Pasión y Cruz

Isaías 50,4-7 | Salmo 21 | Filipenses 2,6-11 | Marcos 14,1-------15,47

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

En un tramo corto de tiempo celebramos el nacimiento de JESÚS -Navidad- y la muerte y Resurrección. El Adviento preparó la Navidad y la Cuaresma hace lo propio con la Pascua. Entre un tiempo y otro, Cuaresma y Pascua, vivimos cada año el Triduo Pascual: Cena del SEÑOR. Celebración de la Pasión -Viernes Santo-, y la Vigilia Pascual o de Resurrección, del Sábado a la madrugada del Domingo. Como pórtico a estos grandes acontecimientos contamos con la celebración del Domingo de Ramos. Unos días verdaderamente intensos tanto en las celebraciones litúrgicas como en las manifestaciones públicas de Fe a cargo de las hermandades y cofradías, que llevan a sus titulares por las calles de las distintas ciudades y localidades donde esta religiosidad popular está implantada con siglos de tradición. No merece la pena discutir cuál de las dos vertientes de la religiosidad es la mejor: la vía litúrgica o la manifestación pública de las procesiones, porque la cosa depende principalmente de la Fe de cada fiel en particular. Determinado criterio exigirá que el fiel atienda y cumpla con la liturgia prescrita y de forma complementaria se haga partícipe de la veneración de las imágenes que marchan en procesión por su ciudad; pero la cosa no es tan fácil, y la Fe de cada fiel es un mundo difícil de considerar. La Divina Misericordia alcanza a cada uno de sus hijos allí donde este se encuentra y lo va conduciendo hacia formas mejores para vivir su Fe. La expresión artística de nuestras imágenes está en sintonía con lo escueto de los relatos evangélicos a la hora de narrar las escenas de la Pasión. Las imágenes tanto del SEÑOR como de la VIRGEN ofrecen un dramatismo muy comedido, lo mismo que los relatos de los cuatro evangelios,. No se presenta en ninguna de estas versiones una descripción pormenorizada de los hechos ocurridos. Pareciera que el SEÑOR se contenta con hacernos caer en la cuenta de lo acaecido, pero sin herir en momento alguno la sensibilidad de sus hijos. Las escenas de la Semana Santa parecen dispuestas para mirar, contemplar, agradecer y adorar al SEÑOR. En el siglo once, el papa Gregorio séptimo aclaró para todo el orbe católico, que las imágenes tenían una finalidad pedagógica destinada principalmente a las personas con escasa destreza en la lectura o simplemente analfabetas. En nuestros días el poder y dictado de la imagen hace que sobren los argumentos a favor de las mismas. Cuando la Iglesia Católica mantenía el centro en el bloque oriental político y espiritual de Bizancio, se abrió la discusión por la conveniencia o improcedencia de las imágenes, y la agria discusión duró más de cien años. Al final la Iglesia Católica Oriental determinó que las imágenes religiosas tenían su licitud siempre que manifestasen un grado de participación con la realidad representada. Bajo este principio los iconos de la Iglesia Oriental antes y ahora son considerados como verdaderos sacramentales, que han de ser realizados bajo la unción dada por la ascesis y la oración. Sólo un verdadero contemplativo puede ejecutar un icono del SEÑOR o de la VIRGEN. En Occidente, la Iglesia Católica de Rito Latino ha desarrollado, principalmente a partir del Renacimiento, las imágenes lo más aproximadas a la realidad que desean representar, manteniendo un estándar estético, pues tampoco se da por buena cualquier imagen como fruto de la inspiración caprichosa del artista. Las imágenes participan de las bendiciones especiales destinadas a las mismas y son custodiadas por las hermandades y cofradías como cosas sagradas. La discutida Sábana Santa de Turín ofrece una imagen del SEÑOR, que con ligeras variantes se ha venido reproduciendo a lo largo de los siglos. Los modernos sistemas de tratamiento de imagen de la Sábana Santa dan lugar a considerar con más precisión la figura real de JESÚS, si aceptamos que dicho lienzo cubrió a JESÚS en su tumba entre el enterramiento y la Resurrección. Para contemplar al SEÑOR es un buen camino mirar por un tiempo una imagen ungida por la bendición dada, que la convierte en un instrumento de la Gracia para los que se acercan con devoción. Una experiencia común es la emoción desencadenada al contemplar de modo reverente las imágenes que son trasladas a las calles para convertir los espacios públicos en verdaderos ámbitos de oración y bendición. La persona de Fe siente un profundo agradecimiento al SEÑOR por su presencia, sin saber el porqué en muchos casos, pero un peso de su interior se ha desvanecido y algo distinto aparece en su interior. La experiencia religiosa llega en otros casos a la postración interior o adoración, pues aparece un profundo sentido religioso del dolor y el sufrimiento del REDENTOR, que excede toda comprensión y no se encuentran palabras para agradecer: lo hemos matado, y ÉL nos sigue amando a pesar de los pesares. Solamente que una persona viva un encuentro con el SEÑOR en reconocimiento y adoración, han merecido la pena todos los esfuerzos de las hermandades y cofradías por sacar a la calle a sus titulares.

