Paz mesiánica versus valores

Amos 7,12-15 | Salmo 84 | Efesios 1,3-14 | Marcos 6,7-13

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

El objetivo de la evangelización es llevar al corazón de las personas la Paz mesiánica. El paralelismo es procedente: el Imperio Romano para tener éxito en su expansión y consolidación tenía que implantar por donde llegaba la pax romana, que incluía el orden social, pero la acción tenía por objetivo implantar la lengua del Imperio así como su derecho y un estilo de vida lo más parecido posible a las costumbres dadas en la urbe romana, Roma. Los dirigentes del Imperio estaban convencidos con buen criterio de la superioridad cívica de la lengua y del derecho para la mejor organización de las instituciones y el orden social. Las legiones romanas, o el ejército como encargado de ejercer la violencia en caso necesario, fueron útiles para la creación de un orden social estable suficientemente en el tiempo y fraguar una civilización. La Paz que traen entre manos unos sencillos predicadores no se apoya en instituciones políticas y sociales tan complejas como las propias del Imperio Romano para implantar sus águilas allí donde llega. El evangelizador del siglo primero, o de las iniciales generaciones cristianas, anuncia al DIOS de los ejércitos -YAHVEH Sabaot-, pero su conocimiento no estará supeditado a coacción alguna. El DIOS del Universo -o de los ejércitos- se ha manifestado definitivamente en su HIJO, JESUCRISTO, y para su conocimiento no necesita de contar con fuerza militar alguna. En todo caso la lucha que se establece  está  en el planto espiritual, y aquí cualquier ejército o fuerza militar convencional es un signo de fracaso. Mal están las cosas cuando el orden moral y la corrupción tienen que ser resueltas por medio del ejercicio de la violencia concedida con exclusividad al ejército y a las fuerzas de orden público. Ni un solo reproche a estas instituciones que velan por la defensa de los más débiles; pero se puede establecer una proporcionalidad inversa: a mayor intervención de las fuerzas de orden público, menor es el índice de valores morales implantados en la convivencia. Las fuerzas externas tendrán que restablecer el orden social con más frecuencia, si el orden interior, personal o subjetivo del individuo está alterado o no existe prácticamente. Llegados a ciertos niveles de conflicto social se detecta la necesidad de un rearme ético o moral, que debe incluir más elementos, que eso tan difuso como resulta la llamada escala de valores. Sin análisis racional alguno, hoy día se propone que cada cual tenga sus apreciaciones y preferencias subjetivas, eliminando cualquier criterio de verdad objetiva. La plasticidad del alma humana hace del todo maleable la percepción de la realidad, categorizándola de modo caprichoso. Se puede valorar mucho más la dedicación, cariño y cuidado a una mascota -perro-, que a un hijo propio. Un grupo amplio valora con prioridad encontrarse placenteramente en el mayor grado y tiempo posible, dando a la droga un valor prioritario. La droga como bien sabemos no sólo, es de carácter químico para alterar directamente el funcionamiento bioquímico especialmente del sistema nervioso central, sino que pueden buscarse vertidos hormonales en sangre por encima de lo normal por medio del juego, el visionado de escenas violentas o eróticas de forma prolongada y de intensidad creciente. La droga sea cual sea su naturaleza llega a supeditar el resto de los centros de interés. El concepto de valor no garantiza un comportamiento ético y moral que lleve a buen término la convivencia. La familia que garantiza la renovación generacional y el medio idóneo en el que se debe criar un hijo, ya no está en las prioridades sociales. Cualquier tipo de unión, sin pretensión de incluso de continuidad alguna, puede recibir el título de familia. Se promueve la fugacidad de las cosas, y como un símbolo de la novedad permanente aparece en corto intervalo de tiempo un modelo nuevo de teléfono móvil, que añade el aprendizaje aparente de una nueva habilidad para comunicarse y distraerse. La realidad es que el nuevo avance tecnológico favorece el aumento del control por los gigantes informáticos, que obtienen con toda puntualidad información exacta de los miedos de los ciudadanos, gustos y preferencias. Los valores de los individuos particulares están siendo revisados al instante para influenciar en una u otra dirección con la misma instantaneidad. El universo de los valores es el mismo que el de los gustos, las apetencias o las autopercepciones subjetivas, sin otro criterio o baremo de medida que el me apetece. Disuelta la familia natural, con los instrumentos actuales, al individuo se le puede llevar de forma dirigida, pensando el propio sujeto que está tomando decisiones propias y responsables. Los llamados valores, en el mejor de sus acepciones, no resultan suficientes en este momento para rehacer al individuo y establecer unas bases sólidas en la sociedad.

