Perdonar exige tiempo

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

Si el domingo pasado Jesús nos hablaba de la llegada del Reino de Dios con las bienaventuranzas que proclamó en la llanura, hoy desde el mismo lugar el Señor nos dice de manera concreta, el camino para ser verdaderamente dichosos y seguidores del Evangelio.

Cuatro acciones nos manda: “Amen”, “hagan el bien”, “bendigan” y “oren”. Nos encontramos con una página del Evangelio difícil de cumplir. Jesús destruye la ley del talión, ya que pide a los que quieran seguirlo, una actitud contraria. No podemos olvidar que el centro es el “amor”, ese amor de Dios que desborda toda situación humana, ese amor que se niega a la venganza, ese amor que debe conducirnos a vivir en paz, el amor que viene de Dios, el amor-caridad. Sé que son muchos cuatro imperativos, de los cuales podríamos sacar una homilía de cada uno, de ahí que sólo tomaré un imperativo: “Amen a sus enemigos”. Partamos diciendo que la ley del talión se impuso para poner un freno a ese deseo de venganza que existe en el interior del ser humano; dicha ley permitía la venganza de manera moderada, no se podía vengar al gusto, si te daban una pedrada, tenías derecho a dar una pedrada y no dos o tres. Pero viene Jesús y con la ley del amor destruye la antigua ley del talión e invita, no sólo a rehusar la venganza, no sólo a perdonar al enemigo, sino a amar al enemigo.

Se escuchan bonitas esas expresiones pronunciadas por Jesús: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman”. Creo que todos, sin excepción, tenemos enemigos o somos considerados en esta categoría por más de una persona, de allí la importancia que pongamos atención en: “Amen a sus enemigos”. No debemos engañarnos hermanos, perdonar no es fácil, perdonar es un proceso que da inicio con una experiencia religiosa: los cristianos perdonamos porque nos sentimos perdonados por Dios. Perdonar no es un acto de justicia, no se le puede exigir a nadie como un deber social. El perdón no depende de condiciones previas; el perdón no exige nada, no reclama nada, el perdón simplemente se da.

Para llegar al perdón es necesario entender y aceptar los sentimientos de ira, rebelión o agresividad que nacen en nuestro interior cuando nos sentimos ofendidos por alguien; es normal, estamos heridos. Las ofensas o las heridas que otros nos causan arrancan nuestra paz interior y surgen los sentimientos de venganza como algo muy natural. Como el perdón no es fácil, mencionaré algunos pasos para que, bajo la acción del Espíritu Santo, nos puedan ayudar:

  • Tomar la decisión de no vengarse. Este momento no es fácil, ya que la venganza es la respuesta instintiva que nace dentro de nosotros mismos cuando alguien nos Es ese sentimiento que nos conduce a compensar nuestro sufrimiento haciendo sufrir al que nos ha causado daño. Para perdonar, no gastemos energías

Imaginando que la venganza es dulce porque la venganza no es dulce, es amarga y nos causa más daño.

  • Tomar la decisión de no alimentar el resentimiento. No permitamos que el odio se instale en nuestros corazones. Tenemos derecho a que se nos haga justicia, pero es esencial irnos curando del daño que se nos ha
  • Perdonar exige tiempo. El perdón no consiste en un acto de la voluntad que lo arregla todo. El perdón es el final de un proceso que ha iniciado experimentando el amor y el perdón de Dios hacia
  • Perdonar implica compartir con alguien nuestros sentimientos. Perdonar no quiere decir que se olvida el daño que nos han causado, pero sí es dejar de seguirnos haciendo daño a nosotros Quien llega a perdonar, vuelve a recuperar la paz interior.

Hermanos, hoy tenemos esta tarea difícil de practicar, podemos exponerlo de manera sencilla, dar ciertos pasos sobre el perdón, pero iniciar un proceso de perdón no es nada fácil, surgen preguntas, por ejemplo: ¿Cómo perdonar a quien asesinó a mi esposo, al hermano, al hijo? ¿Cómo perdonar a quien nos ha robado, nos ha estafado, etc.? ¿Cómo perdonar a quien nos ha causado daño y campea con impunidad por el pueblo? No es nada fácil. Pero no olvidemos que si deseamos la paz interior el camino es el perdón y como cristianos seguimos los pasos de Alguien que nos ha dado ejemplo: Jesús. Recordemos las palabras que expresó en la cruz: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Perdonar no es algo sencillo, pero recordemos que Jesús nos invita a practicar la regla de oro: “Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; esto implica no juzgar, no condenar, perdonar y dar.

Hermanos, preguntémonos: ¿Tenemos enemigos?, seamos honestos! ¿Qué podemos hacer de acuerdo con este mensaje para amar a nuestros enemigos y abrirnos también a su amor?, seamos generosos! En una sociedad en la que se está haciendo ordinario el odio y la violencia, vivamos un amor reconciliador, convirtámonos en canales transparentes y eficaces del amor de Dios para generar reconciliación en vez de acrecentar enemistades.

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!

Comparte:
Obispo de la Diócesis de Apatzingan