Entrada en Jerusalén (Mc 11,1-10)

Según san Marcos JESÚS viene de Jericó (Cf. Mc 10,46) subiendo a Jerusalén por el camino que va a Betania y Betfagé teniendo como fondo el Monte de los Olivos. Dice el texto que una multitud lo seguía a la salida de Jericó y teniendo en cuenta lo que nos dice Juan se le fue uniendo más gente por el camino (Cf. Jn 12,12) que provenían de Betania y conocían la revivificación de Lázaro (Cf. Jn 12,9) Bartimeo, ciego de nacimiento, identifica a JESÚS y se anticipa a su entrada profética en Jerusalén dirigiéndose a ÉL como “Hijo de David” (Cf. Mc 10,47). Es la primera vez que aparece ese título mesiánico en el Evangelio de san Marcos, y el evangelista lo pone en boca del ciego Bartimeo, que simboliza a todo Israel y la humanidad en su conjunto. DIOS cumple sus promesas y las hace saber a través de los que no cuentan. En esta caso fue el ciego sentado al borde del camino, que estaba pidiendo limosna. Bartimeo saltando de alegría por la curación de su vista seguía a JESÚS por el camino con grandes alabanzas(Cf. Mc 10,51; Lc 18,43). JESÚS entrará en Jerusalén a lomos de un pollino, que nadie había montado (Cf. Mc 11,2). Echan sus mantos sobre el pollino y otros los extienden por el suelo y en ese trono improvisado entra JESÚS a la Ciudad Santa aclamado por sus seguidores: “los que iban delante gritaban, ¡hosanna! ¡Bendito el que viene en el Nombre del SEÑOR! ¡Bendito el Reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas! (Cf. Mc 11,10). Entró JESÚS en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde salió para Betania con los Doce (Cf. Mc 11,11). Esta entrada profética adelanta la Resurrección a su modo. Los mantos personales por el suelo es un reconocimiento de JESÚS perteneciente a la Casa de David como declaran sus aclamaciones. Las propias vidas se ponen al servicio de ÉSTE que llega en el Nombre del SEÑOR. Como Bartimeo hacía unas horas la gente quiere ver la manifestación del Reino de DIOS. Estaban en lo cierto, pues JESÚS lo podía traer, pero aquel brote de entusiasmo mesiánico se diluiría pronto. Con su entrada profética, JESÚS no intentaba en absoluto tambalear los cimientos del Imperio Romano, sino conmover los corazones a la conversión. De nuevo surge implícitamente la matriz de la predicación según san Marcos: “los tiempos mesiánicos se están cumpliendo, y el Reino de DIOS está en medio de vosotros; volved las mentes y los corazones hacia DIOS, y creed en el que ÉL ha enviado, anunciado en las Escrituras (Cf. Mc 1,15).

El Siervo de YAHVEH

Cuatro textos en el segundo Isaías se atribuyen al Siervo de YAHVEH (Cf. Is 42,1-9; 49,1-8; 50,4-7; 52,13ss). Quien responde con propiedad a los rasgos de esta revelación es JESÚS. Para muchos la figura del Siervo de YAHVEH fue desconcertante, porque se trata de un justo que recibe ultrajes, desprecios e incluso abandono por parte DIOS, aunque se muestra inquebrantable la confianza del Siervo sufriente. Resalta en la Revelación, como en el caso de Job, una desgracia incomprensible que afecta al hombre justo ante DIOS. La cosa todavía se hace más sorprendente cuando la profecía es cumplida en el caso del único JUSTO que es JESÚS de Nazaret. La Historia de la Salvación se encamina hacia su encuentro, y llegado el tiempo aparece y se manifiesta. La singularidad del REDENTOR tiene como precedente la singularidad de la Historia bíblica, cosa que se tiene muy poco en cuenta. A ningún pueblo le habló DIOS como al Pueblo elegido (Cf. Dt 4,7-9). DIOS tiene como objetivo final “recapitular todas las cosas en CRISTO” (Cf. Efe 1,10). DIOS tiene máximo empeño en salvar al hombre, que había creado, y para ello va a ser necesario que el REDENTOR haga de su vida un sacrificio de expiación por los pecados de todos los hombres y cada uno en particular. La empresa escapa por un momento a la simple lectura de las Escrituras; sin embargo JESÚS sabe desde el primer momento la línea que ha de llevar para cumplir su misión. Desde el primer momento, JESÚS se alinea con los hombres necesitados de Redención y aparece en el Jordán, donde Juan bautizaba, dando entender que viene a completar los procesos de conversión de los hombres de buena voluntad (Cf. Mc 1,9) Aquel momento del bautismo en el Jordán hay que relacionarlo con el sacrificio en la Cruz, por el que el SIERVO carga de forma ostensible con los pecados de todos los hombres: “lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre” (Cf. Jn 3,13). Naturalmente lo que Moisés realizó fue un acto profético trece siglos antes que apareciese el MESÍAS, pero transcurrido todo ese tiempo, JESÚS pisa la cabeza de la serpiente que causaba la muerte. Quien ahora mire al CRUCIFICADO quedará perdonado, curado y salvado. Los cuatro cánticos del Siervo de YAHVEH representan cuatro profecías que perfilan con bastante antelación el alcance de la misión dada al Siervo de YAHVEH o MESÍAS del SEÑOR.