Comunión o encuentro

Repasamos con frecuencia la síntesis que emana de Pentecostés y recoge Hechos de los Apóstoles: “los hermanos eran constantes en la enseñanza de los Apóstoles, la Fracción del Pan; la comunión y las oraciones” (Cf. Hch 2,42).La Comunión abarca el conjunto de relaciones personales establecidas entre los creyentes en CRISTO. Por supuesto que en la Comunión tiene un lugar significativo la distribución de bienes materiales entre los hermanos necesitados. Puede ser que la solidaridad material entre los cristianos haya sido uno de los aspectos que permanecieran presentes a lo largo de los siglos incluido el momento actual. Nos puede costar rascarnos el bolsillo, dicho coloquialmente, pero ningún cristiano por endebles que sea en la Fe, permanece impávido ante la necesidad ajena. Desde los primeros momentos del cristianismo llamó la atención el grado de entrega personal de los cristianos ante las grandes epidemias que diezmaban la población. En estos casos el grado de la comunión fraterna excedía las lindes de la propia comunidad cristiana. La Comunión de los Santos está en la base de todos los encuentros personales propuestos para la vida cristiana. Lo rezamos en el Credo: “creo en la Comunión de los Santos”. Nuestra religión es comunitaria en el ejercicio de la comunión con los hermanos que caminan junto a nosotros, los que temporalmente están en la fase purgante antes de entrar en la Bienaventuranza Eterna, y la unión que tenemos en este mundo con todos los que han alcanzado la contemplación beatífica, y están para siempre en la plena visión de DIOS. Lo primero que hace JESÚS antes de disponerse a la misión es buscar el grupo básico de personas. Con la autoridad moral y espiritual que sólo ÉL tenía, elige a los Doce para “estar con ÉL, enseñarlos y enviarlos con poder de predicar y expulsar demonios” (Cf. Mc 3, 14-15). Para que se establezca un encuentro tiene que haber como mínimo dos personas. Los encuentros en CRISTO permiten abarcar las relaciones de encuentro del conjunto de la asamblea reunida. JESÚS nunca se reunió con colectivos uniformados obligados a difuminar cualquier singularidad. Los propios discípulos son creadores de núcleos de encuentro, pues la Iglesia no es un concepto general, sino la convocación de hijos de DIOS con nombre y apellidos. La comunión es previa y al mismo tiempo se alimenta de “la enseñanza de los Apóstoles, la Fracción del Pan y las oraciones”. La lectura y meditación de la Palabra con carácter particular es buena o necesaria para la Fe de cada uno, pero también alcanza al creyente la escucha comunitaria y participativa en la “enseñanza de la Palabra”, donde la acción del ESPÍRITU SANTO se manifiesta en diversidad de dones. El espíritu fraterno de comunión tiene que presidir la Fracción del Pan, o la Santa Misa. La comunión del Pueblo de DIOS es la asamblea reunida en torno al mismo CRISTO que se hace presente como PAN bajado del Cielo (Cf. Jn 6,51-56). Quedan escuálidos los resultados o beneficios espirituales de las misas celebradas sin una verdadera comunión fraterna entre los reunidos. JESÚS no propuso en momento alguno una filantropía amistosa para satisfacer la sociabilidad de los suyos, pero en absoluto nos dejó una espiritualidad desencarnada. La persona y sus circunstancias ocupa un plano preeminente en el comportamiento evangélico normativo: “amarás a DIOS sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo” (Cf. Lc 10,27). Con “las oraciones” propuestas por el sintético programa de Hechos de los Apóstoles, sucede otro tanto: DIOS atiende inexcusablemente la oración cuando escucha el “clamor del Pueblo” (Cf. Ex 3,7). DIOS atiende la oración del hijo arrepentido y reconciliado con su hermano (Cf. Mt 5,23-25). El Cristianismo no echa raíces en las sinagogas, pues de ella fue expulsada, sino en las casas donde se debe vivir el grado de comunión más alta y perfecta entre esposos, padres e hijos y hermanos entre sí. Los Hechos de los Apóstoles refieren como se partía el pan por las casas y se hacía con alegría (Cf. Hch 2,46-47). La Fe, o encuentro con CRISTO, se quería celebrar como un acontecimiento importante con los más próximos: familiares y amigos. Este fue el caso de Cornelio, que recibió a san Pedro reuniéndose con su familia cercana y los amigos íntimos (Cf. Hch 10,24). Las parroquias actuales plantean nuevos retos al convocar a todos los bautizados en general con los que en un principio no tenemos más vínculo en común que el Bautismo recibido. Eso tendría que bastarnos, pero el camino de mutua integración dentro de un grupo parroquial requiere esfuerzo por parte de todos. Al final habrá vida parroquial, si la fraternidad cristiana en dicha parroquia es auténtica. La coherencia de la fraternidad cristiana no excluye el pecado, el fallo o la incomprensión, que deben ser transformados en motivos de verdadera superación. Mucho antes que la corrección fraterna debe estar presente la ayuda discreta, si algo debiera ser corregido en la conducta de un hermano. El perfeccionamiento del grupo comunitario camina primero por la carga del defecto ajeno y no se impone un estricto perfeccionismo que esteriliza la Caridad. Una comunidad de cristianos es en sí misma una entidad profética.

