En Hechos 10, el apóstol Pedro está en la ciudad costera de Jope, en casa de Simón el Curtidor, para conocer al centurión Cornelio. Entonces tiene una visión en éxtasis: “vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Pedro dijo: ‘Señor, no; porque ninguna cosa inmunda he comido jamás’. Volvió la voz a él la segunda vez: ‘Lo que Dios limpió, no lo llames tú inmundo’“.
La escena de la visión de Pedro en un grabado clásico
En este fragmento, Pedro ve confirmada una enseñanza de Jesús: no hay alimentos inmundos o que desagraden a Dios. Eso significa una ruptura con la tradición judía, que desde Levítico 11,9-11 prohibía comer “peces sin aletas ni escamas” (tiburones, rayas, congrios y anguilas, etc…) y “toda cosa viviente que está en las aguas” (marisco, moluscos, crustáceos, gambas, bivalvos…). Estos animales acuáticos se sumaban a otros animales prohibidos: el cerdo, ciertas aves, los lagartos, los insectos (excepto el saltamontes o langosta). Es la comida no-kosher, o no permitida. La misma prohibición encontramos en Deuteronomio 14, 9-10.
Hay quien comenta que tanto el cerdo como estos animales acuáticos cumplirían -según entendían los antiguos- una misma función: hurgaban en la basura, eran “el basurero” de la naturaleza. Los congrios, pensaban, se arrastraban, como los moluscos, por los fondos acuáticos, donde cae toda la inmundicia. No sólo los judíos antiguos tenían esas limitaciones. Sabemos que mientras que sí comían cerdo los filisteos (que probablemente eran descendientes de europeos), no lo hacían los cananeos, vecinos de Israel y Judá, ni los arameos (con capital en Damasco). Así, los arqueólogos no encuentran huesos de cerdo en ciudades cananeas ni arameas.
Examinando la basura: ¿cumplían los judíos la norma?
Pero, ¿cuándo empezaron los judíos antiguos a tomarse en serio esta prohibición de Levítico? Lo cierto es que no sabemos cuando se escribió Levítico, o ese capítulo en concreto, o si había una prohibición oral similar antes de ponerse por escrito.
La novedad ahora es que un estudio arqueológico se dedica a desenterrar de la basura los restos de comida de los judíos antiguos y constata que hay mucho pescado no-kosher en la basura de los israelitas antiguos, incluso en la época del Rey David y Salomón (hacia el 1.000 a.C.) y de hecho también hasta el siglo I a.C., la era romana.
Lo explica un artículo de Haaretz que cita un ensayo en el Journal del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv.
El estudio es meticuloso: ha analizado 21.000 huesos de peces encontrados en 30 excavaciones arqueológicas de Tierra Santa, que cubren más de 2.000 años.
Omri Lernau, investigador de la Universidad de Haifa y experto en estudiar huesos de peces constata que “en épocas que se supone que ya existían las leyes bíblicas, la gente seguía comiendo peces impuros“. Ahí están sus huesos, en la basura, a veces bien lejos de la costa.
¿Estaba en los libros pero nadie lo leía? ¿O no existían esos libros?
Yonatan Adler, arqueólogo de la Ariel University, coautor del estudio, señala que una cosa es que algo se escriba en un libro sagrado (que a lo mejor solo interesaba a eruditos o personas muy religiosas de su época) y otra es que la gente lo conozca ampliamente y trate de aplicarlo en la vida.
Adler sospecha que la prohibición del cerdo, común a otras culturas de la zona, debía ser la más antigua y no tener base religiosa, y sólo posteriormente se incluyó como norma religiosa. Por el contrario, el “pescado impuro”, no dejó de comerse hasta la época romana.
Los arqueólogos especifican que se fijan sobre todo en los peces y sus huesos porque aunque también estaban prohibidos los moluscos, estos podrían encontrarse en los montones de basura por usarse para obtener tintes o por razones ornamentales. Pero “si encuentras huesos de peces en Jerusalén y otros lugares lejos de una gran fuente de agua puedes asegurar que se lo comieron, porque los huesos de pez no sirven para casi nada más”, añade el arqueólogo.
Un 13% de peces impuros en Judá… muchos de importación
El estudio especifica: un 13% de los peces desenterrados en el reino de Judá (en realidad, Jerusalén y el área a 70 kilómetros de radio desde ella) eran ‘impuros’. La mayoría eran peces-gato, con unos pocos tiburones y rayas. Los tiburones y rayas los trajeron del Mediterráneo. Los peces-gato se encontraban en el Mar de Galilea, el Jordán y se constata que algunos pertenecen a subespecies que solo están en Egipto, por lo que debían ser importados. Es bien sabido que Egipto exportaba pez ahumado, secado y salado por todo el Mediterráneo oriental.
En la época del Segundo Templo, con los judíos retornados de Babilonia bajo tutela persa (539-332 a.C.), los huesos de pez-gato siguen siendo frecuentes en la comida. En la llamada “ciudad de David” (zona arqueológica de Jerusalén), de 195 peces hallados, 36 son ‘impuros’. Encuentran también algunos en la época griega, pero el total de peces excavados en esta época es pequeño y no permite conclusiones fuertes.
Por último, en la primera parte de la época romana (siglo I a.C.) ya no hay apenas peces impuros en los restos de asentamientos judíos. Los hábitos, claramente, cambiaron.
El judaísmo “fuerte” parece nacer con los Asmoneos (s.II a.C.)
Adler señala que los arqueólogos no encuentran restos de vasos de piedra rituales y de baños rituales de piedra (mikváhs) hasta el siglo II a.C., la época helenística de los reyes judíos asmoneos. También parece que fue en esta época, cuando los judíos asmoneos lograron expulsar a los griegos seleúcidas e instaurar un reino judío independiente, que empezaron a ponerse estrictos con la prohibición de hacer figuras humanas o animales en el arte y las monedas, porque en épocas anteriores sí realizaban tales imágenes.
Expansión de Israel bajo el control de la dinastía de los Asmoneos,
que duró del 134 a.C. (al expulsar a los griegos seleúcidas) al 37 a.C
(al caer, con Herodes y su dinastía, bajo control romano)
Pero sacar conclusiones arqueológicas sobre el judaísmo antiguo a partir de los pocos datos la época persa y helenista (siglo VI a II a.C) es atrevido, detalla Elon Gilad, un columnista de Haaretz experto en historia. Quizá en esa época los judíos eran muy pocos, retornados de Babilonia y concentrados sólo en Jerusalén y sus cercanías más inmediatas. Los comedores de peces impuros podían ser no-judíos aposentados en la zona, que podían ser incluso la población mayoritaria.
Adler, por su parte, cree que la Torá con sus leyes rituales ya estaban siendo observadas en serio por el pueblo judío en el s.II a.C, “así que el judaísmo empezó entonces o antes, pero cuanto antes no lo sabemos”.
Fundación Tierra Santa.
P.J.Ginés.
ReL.