La escucha del discípulo

El Siervo de YAHVEH se identifica con el discípulo que escucha y aprende para formarse de modo adecuado, y capacitarse así para la misión: “el SEÑOR YAHVEH me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra de aliento” (Cf. Is 50,4) previamente el Siervo como discípulo ha pasado por la escucha de la Palabra del SEÑOR. Los profetas son siervos del SEÑOR y ministros de la Palabra. Podemos decir, que la Historia de la Salvación se va construyendo por la Palabra escuchada y transmitida de los profetas. Abraham, Moisés, Samuel, Natán, Isaías, Jeremías, Amós o Malaquías, son portadores de una Palabra de aliento, corrección o enseñanza, para responder con acierto a la Divina Voluntad. El Siervo de YAHVEH, en su condición de discípulo, vive para señalar la Divina Sabiduría, que puede hacer viable la vida del hombre en este mundo. Damos por descontado, que el tránsito por este mundo es penoso, produce fatiga en medio de serias oscuridades, que confunden y hacen vacilar los pasos incluso de los que se creen más seguros. Son variadas las señales dadas por el SEÑOR para que los hombres lo tomemos en cuenta, pero la más propia y específica está en la Palabra que nos dirige mediante su Revelación. Un día la PALABRA definitiva se hará visible para los hombres de todos los tiempos. La PALABRA viva desde toda la eternidad es enviada a los hombres sin intermediación alguna en JESUCRISTO, y se cumple así en todo su alcance la profecía de Isaías. Conocidas son las palabras de JESÚS: “venid a MÍ todos los que estáis cansados y abatidos, que YO os aliviaré. Aprended de MÍ que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”  (Cf. Mt 11,28-30).

La atenta escucha

La atención despierta es la condición necesaria para una verdadera escucha. “Mañana tras mañana despierta mi oído para escuchar como los discípulos” (v.4b). La atención a lo que dice el SEÑOR es una verdadera manifestación de Amor a ÉL. Si alguien no nos despierta interés o aprecio, no le ponemos atención. DIOS viene como voz distinta de la conciencia, y deja su recado en ella. El discípulo presta una atención especial al MAESTRO, y DIOS quiere ser nuestro MAESTRO. Mañana tras mañana, el discípulo se despierta para escuchar la voz del SEÑOR que señala el verdadero amanecer. Todos los profetas fueron personas captadas por DIOS y fieles discípulos a la escucha de una Palabra de Vida y Verdad. Pero de nuevo encontramos que esta profecía sobre el Siervo de YAHVEH se hace testimonio vivo con JESÚS,  quien nos ha transmitido todo lo que oyó al PADRE: (Cf. Jn 17,26). Entendemos que la oración es un encuentro y diálogo con DIOS, que también JESÚS cultivaba, pues así nos lo testimonian los evangelios (Cf. Mc 1,35). Dice san Marcos, que todavía era de noche cuando JESÚS se levanta y aleja a un lugar descampado para orar. Ese es el modo de empezar la jornada “mañana tras mañana”.

El Don de la Escucha

En principio no incluimos la escucha a DIOS como don del ESPÍRITU SANTO, pero se hace imprescindible para el ejercicio del Don de Entendimiento, que es el primero de los dones para fortalecer la Fe como virtud teologal que nos une al SEÑOR. “El SEÑOR YAHVEH me ha abierto el oído, y yo no me resistí, ni me hice atrás” (v.5). DIOS es el que abre las puertas espirituales de nuestra alma. Dicho lo anterior hay que señalar los casos de aquellos que aceptan a que las puertas del alma sean abiertas por entidades espirituales, que nada tienen que ver con el SEÑOR, convirtiéndose en guaridas y vasallos de los que ostentan la llave de esas puertas. DIOS abre el oído de su SIERVO por la vía de la renuncia y la vía sacra del sufrimiento expiatorio y reparador. Por esa vía, el SIERVO va a escuchar palabras de Redención y Misericordia para todos los hombres; y así nos las va a transmitir. JESÚS no se echó atrás cuando estuvo en el desierto durante cuarenta días (Cf. Mc 1,12-13); JESÚS tampoco se echa atrás cuando los parientes lo van a buscar, porque dicen que está fuera de sí (Cf. Mc 3,20-21); JESÚS no se echó atrás cuando lo acusaban de echar los demonios con el poder de los demonios (Cf. Lc 11,14ss). JESÚS sabe el destino que lo espera y el dolor y el sufrimiento no lo echan atrás: “ahora mi alma se llena de angustia, pero ¿qué diré? PADRE líbrame de esta hora. Pero si para esto he venido. PADRE glorifica tu Nombre; y vino una voz del Cielo: “lo he glorificado y de nuevo lo he de Glorificar” (Cf. Jn 12,27-28). La liturgia del domingo anterior nos daba este texto para hacernos idea del modo en que JESÚS iba a afrontar la recta final de su paso por este mundo.