Amós de Tecua

El profeta Amós vive en Tecua, una ciudad a dieciocho kilómetros al sur de Jerusalén. Es un escriba que registra por escrito su profecía, aunque se presenta como pastor y cultivador de sicomoros. Parece ser que los rebaños no son propios y en realidad es un encargado de los rebaños del rey Uzías de Judá. Amós recibe la llamada o vocación para la misión hacia el año setecientos sesenta (a.C.), y es enviado al Reino del Norte bajo el reinado de Jeroboán II. Es un tiempo de crecimiento económico para las clases altas, pero el profeta denuncia que esa riqueza de algunos sea a costa del fraude y la injusticia. El resultado de aquel estado de cosas es el hambre, la enfermedad y la miseria de una parte de la población. YAHVEH no abandona a las tribus del Reino del Norte y por esa razón es enviado el profeta Amós perteneciente al Reino de Judá, o del Sur. Amós es rechazado por su procedencia y el contenido de su mensaje, aunque le respetan la vida. La profecía de Amós mantiene su actualidad en cualquier época y la nuestra también. El enfriamiento religioso por la desviación del culto y la corrupción reinante, hacen decir al profeta: “He aquí que vienen días -oráculo de YAHVEH- en que YO enviaré hambre a la tierra, no de pan, sino de oír la Palabra de DIOS” (Cf. Am 8,11). Este invierno espiritual se está viviendo en bastantes lugares de la Europa que se construyó a partir de bases cristianas, y principalmente católicas. El engaño del multiculturalismo está contribuyendo al desmantelamiento de la propia civilización. Israel pasa por distintas fases en cortos periodos de tiempo y dan lugar a diferentes modos de la intervención de DIOS, que deja su constancia en la Revelación. De momento el SEÑOR tiene misericordia y envía al profeta Amós que denuncia el hedonismo insultante en el que se mueve una élite con desprecio de la mayoría: “acostados en camas de marfil, arrellanados en sus lechos, comen corderos del rebaño recién sacados del establo. Canturrean al son del arpa e inventan como David instrumentos de música. Beben vino en anchas copas, con los mejores aceites se ungen, mas no se afligen por el desastre de José” (Cf. Am 6,4,5). La actitud hedonista de la élite acentúa el desinterés por cualquier otro motivo: lo importante es el disfrute personal y evitar que nadie moleste. La comodidad y el placer con el mayor lujo posible para la ostentación de pertenecer a una clase superior, que banquetea recostado en lechos de marfil. El éxtasis mundano está simbolizado en las anchas copas de vino preparadas para narcotizar cualquier preocupación. Antes de caer en la náusea hay que buscar algún tipo de vibración musical que aleje los demonios del aburrimiento, y para ello se inventan nuevos instrumentos emulando al rey David. Estas escenas se aderezan en cada época de con distintos detalles, pero el fondo permanece: “nada nuevo bajo el sol” (Cf. Qlt 1,9). Amós predicó con poco éxito durante diez años en el Reino del Norte y de forma preferente en Samaria la capital. Se anticipó el profeta una generación -cuarenta años- a la deportación que padecería el Reino del Norte en el año setecientos veinte (a.C.) por el rey de  Siria, Tiglatpileser.

