Incluso los poderosos deben arrodillarse ante la majestad de Dios.
En efecto, no hay majestad en la tierra que no deba fundarse en otra majestad, con M mayúscula, la majestad de Dios. Dios o es Dios o no es nada.
Si Dios es Dios, todo poder debe ser reconocido en Él. Ante Él todos están obligados a arrodillarse.
Se dice que todos los días el rey de Francia, San Luis IX (1214-1270) escuchaba misa de rodillas en el suelo. Un ayuda de cámara le ofreció una vez un reclinatorio, pero el Rey le dijo:
En la Misa Dios se sacrifica y por eso hasta los reyes deben arrodillarse en el suelo”.
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CORRADO GNERRE.
ITRESENTIERI.