La flagelación

En este tercer cántico del Siervo de YAHVEH es ÉL quien va tomando la palabra y manifestándose en primera persona. “Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba; mi rostro no retiré a los insultos y salibazos” (v.6). El castigo judío permitido y dispuesto por las autoridades religiosas eran los cuarenta azotes; pero el castigo a JESÚS en la flagelación es imposible determinarlo, pues se ejecuta según la autoridad romana. En una ocasión a JESÚS lo intentaron despeñar (Cf. Lc 4,21); en otra querían apedrearlo (Cf. Jn 10,31ss). Pero en todas ellas JESÚS dirá que no ha llegado su Hora (Cf. Jn 2,4; 7,6). JESÚS aceptará su destino de martirio y Cruz cuando haya llegado su Hora (Cf. Jn 12,23). JESÚS es el SIERVO que conoce su destino y no se echa atrás: “las aves del cielo tienen nidos y las zorras cuevas; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Cf. Lc  9,57ss).

Confianza en DIOS

El PADRE lo ha dicho: “ÉSTE es mi HIJO amado, en quien tengo todas mis complacencias” (Cf. Mc 1,11); pero ese hecho no va a impedir que en el momento último y crucial de la muerte en la Cruz JESÚS sienta una soledad, que no somos capaces de imaginar: “DIOS mío, DIOS mío, ¿por qué me has abandonado? (Cf. Mc 15,34). Las palabras del Siervo de YAHVEH serán superadas por los hechos. El gran abandono da paso a la Resurrección que el PADRE lleva a cabo evitando “que su fiel conozca la corrupción” (Cf. Slm 15,10; Hch 13,35). El Siervo está seguro del auxilio del SEÑOR: “por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas que no quedaría avergonzado” (v.7).  El aparente fracaso humano del Siervo de YAHVEH es la victoria de DIOS sobre el pecado del mundo. El hombre en JESUCRISTO ha vencido al mundo, y sin ÉL nada podemos hacer (Cf. Jn 15,5).

Los últimos días de JESÚS

La Pasión recoge los últimos días y horas del paso del HIJO de DIOS por este mundo. Los cuatro evangelios ofrecen unanimidad en torno al hecho capital de la muerte y Resurrección de JESÚS, contando cada uno el hecho desde su propia perspectiva. A nosotros nos queda buscar las distintas vertientes del MISTERIO entre los rasgos propios de cada uno de los evangelios.

La decisión: dar muerte a JESÚS

“Faltaban dos días para la Pascua. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderlo con engaño y matarlo, pero durante la fiesta no, para que no haya alboroto del pueblo” (Cf. Mc 14,1-2). La decisión de matar a JESÚS está tomada al más alto nivel religioso: sumos sacerdotes y escribas, que eran los peritos especialistas en el manejo de las Escrituras, en este caso. Parece que los acontecimientos se van a precipitar incluso para los cálculos de estas autoridades, y reaccionarán con habilidad y agilidad, pues JESÚS muere el día de Pascua, según san Juan, y faltan dos días, por lo que señala san Marcos.

Trescientos denarios

Levanta polémica entre los discípulos la acción de María que derrama sobre los pies de JESÚS un perfume de gran valor (Jn 12,1ss; Mc 14,3ss). De acuerdo con los datos de san Juan y san Marcos, JESÚS estaba en casa de Simón el leproso invitado con sus discípulos. Quien tenía el perfume reservado para la sepultura de JESÚS era María, la hermana de Lázaro, y junto con Marta, también estaban invitados a la cena con características de banquete. Estaban recostados a la mesa y no sentados, el perfume era de nardo puro, y la estancia se llenó de la fragancia de aquel perfume. La Resurrección será el nuevo olor de CRISTO para todos los discípulos del MAESTRO. No han de faltar pobres con los que ejercer la ayuda fraterna, pero dentro de la nueva unción, que aquel perfume estaba anticipando. JESÚS saldrá al paso de los reproches diciendo: “donde quiera que se proclame la Buena Nueva se hablará de lo que ésta ha hecho para memoria suya” (v.9).