Intercesión por Israel

Amós además de hacer llegar la voz de DIOS a los israelitas intercede y pide clemencia al SEÑOR por este Pueblo elegido. Por su idolatría, injusticia social y vida disipada, los duros correctivos estaban a punto de ser aplicados y Amós intercede: “perdona, SEÑOR, ¿cómo va a resistir Jacob que es tan pequeño? Y se arrepintió YAHVEH de ello” (Cf. Am 7,2.2,6). La plaga de langosta asolaría todos los cultivos y la hambruna vendría sobre el Pueblo; o las fuertes tormentas -el fuego- producirían el mismo efecto. Ante la intercesión del profeta el SEÑOR le muestra una plomada como símbolo de la Justicia que piensa aplicar frente a la idolatría contumaz, principalmente de los que forman la élite social y política del Pueblo (Cf. Am 7, 8-10).

Un falso profeta a sueldo

Para un gobierno teocrático se necesitaban personas cercanas al rey, que lo aconsejaran según los oráculos divinos con fiabilidad y verdad; pero en muchas ocasiones la cosa era muy distinta. En el reinado de David vemos a Natán o a Gat que son capaces de enfrentar al rey con su propio pecado; pero no es el caso de Amasías en el Reino del Norte ante Jeroboán II. Amasías está al servicio de lo que el rey quiere escuchar. Para el rey la economía iba bien, pues era un tiempo de prosperidad económica, por lo que no había necesidad de otra cosa -¿nos suena el planteamiento?-. Además la economía iba bien dejando de lado a YAHVEH y ofreciendo sacrificios a los ídolos. Otro  matiz: la economía iba bien para las arcas del rey y de los pertenecientes a la clase alta del Pueblo -¿nos sigue sonando la cosa?-. La predicación de Amós resultaba muy incómoda, por no decir insoportable. Amasías, el profeta de corte, reprende severamente a Amós, que no está allí por propia voluntad, sino enviado por el SEÑOR que en todo momento busca, mediante advertencias, el cambio de conducta para evitar el castigo o la corrección, que inevitablemente siempre es doloroso.

El evangelio de hoy (Am 7,12-15)

Los datos precedentes nos ofrecen la verdadera respuesta a los versículos de la lectura de este día. “Amasías dijo a Amós: vete, vidente, vete a la tierra de Judá, come allí tu pan y profetiza allí” (v.12). Amós decía que el SEÑOR destruiría los templetes fabricados a los ídolos, deportaría al Pueblo y Jeroboán sería pasado a espada. Aquello era perturbador para los oídos comprados de Amasías y había que silenciar del todo la voz de aquel profeta. “Huye” porque tu vida peligra si continuas proclamando cosas de este tenor. “Vuelve a tu tierra y come allí tu pan”, que viene a decir: cobra tu salario por el ejercicio de tu profetismo, lo mismo que yo gano el pan profetizando según conviene.

