesto de extrañeza: ¡¡¡Disney favorable a la promoción de la Iglesia!!!) dirigido por Jordi Évole, que por lo visto es otra persona que tiene vía directa con el Papa, con quien pactaron un documental de 80 minutos de duración y cinco horas de grabación. Un tiempo excepcional de dedicación para un Papa, y que se estrenó en plena Cuaresma el pasado 5 de abril con el título Amen: responde Francisco.

Vaya por delante que, como es nuestro deber y devoción, deseamos entender su acción pastoral y comunicativa, si bien, en ocasiones, que no son infrecuentes, no lo conseguimos. Santidad, usted sabe que, entre las muchas virtudes de su pontificado no figura una transmisión clara de la doctrina en determinados casos, y sí, más bien, la generación de desconciertos por lo que se dice, por cómo se dice y por los gestos que se producen. Es muy posible que sea culpa nuestra, una limitación nuestra. Pero, en todo caso debería tomarla en consideración porque afecta a centenares de millones de fieles.

Esta reflexión surge de nosotros a cuenta del espectáculo, porque de esto se trata: de una inversión de Disney y realizado por Jordi Évole, como máximos beneficiarios económicos y mediáticos.

Pero, este no es el problema, en todo caso es un interrogante, o asalta una duda fruto de la sorpresa. El problema es que el espectáculo gira en torno a usted, eso no lo entendemos, más cuando el formato explota la modalidad de los reality show: enfrentar a una persona sin conocer para nada los temas a tratar, nada menos que a un Papa, con una serie de jóvenes que están ahí porque han sido seleccionados por el departamento de producción porque su perfil da juego.

Porque esa es la base de este tipo de programas. Los arquetipos mediáticos que encarnan sobre temas polémicos de actualidad: el aborto,  la homosexualidad,  la pederastia en la Iglesia, el género, la inmigración, el Islam con un musulmán inmigrante, un ateo, una víctima del bulling y una madre soltera que trabaja el porno en internet por necesidades económicas. Y como contrapunto una chica católica -¡el Papa pidió que hubiera uno!- que responde a la imagen que Évole tiene de una chica practicante y que es presentada, tanto ella como su familia, con unos perfiles rituales y conservadores. Este hecho más el ataque a un presunto abusador absuelto, señala a dos nominalmente perjudicados por imagen: El Camino y el Opus Dei.

He aquí una contrapartida a los dos beneficiarios de Évole y la multinacional Disney. Un caso, este último, el del abuso, de muchos años atrás, que el equipo de Évole ha rastreado a la búsqueda del arquetipo más adecuado a su espectáculo. Un caso que Francisco, con imprudencia, afirmó que volvería a abrir, aceptando la falsa afirmación que continuaba enseñando.

Y este espectáculo se produce en el marco de una Europa en crisis de fe. Esa sí que es una gran periferia, económica, social, moral, política y bélica. El periodo más difícil desde la II Guerra Mundial. Y en este contexto se abordan las temáticas escogidas desde la visión de la progresía que encarna Évole. ¿Cui prodest? Realmente estos son los temas para ocupar cinco horas del Pueblo de Dios en Europa; ¿en África? ¿Dónde? ¿Son los temas que están dañando masivamente a la gente corriente? El contexto sí y las cinco horas de rodaje del Papa.

Al mismo tiempo, el  Sínodo alemán, fuente de grandes problemas no solo en el presente, sino para el futuro, y que el documental no ayudará a enfocar adecuadamente. En medio de grandes amenazas, como son una guerra en territorio europeo o la resaca de la COVID que ahora se ve que es grave y que sigue castigando silenciosamente a la población, generando mayores demandas que hacen entrar en crisis muchas sanidades públicas y que multiplican las bajas laborales, y todo ello de una forma silenciosa y maligna. ¡Cuánto sufrimiento masivo y oculto hay ahí, en esa periferia existencial!

Y la inflación, que tenía que durar unos meses, ahora se perfila en años y deteriora todavía más a las personas que viven con bajos ingresos. El aborto generalizado que Macron quiere convertir en derecho europeo, la persecución a Hungría por el concreto hecho de no permitir el adoctrinamiento homosexual en la escuela, llevada al Tribunal  Europeo de Justicia por 15 estados miembros, entre ellos Austria, Malta e Irlanda. Todo esto, ¿no debería ocupar a la Santa Sede y ¿en qué medida contribuye a ello el espectáculo de Évole?

Y señalamos el contexto, porque en un espectáculo de este alcance mediático no se puede prescindir de él. Entre otras cosas porque fija la atención en un lugar que no corresponde ni en la forma ni en el fondo a la prioridad católica. ¿O sí?

Quizás Francisco pensaba que podía llevar el aliento del Espíritu Santo a la concurrencia. Si es así, perdónenos Santidad, pero no lo hemos sabido ver.  De hecho, ni tan siquiera hemos percibido a Jesucristo. Más bien a un gobernante, no muy puesto al día en cosas de internet y que no conoce bien cuestiones sobre las que trata, como el caso de pederastia, y que a pesar de ello toma decisiones que no son justas y que pueden parecer poco misericordiosas. Es el riesgo del desconocimiento y de dejarse llevar por el escenario. Pero, precisamente eso es lo que no le puede suceder a un Papa. Y por eso, solo debe hablar y tratar en público bajo determinadas ocasiones. Más espontaneidad no es siempre lo más sincero, sino más bien lo menos conveniente en el contexto circunstancial del momento. Y precisamente es esto lo que hay que evitar. Que la circunstancia mande.

El diálogo del Papa se produjo en un marco decididamente marcado por el emotivismo social; los sentimientos de las víctimas. Porque no sé si ha reparado en ello pero, excepto la chica católica, todos los arquetipos reunidos por Jordi Évole eran víctimas. La católica de padres ricos no, claro.

Seguramente, Santidad, tenía muy buenas razones para realizar este programa y lamentamos no saber reconocerlas. Solo le pedimos que, en el futuro, en sus decisiones sobre cómo comunicarse con el mundo y en primer término con el rebaño del que Ud. es pastor, piense en nuestras limitaciones y haga todo lo posible para que, con la inspiración del Espíritu Santo, se manifieste de manera que consiga superarlas.

Santo Padre, por misericordia. No piense solo en Ud. y en lo que quiere proyectar. Piense en nosotros para que podamos entenderlo.

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