Comían recostados

Los preparativos para la Pascua en aquella casa amiga disponen lo necesario para la Última Cena de JESÚS con los suyos. Son los hombres libres, los que comen recostados y aquella comida era especialmente pascual. No obstante el desenlace fatal estaba muy cerca y JESÚS lo desvela: “YO os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo” (v.18).

EUCARISTÍA

“Mientras estaban cenando, tomó pan, lo bendijo lo partió y se lo dio: tomad todos de él, esto es mi CUERPO. Tomó luego una copa, dadas las gracias, se la dio y bebieron todos de ella, y les dijo: está es mi sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por muchos. Os aseguro que ya no beberé del fruto de la vid, hasta que lo beba nuevo en el Reino de DIOS” (v.22-25). Pronto los discípulos van a entender que aquellas palabras pronunciadas por el MAESTRO sobre el pan y el vino realizaban lo que ÉL había dicho sobre la necesidad de comer su carne y beber su sangre para tener una vida verdadera (Cf. Jn 6,15ss) San Pablo transmitirá esta tradición que a su vez él había recibido (Cf. 1Cor 11,23ss). Es un modo muy especial de cumplir la promesa dada en el evangelio de san Mateo: “YO estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Cf. Mt 28,20).

Hacia el Huerto de los Olivos

Era una finca a donde JESÚS se retiraba a orar en sus vigilias de oración cuando estaba en Jerusalén. Allí lo encuentra Nicodemo para hablar con ÉL (Cf. Jn 3,1ss). Terminada la Cena de Pascua, JESÚS va a ese lugar de retiro y oración para afrontar las últimas horas de su misión y paso por este mundo. Son horas cruciales, y JESÚS les dice a los discípulos: “todos os vais a escandalizar, como está escrito, heriré al pastor y se dispersarán las ovejas, pero después de mi Resurrección iré delante de vosotros a Galilea” (v.27-28) El anuncio de la Resurrección en este momento y el encuentro en Galilea es propio de san Marcos. Lo que va a suceder terminará bien, pero por un momento -unas horas- el miedo y desconcierto asolarán los ánimos de los discípulos. Ya en Getsemaní, toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y se adelanta con respecto al resto del grupo. JESÚS les dice a los tres: “mi alma está triste hasta el punto de morir” (v.34). Cada término de este texto sagrado debiera ser motivo de una detenida reflexión o meditación, pues la gravedad del momento toca el núcleo mismo de la Redención. Este debe ser nuestro acompañamiento al SEÑOR en las horas cruciales de su Pasión y muerte. Para los discípulos, JESÚS en san Marcos tiene una sola palabra: ¡velad! Estad atentos y despiertos ante la gran contienda espiritual que discurre alrededor. El abismo al que se asoma JESÚS en Getsemaní incluye nuestro tiempo presente. El VERBO va a ver las cosas a través de la humanidad de JESÚS y esta humanidad dirá: “PADRE, si es posible que pase de MÍ este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (v.36). Por tres veces viene JESÚS a los discípulos y los encuentra dormidos y les dice: “velad y orad para no caer en tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil” (v.40).

El beso de la traición

Con aparente beso de amistad, JESÚS es entregado a una canalla armada con espadas y palos, enviados por los sacerdotes, los escribas y los ancianos del Sanedrín. Una jauría humana desenfrenada y liderada por Judas en ese momento ponía en movimiento las fuerzas infernales, que pretendían acabar con JESÚS de una vez por todas.

JESÚS  es  juzgado

La farsa de juicio da comienzo cuando JESÚS es llevado ante los sumos sacerdotes, escribas y ancianos, todos buscando cualquier testimonio que inculpase a JESÚS incluso con falsedades manifiestas. La mentira también valía, si acallaba las conciencias de las autoridades, y presentaban argumentos con cierto peso, aunque fuese aparente. Nadie iba a mover un solo dedo por contrastar lo que decían los falsos testigos. Incluso los falsos testimonios no coincidían (v.56-57). Al sumo sacerdote se le ocurre preguntar a JESÚS, que estaba callado ante toda aquella confusión y contradicción de testimonios, sí ÉL era el CRISTO, el HIJO del BENDITO; y JESÚS contesta afirmativamente: “YO SOY” (v.62) El sumo sacerdote realiza el gesto de máxima indignación, rasgándose las vestiduras y concluye que ya no se necesitan otros testimonios, ya que todos han oído la blasfemia (v.64). Todos unánimes juzgaron, que JESÚS era reo de muerte. La sentencia de las autoridades religiosas estaba dictada. Dado el veredicto de muerte reanudan los insultos, escupitajos, golpes y vejaciones a JESÚS. Este capítulo catorce termina con las negaciones de Pedro, sobre las que JESÚS le había avisado: “antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres” (v.72) Pedro, como nosotros, no era consciente de la extrema debilidad moral y espiritual que padece la condición humana, y creía que su voluntarismo era suficiente. Pedro puede llorar y arrepentirse, porque seguía al MAESTRO y en un momento dado se encontró con su indescriptible mirada (Cf. Lc  22,61).