Aclaración de Amós

“Amós dijo a Amasías: yo no soy profeta ni hijo de profeta, yo soy pastor y cultivador de sicómoros” (v.14). Amós no pertenecía a linaje alguno ligado al profetismo de corte, ni tampoco estaba integrado en grupo profético alguno. Su dedicación profesional, por la que percibía remuneración estaba en el cuidado de rebaños y en el cultivo de aquella especie de higos que alimentaban a las clases humildes del Pueblo. Amós podía volver a su ocupación anterior en cualquier momento, y su misión profética presente no estaba ligada a interés político alguno. Él no era un infiltrado del Reino del Sur para desestabilizar la paz social del Reino del Norte, sino un verdadero enviado de YAHAVEH, que con suficiente antelación quería evitar la debacle que se avecinaba, en caso de no corregir las conductas depravadas. Porque el SEÑOR estaba en la hora de su Divina Misericordia, él estaba profetizando entre ellos.

Vocación de Amós

“YAHVEH me llamó de detrás del rebaño y me dijo: ve, profetiza a mi Pueblo, Israel” (v.15). Amós ejerce el profetismo porque YAHVEH de forma directa se lo encarga. Amos recibe la misión de profetizar sin planteamiento previo de carácter personal. El profeta recibirá la capacitación suficiente, pero al mismo tiempo se verá que su tarea es un don para él mismo y una gracia del Cielo para los que la reciben con buena voluntad. El Profeta Amós no está allí por su cuenta, sino por la misión que el SEÑOR le ha encomendado. Aquel modo de plantear las cosas podía resultar incomprensible. Amós no estaba ejerciendo su misión porque el rey de Judá le remunerara de alguna forma y mucho menos Jeroboán II, que era el máximo responsable de la alteración del pacto de la Alianza, que se debía traducir en el cumplimiento de la ley de Moisés.

La misión de los Doce

San Marcos cambia inmediatamente la escena: el rechazo recibido por JESÚS y sus discípulos en Nazaret, donde se había criado, no es obstáculo para reiniciar la misión con esfuerzo renovado, si cabe. JESÚS va a disponer de los Doce discípulos elegidos como Apóstoles para significar que la misión no se detiene, a pesar de los fracasos aparentes. El Plan de DIOS está por encima de las decisiones de los hombres, aunque nosotros tengamos incidencia en el desarrollo del mismo. Los doce son una imagen del Pueblo de DIOS ahora hecho de nuevo por la acción redentora del HIJO de DIOS, que está implantando el Reino de DIOS en medio del mundo. Los doce elegidos representan tanto el Pueblo de la Antigua Alianza como la realización futura de todas las promesas en la Nueva Jerusalén, en la que cada una de las doce puertas lleva el nombre de un Apóstol (Cf. Ap 21,14). JESÚS había dicho: “os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de la Casa de Israel” (Cf. Mt 19,28). El Juicio de DIOS es el establecimiento del Nuevo orden, que en este caso será definitivo. Los Apóstoles elegidos comienzan mediante la evangelización a establecer el Nuevo orden que requiere el hombre para entrar en el Reino de DIOS. Los hombres necesitamos saber con una convicción profunda que somos hijos de DIOS. Es preciso que resolvamos de forma adecuada el daño del pecado original y todas aquellas lacras que nos dejan las insidias de satanás. El Evangelio es la manifestación con poder del Amor de DIOS que sana íntegramente al hombre. El mundo necesita el Evangelio y a los evangelizadores que lo promuevan para implantar el Reino de DIOS en este mundo. El Evangelio predicado con Poder tiene un efecto revivificador: “he venido para que tengan Vida y Vida en abundancia” (Cf. Jn 10,10). Los Doce representan a los nuevos profetas que dan testimonio de JESUCRISTO como el enviado del PADRE: “tanto amó DIOS al mundo, que envió a su HIJO, no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por ÉL” (Cf. Jn 3,16).

