Padecimientos y cruz

Isaías 50,4-7 | Salmo 21 | Filipenses 2,6-11 | Mateo 26,14—27,66

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

La puerta de entrada a la Semana Santa es la lectura de la Pasión en el Domingo de Ramos. Da la impresión de condensar en los episodios finales de la vida de JESÚS todo su sufrimiento, pero repasando los evangelios sabemos que JESÚS no dejó de compartir el dolor y el sufrimiento con las personas. JESÚS ve a las gentes desorientadas y desvalidas y se compadece de ellas: ”vio a una muchedumbre que andaban como ovejas que no tienen pastor, le dio lástima de ellos y se puso a enseñarlos” (Cf. Mc 6,34). JESÚS acude a la piscina de Betesda para curar a un enfermo que llevaba más de treinta años en una camilla. Había más enfermos esperando que el agua de la piscina se moviese, pero aquel enfermo no tenía a nadie que lo introdujese en el agua para ser curado (Cf. Jn 5,5-7). JESÚS de camino se encuentra que llevan a enterrar al joven hijo de una viuda y JESÚS se lo devuelve con vida (Cf. Lc 7,12-15). JESÚS carga personalmente con el sufrimiento humano, y sus milagros no obedecen a un poder frío y distante, que pretendiese imponer la diferencia entre JESÚS y el resto. Volviendo al evangelio de san Juan, recordamos las tres menciones que el evangelista hace al llanto de JESÚS por la muerte de su amigo Lázaro (Cf. Jn 11,33.35.38). JESÚS sabe desde el primer momento, que el mundo al que ha venido no es un lugar de paz, compasión y bondad; aunque no estén destruidas por completo. Las advertencias que hace a los discípulos llevan gravedad y pesimismo: “estad prevenidos contra la levadura de los fariseos, que es la hipocresía” (Cf. Lc 12,1). A los discípulos y apóstoles que son enviados a evangelizar les describe un panorama difícil, ante el que deben tomar todas las cautelas: “mirad que os envío como ovejas en medio de lobos” (Cf. Mt 10,16). Por si lo anterior fuera poco, añade: “los enemigos serán los de la propia casa,  y estará el hijo contra el padre, y el padre contra el hijo; la madre contra la hija, y la hija contra la madre” (Cf. Mt 10,35-36). JESÚS lo había vivido en primera persona cuando fue a su pueblo y los vecinos trataban de despeñarlo por un desfiladero, sin que se oyeran las voces de familiares y amigos de poco tiempo atrás para contrarrestar aquel linchamiento (Cf. Lc 4,29). No había llegado La Hora y “JESÚS se alejaba, abriéndose paso entre ellos” (Cf. Lc  4,30). En otra ocasión, JESÚS estuvo a punto de morir apedreado (Cf. Jn 8,59), pero tampoco había llegado La Hora. La muerte de JESÚS no cae fuera del Plan de DIOS, aunque las decisiones humanas jueguen también su papel, porque JESÚS no suspende, o hace un paréntesis, a la responsabilidad y libertad de los hombres para aceptarlo o rechazarlo. Ahora bien, DIOS dispone los tiempos en los que ÉL actúa y determina cuándo su parte está concluida: “nadie me quita la vida, SOY YO quien la da libremente” (Cf. Jn 10,18). En primer término, la entrega de JESÚS es una ofrenda de Amor al PADRE; y por otro lado, su vida entregada por amor a los hombres nos trajo la Salvación. Los evangelios sinópticos relatan el dramatismo de la ofrenda de JESÚS al PADRE, que se visibiliza en la exudación de la sangre (Cf. Lc 22,44), como resultado de la gran lucha espiritual: “PADRE mío, que pase de MÍ este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Cf. Mt 26,39). Sin dejar de ser el HIJO de DIOS, JESÚS padece el dolor y sufrimiento humano hasta el extremo. El contenido espiritual que llenó el dolor y el sufrimiento de JESÚS en Getsemaní será un misterio para siempre. La iluminación de conciencia vivida por una persona le reaviva profundo sufrimiento al contemplar de forma clara los fallos, errores o pecados. ¿Se podría multiplicar por muchas vidas -miles de millones- a las que JESÚS habría de redimir.? ¿Creemos que la conciencia humana de JESÚS contempla lo que su condición de VERBO le puede mostrar para ser redimido? La naturaleza humana de JESÚS es como la nuestra, pero con rasgos propios: “en todo semejante a nosotros menos en el pecado” (Cf. Hb 4,15). Esa diferencia no es de orden menor y determina otro rango dentro de la condición humana, pero gracia a esa diferencia ÉL pudo cargar con el pecado del mundo” (Cf. Is 53,4; Jn 1,29). Algunas de estas consideraciones son fundamentales para aproximarnos a la identidad de JESÚS, y valorar su singularidad. Nadie nos podía redimir mas que ÉL, por ser hombre e HIJO de DIOS. Ningún ser humano ostentó ni presentará en el futuro esta doble condición. Los momentos que vamos a vivir en la Semana Santa son únicos, por cuanto tenemos la oportunidad de sumergirnos de nuevo en el Misterio Redentor de todos los hombres.