El juicio ante Pilato (Mc 15,1-20)

La comparecencia de JESÚS ante Pilato, según san Marcos, es grotesca, risible o absurda, si lo que está sucediendo no fuera la condena a muerte del único INOCENTE. A JESÚS lo llevan atado a la presencia de Pilato, que le preguntaba a JESÚS de forma reiterada, si ÉL era rey. (v.2). JESÚS le respondió en Verdad que ÉL es el REY de los judíos. Pero la respuesta de JESÚS no estaba siendo entendida por Pilato, que estaba tomando lo dicho por JESÚS como un desvarío. JESÚS llegaba a presencia del procurador romano con una apariencia lamentable después de todas las vejaciones sufridas. Aquel era un rey sin ejército, séquito, ni protección alguna. Pilato no podía entender nada de aquello, y por otra parte JESÚS no tenía un comportamiento exaltado, agresivo o cargado de grandilocuencias sobre su dignidad real. JESÚS no respondía a las acusaciones, que se mezclaban con asuntos de tipo religioso. De la religión de los judíos, Pilato entendía mucho menos y se movía en una gran confusión, que pretendió arreglar proponiendo a las autoridades un cambio: soltar a JESÚS y condenar a Barrabás. Las autoridades religiosas no iban solas y se hicieron acompañar de gentes de las que se apuntan a cualquier revuelta. Allí estaban para servir de altavoz de las autoridades religiosas frente a Pilato, que siguió sin despejar su aturdimiento en todo aquello. Sin criterio o discernimiento, a Pilato le arrancaron la condena a muerte de JESÚS mediante la crucifixión; cumpliéndose así los deseos de las autoridades religiosas. El desprecio y la humillación para JESÚS no podía llegar más lejos. En ninguna parte de la Escritura está prevista la muerte por crucifixión, siendo una práctica de los pueblos circundantes al pueblo judío. No sólo los romanos emplearon la crucifixión para los que no eran ciudadanos romanos. Destacaron en esta crudelísima práctica los iraníes, los griegos -Alejandro Magno- y los cartagineses. Pocas formas de tortura y muerte se acercan al sadismo y crueldad de la crucifixión. Las autoridades religiosas habían decretado la muerte de JESÚS y buscaban la colaboración de Pilato para darle la forma más degradante posible: la crucifixión. San Marcos dice muy brevemente que JESÚS fue azotado (v.15) antes de ser crucificado. San Juan detalla este momento y dice que Pilato trataba de soltar a JESÚS, y recurre a la flagelación con la intención de conmover los ánimos de los presentes y evitar así la muerte en la Cruz, pero no lo consigue. Según la justicia romana no se podía flagelar a uno que iba a ser crucificado, pues se corría el riesgo de acabar con su vida en ese suplicio, dejando incumplida la sentencia de crucifixión. Pero en el caso de JESÚS esta cautela no fue efectiva: JESÚS fue vejado y maltratado, oficialmente flagelado y obligado a cargar con el patíbulo de la Cruz (v.20b) La Cruz completa podría tener un peso que superaba de largo los cien kilos, y en las condiciones que se encontraba JESÚS se hacía imposible cargar con el estípite -palo vertical- y el patíbulo -palo horizontal-, ya armados. Entra en escena Simón de Cirene, que vuelve del campo y lo obligan a llevar la Cruz, pues JESÚS ya no podía caminar, siquiera, con el palo horizontal de la Cruz.

Crucifixión y burlas

La crucifixión desgarra el cuerpo y las burlas van dirigidas a intensificar el dolor anímico. San Marcos nos dice que JESÚS es crucificado a la hora tercia -nueve de la mañana-; y a mediodía sexta- el día se cubre de tinieblas hasta las tres de la tarde -nona-, en que JESÚS expira entregando su vida al PADRE. Injuriaban a JESÚS los que estaban crucificados con ÉL, los sumos sacerdotes y los escribas, y todos los que pasaban por allí (v.30-32). Las crucifixiones se hacían fuera de la ciudad, pero en lugares visibles y de paso con el fin de escarmentar y amedrentar, advirtiendo así que de hacer lo mismo se correría un destino similar. Dependiendo del tipo de crucifixión el condenado podía estar varios días vivo en la cruz prolongándose su tortura. JESÚS y los otros dos crucificados con ÉL pasaron unas horas por razón de la fiesta de la Pascua, en la que los judíos no querían sangre humana, ni crucificados o difuntos por razón de la pureza ritual. Así que mandaron a Pilato que les quebraran las piernas a los crucificados y muriesen rápidamente por asfixia. Cuando llegaron a JESÚS, ya había fallecido, pero el soldado certificó su muerte con la lanzada que le llegó al corazón (Cf. Jn 19,33-34).