El envío sigue

“Llama a los Doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos dándoles Poder sobre los espíritus inmundos” (Cf. Mc 6,7). JESÚS sigue llamando y enviando de dos en dos a los que están en su Iglesia representada ahora por los Doce. Nada pueden realizar si no están asistidos por el poder para expulsar a los demonios. El hombre ha dado cabida a satanás en la historia y la ha satanizado. Ahora se tiene que invertir el proceso y erradicar el poder satánico con el único Poder que lo neutraliza: JESUCRISTO. Satanás huye ante el Nombre de JESUCRISTO, pues no soporta su derrota y humillación en la Cruz. Claro está, en la medida que eliminemos de la sociedad el Nombre de JESUCRISTO el poder satánico toma su lugar. Lo mismo que en este evangelio de san Marcos la misión de JESÚS comienza en la sinagoga de Cafarnaum expulsando un demonio (Cf. Mc 1,21-26); así también los enviados tiene que estar capacitados para erradicar la acción satánica: “enfrentaos al diablo que huirá de vosotros” (Cf. St 4,7). El enfrentamiento no puede realizarse por propia iniciativa, sino con la protección de la Gracia dada por el Poder y Nombre de JESÚS.

Sin dependencias

“Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja. Calzados con sandalias y no llevéis dos túnicas” (v.8-9). JESÚS quiere que sus evangelizadores sean testigos fidedignos de la Divina providencia: DIOS provee directamente a los que se disponen incondicionalmente a su servicio. Uno de los problemas más graves del hombre de todos los tiempos es la sensación de la ausencia de DIOS. El Evangelio quiere corregir el enfoque ciento ochenta grados y dice que “hasta los pelos de nuestra cabeza están contados y no se cae ni uno solo sin el permiso de DIOS” (Cf. Mt 10,30). Viene el evangelizador y pone delante afirmaciones tan rotundas como la anterior y los de alrededor sacan a relucir episodios trágicos de muerte o enfermedad para los que no encuentran respuesta y en último término atribuyen a la dejadez de DIOS que no parece tan próximo. Terrible dilema por el que pasa la obra misionera en algunos momentos, que sólo alcanza respuesta cuando el predicador y el que recibe el Mensaje se acercan a la Cruz, porque es ahí donde la total proximidad se conjuga con la experiencia de sufrimiento más radical. De alguna forma el evangelizador tiene que mostrar la primera página del desprendimiento que aparece en la Cruz, y al mismo tiempo debe exponerse al riesgo de abandonarse a la acción de la Divina Providencia. “Sólo un bastón para el camino” como signo del Poder del ESPÍRITU SANTO que en todo momento debe estar presente para eliminar la influencia del mal. En sentido amplio, el evangelizador debe tener un desapego conveniente y proporcional a las necesidades derivadas de su estado: sacerdote, consagrado, casado o soltero. La evangelización quedaría anulada en el momento que el evangelizador la utilice como medio de medrar particularmente. La historia de Amós como ejemplo de desprendimiento sigue siendo un modelo.

La Casa

“Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí” (v.10). Cuando san Marcos escribe este evangelio ya hay una historia de la importancia que las casas tienen para la implantación y extensión del Reino de DIOS. La casa no es un edificio, sino una familia. Lo mismo que el VERBO de DIOS nace a este mundo en una familia, el Evangelio opera su crecimiento en el seno de las familias, que partiendo de la familia natural se tornan cristianas. Es fácil deducir: si minamos o destruimos las familias cristianas, desaparece el Cristianismo; salvo milagro o intervención directa de DIOS. Si no hay familias cristianas desaparece la trasmisión de la Fe y ésta deja de heredarse. La herencia espiritual cristiana es un patrimonio de primera magnitud, que los hijos debieran recibir. Claro está, la cosa se pone fea cuando se plantean familias sin hijos, o modos de convivencia donde todo lo que suene a Cristianismo está absolutamente descartado. El Evangelio en las familias hace a los padres vicarios de DIOS y a los hijos un verdadero don y regalo de DIOS, que son dados por Gracia  para su guía hacia la conciencia de pertenecer a la familia en la Fe.

