¿Polémico o blasfemo?

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Gran controversia provocó esta semana la presentación del cartel promocional de Semana Santa de Sevilla 2024 ordenado expresamente por el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla al reconocido pintor Salustiano García.

Sobre un fondo rojo, una supuesta representación de Cristo resucitado, adornado únicamente, como signo de su divinidad, de una corona donde sobresalen un par de rayos dorados. Su aspecto, a juicio del autor, es la de un joven inspirado en su hijo cuyas únicas huellas de la pasión son un par de rasguños en manos y costado.

La cosa no queda ahí. El joven que simula a Cristo guarda una expresión considerada de homoerótica. Un cabello cuidado por costoso champú, cejas pasadas por cera y ojos delineados; una piel nívea e inmaculada, mientras la mano izquierda, casi manicurada, pretende señalar al intento de estigma del costado. Un cendal apenas puede sostenerse del cíngulo rodeando la esbelta cintura para cubrir las partes pudendas que amenazan ser expuestas si la cuerda cede. «Necesitaba un modelo y tenía la solución a mano: mi hijo Horacio es hermoso, como los ángeles», dijo Salustiano defendiendo ese ícono posmoderno.

Sin embargo, lo que pretendía ser un cartel de aprobación súbita, causó indignación y furia. Promoviendo la movilización de firmas, diversas organizaciones argumentan que el cartel de la Semana Santa sevillana ha dejado de representar los valores más importantes de fe en torno a la pasión y la resurrección de Cristo. Mientras las autoridades eclesiásticas han optado por la salomónica decisión de hacerse a un lado y no opinar más, este debate resurge con más incidencia cuando representaciones religiosas son hechas al más puro estilo de la blasfemia.

Así, imágenes de la Virgen María son bandera para reivindicar el feminismo abortista a ultranza, objetos religiosos son usados en la confección de profanaciones en nombre de la cultura, Cristo mismo es expuesto de forma humillante para degradarlo, según sea la fobia, que desea sublimarse pasando por el inocuo título de “obras de arte” que, en realidad, sólo abren paso a lo más oscuro y perverso del espíritu.

El cartel de la Semana Santa sevillana viene, por otro lado, en un momento poco afortunado para la Iglesia. En este momento, la controversia por la declaración Fiducia Supplicans ha desgarrado el velo de la unidad cuestionando al Papa y a su prefecto en el dicasterio para la Doctrina de la Fe. Exhibir esta representación es, en el fondo, una verdadera provocación reivindicando estas ideologías que han entronizado al pecado y justificado el escándalo contra la intolerancia y el duro tradicionalismo.

Para algunos, el cartel de Salustiano García podrá ser una maravilla digna de la glorificación del culto a lo bello. Para otros, pasará indiferente; sin embargo, para muchos, la ofensa radica en ese sofisma para borrar toda huella de la pasión que nos mereció la redención. El “Cristo” de Salustiano es justo lo que la cultura de hoy quiere. Mucho gozo, demasiado placer, desvanecer el sufrimiento; en suma, el neoarrianismo glorificante de la humanidad homosexual, descartando al Verbo encarnado y la esencia del misterio pascual; en suma, una vil manipulación de Cristo resucitado reduciéndolo a una absurda y desafortunada estética homosexualista.

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