Hora de nona

“!DIOS mío, DIOS mío!, ¿por qué me has abandonado? (v.34), y JESÚS dando un fuerte grito, expiró” (v. 37). El paso de JESÚS por este mundo termina en este instante. El grito de JESÚS es la voz del VERBO que entra de nuevo en el mundo del PADRE del que había sido enviado. El abandono de DIOS que el pecado había originado es el último reducto que va a ser expiado por el HIJO de DIOS. JESÚS fue abandonado por los suyos, las discípulas más decididas tenían que permanecer a una cierta distancia y el PADRE parece por unos momentos que deja solo al HIJO cargado con el pecado del mundo. Esto último excede de largo la comprensión humana, pues carecemos de categorías para entender tales cosas. Si la serpiente de bronce curaba en el desierto a los mordidos por serpientes (Cf. Nm 21,9), nosotros seremos curados de todo el veneno del pecado que la serpiente nos haya inoculado, si miramos a JESÚS en la Cruz. Entendamos: mirar para adorar.

Santas mujeres

“El centurión viendo cómo moría JESÚS, exclamó: verdaderamente este era HIJO de DIOS” (v.39. No se le puede pedir de momento al centurión que diese a su incipiente confesión de Fe todo el alcance que atribuye a JESÚS la condición de HIJO de DIOS, pero este romano empieza a situarse en la pista de la Verdad. Ahora las santas mujeres que habían venido de Galilea pueden manifestarse y acercarse a JESÚS sin correr peligro. Allí están María Magdalena, María la madre de José y Salomé (v.40). José de Arimatea aparece al atardecer y se atrevió a pedir el cuerpo de JESÚS a Pilato para darle enterramiento (v.43). Se extrañó Pilato de aquello y consultó con el centurión; y entonces le permitió a José hacerse con el cuerpo de JESÚS que envolvió en una sábana (v.46) y lo puso en un sepulcro nuevo excavado en la roca y luego hizo rodar una piedra cerrando la entrada al sepulcro.

San Pablo, carta a los Filipenses 2,6-11

La Cruz de JESUCRISTO marcó desde el principio una ascesis y espiritualidad. Cuando el ESPÍRITU SANTO vino sobre los Apóstoles y las comunidades en general se fue perdiendo el miedo a la exigencia cristiana que se erigía teniendo por delante la Cruz. No es que se despejen todas las reticencias, pero queda trazada la senda para el seguimiento seguro del SEÑOR que ha dado su vida por todos nosotros. San Pablo en sus escritos nos deja tres piezas de carácter cristológico, que son fundamentales pues nos aproximan a la doble naturaleza de JESÚS de Nazaret, que es DIOS y hombre. De forma especial el himno de Filipenses da una cercanía mayor con el Siervo de YAHVEH, que JESÚS elige como la línea mesiánica querida por el PADRE. Los versículos anteriores a este himno cristológico relacionan los distintos comportamientos personales y las relaciones comunitarias con el modelo expuesto en dicho texto sobre JESÚS. Hay que velar por el entendimiento, concordia y unidad, “siendo todos del mismo sentir con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos. Nada hagáis por vanagloria o rivalidad, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo; buscando cada cual no su propio interés, sino el de los demás. Tened entre vosotros los mismos sentimientos que CRISTO” (v.2-5). En primer lugar es necesario para vivir según CRISTO tener delante con claridad la persona misma de JESUCRISTO, DIOS y hombre. JESUCRISTO es la fuente de toda Gracia para nuestra transformación y mejoramiento ético y espiritual. En nuestras celebraciones, y de modo especial en estos días, se enaltecen las vertientes de la Redención, y todo ello está dispuesto para llegar a una aplicación personal. Para revestirnos de CRISTO, tenemos que desvestirnos del orgullo, la rivalidad o la vanagloria. Para revestirnos de CRISTO debemos quemar las vestiduras del egoísmo, el orgullo o la avaricia. Mirando a CRISTO como los que sufrían la picadura de las serpientes en el desierto hecha por Moisés, así nosotros dirigimos la mirada a la Cruz y somos revestidos del desprendimiento, la obediencia o la misericordia. No hay moral cristiana sin CRISTO; y la afirmación inversa hay que resaltarla: no se da verdadera vida en CRISTO, si no se rectifica continuamente la propia conducta según el modelo dado por el mismo CRISTO. Con paciencia y trabajando nuestro propio camino de acercamiento a JESÚS nos interesa mantener bien claro “quién es JESÚS”.