Plazas y calles

“Si algún lugar no os escucha ni os recibe, marchaos de allí sacudiendo el polvo de vuestras sandalias en testimonio contra ellos” (v.11). Entendemos la figura y sabemos lo que el texto nos quiere decir. Como JESÚS, los discípulos evangelizarán por plazas, calles, caminos y descampados. También por la Palabra y los signos realizados concentrarán multitudes; pero habrá lugares donde el rechazo sea frontal. Se dice: el Evangelio se propone y no se impone, pues en realidad no existe otra manera de conservar su valor como obra de DIOS. Lo importante es la conversión del corazón, y en ese punto sólo DIOS tiene acceso. Los evangelizadores crean las circunstancias humanas que favorecen la apertura en libertad de las personas y deciden fiarse por un momento. La conversión a la Fe se da en una relación de encuentro personal con DIOS, aunque la persona en principio, no sepa dar razón cumplida de lo sucedido. El gesto de sacudirse el polvo de los pies o de las sandalias es una llamada de atención a los lugareños para que se den cuenta de su rechazo total a lo único que los puede salvar.

De las indicaciones a la predicación

“Yéndose de allí predicaban que se convirtieran. Expulsaban muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban” (v.12-13). Predicación, conversión, expulsión de las influencias satánicas y curación de los enfermos espirituales y físicos, forman parte de un conjunto de acciones que están en la Evangelización. El Evangelio a través de la Iglesia está para convertir o dirigir los corazones hacia DIOS, llenándolos del Amor de DIOS, alejando a satanás del radio de acción de los hombres y curando espiritualmente a las personas de modo preferente, sin descartar las curaciones físicas, que son siempre más visibles. JESÚS provee o dota a sus Apóstoles de todo lo necesario para realizar bien su misión y llevar adelante la predicación completa del Evangelio. Dejados a un lado los impedimentos, la Gracia se hará presente en medio del Pueblo para la Gloria de DIOS.

San Pablo, carta a los Efesios 1,3-14

Gracias a las cartas dirigidas a las distintas comunidades tenemos constancia de su situación, en ocasiones de sus conflictos y el modo de resolverlos, al mismo tiempo que nos aproximan a la organización y jerarquía dentro de ellas. Efesios, Colosenses y Filipenses de forma especial recogen tres piezas con un alto valor doctrinal (Ef 1,3-10; Flp 2,5-11; Col 1,12-20). Las opiniones se reparten entre atribuir la composición de estos himnos o credos al propio san Pablo, o considerarlos preexistentes en las comunidades e incorporados posteriormente por el Apóstol. Las comunidades a las que van dirigidas fueron engendradas al Evangelio por san Pablo, por tanto su predicación es determinante. Estas piezas ofrecen unas síntesis, que indican forzosamente una gran reelaboración, que pudo venir exigida por la utilización litúrgica de las mismas. Todo esto incrementa su validez decisiva. Estamos ante la viva profesión de Fe de los primeros cristianos. Estos himnos o credos mantienen la conexión con las fuentes de nuestra Fe.

Quién es DIOS

“Bendito sea DIOS y PADRE de nuestro SEÑOR JESUCRISTO” (v.3ª). Empieza este himno planteando la novedad radical del cristianismo: DIOS es TRINIDAD; y como consecuencia inmediata es el PADRE de JESÚS el SEÑOR, del que obtenemos todo tipo de bendiciones y gracias.

Gracia tras Gracia (Cf. Jn 1,16)

“ÉL nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los Cielos en CRISTO” (v.3b) Si las cosas en este mundo presentan una variedad muy difícil de contabilizar, las gracias espirituales y celestiales no ofrecen menor diversidad y riqueza comparativamente hablando. Con todo son gracias parciales que se adaptan a nuestra condición de personas limitadas, sujetas a crecimiento con una exigencia permanente de realizar opciones en orden a DIOS para lo que habremos de estar asistidos por multitud de ayudas espirituales cada día de nuestro peregrinar.

Elegidos

“Por cuanto nos ha elegido en ÉL antes de la fundación del mundo para ser santos e inmaculados en su Presencia por el Amor” (v.4). Debe quedar claro: JESÚS es el HIJO y nosotros somos hijos previstos desde siempre, llamados a la existencia en un momento determinado, sujetos a un proceso de perfeccionamiento y santidad, que se ha de llevar a cabo en el Amor de DIOS. “A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; y a los que justificó, los glorificó” (Cf. Rm 8,30) Es la misma doctrina la que aparece tanto en la carta a los Romanos como en este himno de Efesios. El ESPÍRITU SANTO que es el AMOR unitivo entre el PADRE y el HIJO también actúa en nosotros para llevarnos al perfeccionamiento necesario acorde con la propia santidad de DIOS.

