Al final de la audiencia general, nuevo llamamiento del Papa por Palestina, Israel, la «martirizada Ucrania», Myanmar y Kivu del Norte: recemos «para que los mares y los desiertos se conviertan en espacios donde Dios pueda abrir caminos de libertad y fraternidad».
En la audiencia general del último miércoles de agosto, el pensamiento de Francisco se dirigió nuevamente a los países desgarrados por los conflictos y la violencia. El Pontífice, preocupado por las poblaciones que viven en el sufrimiento, en medio de graves dificultades y dolor, se detiene a enumerarlos:
Pensemos en los países en guerra, en tantos países en guerra. Pensemos en Palestina, en Israel, en la atormentada Ucrania, pensemos en Myanmar, en Kivu del Norte.
«Tantos países en guerra», repite el Papa, que luego invoca a Dios, para que haya menos hostilidad y enfrentamientos.
Que el Señor le conceda el don de la paz.
Francisco recuerda a Ucrania también en su saludo a los fieles polacos, que en los últimos años han mostrado «una gran ayuda samaritana y comprensión hacia los refugiados de guerra», y les exhorta a continuar con sus buenas obras.
Sigan siendo hospitalarios con quienes lo han perdido todo y acuden a ustedes, contando con su misericordia y su ayuda fraterna. Que la Sagrada Familia de Nazaret, que también buscó refugio en un país extranjero en un momento de peligro, los apoye en esto.
Que san Agustín inspire la fraternidad
Y en el día de la memoria litúrgica de san Agustín, en su saludo a los peregrinos de lengua francesa, el Papa le invocó también para que inspire la solidaridad entre los pueblos.
Pidamos a san Agustín, a quien celebramos hoy, que los mares y los desiertos se conviertan en espacios donde Dios pueda abrir caminos de libertad y de fraternidad.
Buscar la sabiduría y a Dios como el obispo de Hipona
Dirigiéndose a los alemanes, Francisco recordó a continuación el «largo camino interior de búsqueda» del Obispo de Hipona, que le llevó a darse cuenta de cuánto Dios «nos ama y que nuestros corazones inquietos sólo encuentran, en última instancia, descanso y paz en Él», deseando «esta experiencia de la paz de Dios, que supera toda inteligencia». Por último, antes de la bendición final, el Papa invitó a imitar a san Agustín, a tener «sed de verdadera sabiduría» y a buscar «sin cesar al Señor, fuente viva del amor eterno».
Tiziana Campisi.
Ciudad del Vaticano.