El HIJO es el ENVIADO

“CRISTO, siendo de condición divina, no permaneció en su Gloria igual a DIOS, y se despojó de su rango (v. 6-7). Dice san Pablo en otra parte: “DIOS a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó” (Cf. Rm 8,30) El objetivo final está en reproducir con santa precisión o perfección la imagen del HIJO, que nos ha de justificar y glorificar, intercediendo para que el ESPÍRITU SANTO complete la obra de la Glorificación. Pero hubo un momento para el diseño eterno, que constituye la predestinación. Nada de todo lo que DIOS decide se hace por una sola de las Divinas personas; por el contrario, es necesario que las tres asientan sobre el proyecto que se realiza siempre en un exceso de AMOR. Los llamados a la existencia, todas las criaturas, están dispuestas para reproducir la imagen del HIJO. Rezamos: “bendito sea DIOS que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del Pueblo Santo en la LUZ” (Cf. Col 1,12). Llamados por DIOS a compartir el designio de AMOR previsto desde siempre. En virtud de este Plan Divino diseñado desde la eternidad, el HIJO viene a nuestro encuentro para justificarnos y glorificarnos. La Divina Justicia es un plan de santificación que reconoce la libertad personal como una de las variables dentro del Plan de DIOS, por lo que el envío del HIJO se realiza en régimen de Alianza o Pacto entre DIOS y los hombres. DIOS no quería que el hombre pactase con el Mal, pero lo hizo desde el principio y los planes se complicaron para todos, pues el HIJO ahora va a cargar con el peso del pecado del hombre, para que la Gracia pueda llegar a sanar y salvar. La naturaleza consustancial de DIOS no se altera por la encarnación, pero las jerarquías angélicas tienen que empezar a mirar hacia abajo para contemplar el despojamiento del HIJO, que entra en el campo de los hombres y la creación material.

El SIERVO

“CRISTO se despoja de sí mismo, tomando condición de SIERVO, haciéndose semejante a los hombres, y apareciendo en su porte como hombre” (v.7) el HIJO convertido en SIERVO. JESÚS de Nazaret es el HIJO con una naturaleza humana y con unas características humanas tangibles. El porte externo del HIJO no es una apariencia de hombre, sino las características propias de un hombre real; por lo que JESÚS se designará también como Hijo de hombre (Cf. Jn 6,53; 8,28). JESÚS es el hombre, que cualquier hombre ha de tomar como modelo de realización personal. JESÚS de Nazaret es el hombre para DIOS y para los hombres en grado máximo por eso es el único Salvador.

Humillación y obediencia

“CRISTO se humilló a SÍ mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz” (v.8) el mandato del PADRE estaba en manifestar el AMOR y la Divina Misericordia hasta límites extremos. Esa obediencia traía consigo añadida la humillación de la muerte, pero no una muerte cualquiera, sino la más ignominiosa en aquellos momentos: la Cruz. Las Escrituras antiguas no contemplaban en momento alguno la muerte en cruz para ningún pecador; sin embargo el JUSTO sobre el que recae toda la Justicia muere como un excomulgado que ha de ser aniquilado. Muy grave debe ser el pecado del hombre, para que el HIJO tenga que padecer tan grande ignominia. DIOS nos pide el reconocimiento de la deuda para con ÉL y quién es el que la pagó y canceló. Nosotros no teníamos capacidad para saldar la deuda por el pecado. Si el pecado de los hombres era grave y había traído males en cascada, DIOS manifiesta su AMOR incondicional perdonando a la humanidad en la muerte de su HIJO en la Cruz.

El PADRE reconoce la inocencia del HIJO

“DIOS exaltó a JESÚS, concediéndole el Nombre que está sobre todo Nombre; de modo que al Nombre de JESÚS toda rodilla se doble en el Cielo, en la tierra y en los abismos” (v.9-10). El HIJO pasa por este mundo y vuelve al PADRE con un Nombre Nuevo: JESÚS. Este Nombre resonará en todas las esferas creadas por DIOS. El HIJO para toda la eternidad llevará Nombre de hombre, y nos dirigiremos a ÉL con ese Nombre que le puso la MADRE, MARÍA, por indicación expresa del Ángel Gabriel (Cf. Lc 1,31). Los abismo si no son capaces de adorar, temblarán ante el Nombre de JESÚS impronunciable para ellos: en el infierno reina sólo el odio y la blasfemia; y esa es su eterna tragedia.

JESUCRISTO es SEÑOR

“Toda lengua confiesa que JESUCRISTO es SEÑOR para gloria de  DIOS PADRE” (v.11). Lo que DIOS reconoce sobre su HIJO es objeto de Fe y proclamación. Hay que evangelizar, porque no todas las religiones son iguales. No todas las religiones dicen lo mismo sobre DIOS. En ninguna religión se predica como en el Cristianismo, que DIOS se hizo hombre para salvarnos. Las diferencias entre religiones son claras, aunque haya coincidencias en la oración como ejercicio ascético o en algunos principios morales. En su día el Yavismo bíblico representó un monoteísmo propio del pueblo judío con respecto a los otros pueblos; pero todavía el Cristianismo abrió la brecha entre la Fe en JESUCRISTO y las otras religiones en cuestiones fundamentales. Si todas las religiones son iguales no valió la pena el envío del HIJO a este mundo, pero nada de lo que argumentan los sincretistas se sostiene.

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