Más que un modelo

“DIOS nos eligió de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de JESUCRISTO según el beneplácito de su Voluntad” (v.5). El PADRE lo pensó y decidió que todo lo existente fuera de ÉL, tuviera como modelo y suprema realización en su propio HIJO. Decimos bien en la doxología de la Santa Misa: “por CRISTO, con ÉL y en ÉL”, pues todo fue creado por ÉL y para ÉL. DIOS todo lo trasciende en el PADRE, todo lo penetra en el HIJO y todo lo invade en la presencia del ESPÍRITU SANTO, como se trasluce de la doctrina de esta carta: “DIOS todo lo trasciende, todo lo penetra y todo lo invade” (Cf. Ef 4,6). El alcance de esta revelación supera absolutamente nuestra comprensión presente, y nos debiera bastar asomarnos al enunciado del Misterio como está aquí revelado. La contemplación serena de estas palabras puede fortalecer notablemente nuestra Fe.

Fuimos creados

“Para la alabanza de la Gloria de su Gracia con la que nos agració en el AMADO” (v.6). DIOS todo nos lo ofrece y da por Amor a su único HIJO. No estamos salvados para DIOS por ningún otro que JESUCRISTO, porque DIOS solo engendra un HIJO que se nos ha revelado en JESÚS de Nazaret. No hay más SALVADOR que JESÚS, porque ÉL es el único HIJO amado en el que el PADRE tiene puestas todas sus complacencias (Cf. Mt 3,17) Todo redundará en Gloria y alabanza, pero queda el tránsito por la Cruz.

El perdón

”En el AMADO tenemos por medio de su sangre la Redención, el perdón de los pecados, según la riqueza de su Gracia” (v.7). El pecado del hombre llegó al límite en el deicidio: la muerte del HIJO de DIOS hecho hombre por mano de los hombres. Sobre este pecado inimaginable muy superior al del Paraíso, DIOS dispone un perdón sobreabundante, porque la sangre de su HIJO no tiene límites en su valor Redentor y purificador. Ahora bien, rechazar el valor redentor de esta sangre deja al hombre irredento sin alternativa para la salvación. DIOS sólo tiene un HIJO y éste se inmoló por nosotros una vez para siempre.

Recapitulación de todo en CRISTO

La Cruz no representó la quiebra total del Plan de DIOS, sino el final del reinado de satanás a cámara lenta. ”Con el don de su sabiduría e inteligencia nos da a conocer el designio de su Voluntad, que en el HIJO se propuso de antemano, y se realiza en la plenitud de los tiempos: que todo tenga a CRISTO por Cabeza, lo que está en los Cielos y lo que está en la tierra” (v.10-11). Con la Encarnación da inicio la Plenitud de los Tiempos, y con ellos los mismos Cielos y la tierra de forma conjunta empiezan a tener a CRISTO por Cabeza, por eso para aquellos momentos dice la Escritura: “adórenle todos los Ángeles de DIOS” (Cf. Hb 1,6). El que va a ser Cabeza de todo lo que existe en el Cielo decide ese puesto en este mundo; pero de no suceder de esa forma no tendría lugar la comunión verdadera entre los Ángeles y los hombres, y tampoco alcanzaríamos los hombres el estado de glorificación que nos provee la participación actual en el Cuerpo Glorioso de nuestro SEÑOR JESUCRISTO (Cf. 1Cor 15,43). Somos corpóreos también en el Cielo, pero no con esta corporeidad, pues “la carne y la sangre no heredarán el Reino de los Cielos” (Cf. 1Cor 15,50). Pero hemos de ser revestidos, efectivamente, de una corporeidad nueva que nos confirme para siempre en nuestra condición de hombre y mujeres glorificados en CRISTO.

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