El discípulo (Is 50,4-9)

La lectura del “tercer cántico del Siervo de YAHVEH”, del profeta Isaías de comienzo a la Liturgia de la Palabra. En estos versículos es el propio Siervo el que toma la palabra, y lo que dice ha de ser considerado con gran atención. Con propiedad aplicamos este texto al momento que nos toca vivir, pues leemos con la perspectiva dada por la unidad que el ESPÍRITU SANTO confiere a toda la Escritura. Allí, en los tiempos anteriores a la aparición del Siervo de YAHVEH también actuó el ESPÍRITU SANTO preparando el camino al SEÑOR (Cf. Is 40,3) en los corazones de los hombres. Nuestra unión con el Siervo de YAHVEH permite aplicar con propiedad estos versículos siempre portadores de una unción especial. El texto presente señala los rasgos característicos del Siervo de YAHVEH, como así también los cánticos restantes, y han podido surgir a lo largo de los siglos distintos hombres de DIOS que respondiesen de forma aproximativa a este perfil; pero quedan reflejados de forma precisa y eminente en JESÚS de Nazaret. La revelación plena de estos cuatro cánticos del Siervo de YAHVEH se dan en JESÚS: ÉL es “el ungido predilecto del SEÑOR” (Cf. Is 42,1); ÉL es “LUZ de las naciones” (Cf. Is 49,6); ÉL es el que “oye hablar al PADRE” (Cf. Is 50,4; Jn 8,38.12,49); ÉL es el “CORDERO que carga con el pecado del mundo” (Cf. Is 53,4; Jn 1,29).

La escucha del Siervo de YAHVEH

“Cada mañana el SEÑOR me despierta el oído para que escuche” (v.4). El Siervo de YAHVEH es el Discípulo que vive cada día, o cada mañana, la experiencia de un encuentro específico con el SEÑOR. Si el Siervo de YAHVEH quiere mantenerse en comunión con su SEÑOR, tiene que renovar cada día la relación y el diálogo. Cada mañana el Pueblo de Israel en el desierto se levantaba para recoger el maná, que constituía su alimento. Ahora el alimento es otro: el maná fue sustituido por reconocer y llevar a término la Divina Voluntad: “mi alimento es hacer la Voluntad del PADRE” (Cf. Jn 4,34), les dice JESÚS a sus discípulos. En el mismo acto de escucha se establece la primera fase para el cumplimiento de la Voluntad de DIOS. Escuchamos a DIOS tangiblemente cuando la Palabra de la Escritura produce eco en nuestro interior; entonces la Palabra se deja oír. Cada mañana, o cada día, debemos repetir el ritual particular y recitar Salmos o interiorizar alguno de los textos propuestos para la Santa Misa de ese día. De manera especial conviene prestar toda la atención a las lecturas de estos días de Semana Santa, pues a través de ellas el SEÑOR dirá cosas nuevas, que necesitamos más de lo que suponemos. Si es el SEÑOR quien despierta el oído para escuchar será necesario cerciorarnos de su Presencia, por lo que debe ser pedida o invocada. Vivimos en la Fe, o lo que es lo mismo, en la confianza de sabernos en una continua Presencia de DIOS; pero cada mañana se hace necesario despertar a esa Presencia. La Liturgia de las Horas dispone el comienzo de la jornada con la jaculatoria: “abre SEÑOR mis labios”, a lo que se responde: “y mi boca proclamará tu alabanza”. Estas jaculatorias, a su vez, están tomadas del Salmo cincuenta (Cf. Sl 50,17). Es una forma excelente de iniciar la jornada, que se hace con el signo de la Cruz, al tiempo que recitamos la jaculatoria mencionada. Si evitamos la palabra o el gesto mecánico, entraremos de modo inmediato en la Presencia de DIOS, que no nos abandona un instante. No es poca cosa fijar un comienzo en el que nos sintamos en la Presencia de DIOS para continuar el resto del diálogo o plegarias.

El iniciado es el discípulo

Los cristianos tenemos sacramentos para la iniciación -Bautismo, Confirmación, EUCARISTÍA-; y la Iglesia dispone de un proceso de formación para llegar a la iniciación que es un momento de Gracia del todo especial. Pero en realidad toda la vida del cristiano es un camino de iniciación y discipulado, pues el aprendizaje no puede cesar y el conocimiento de las cosas de DIOS es inagotable. “Toda Palabra revelada es buena para enseñar, exhortar y meditar” (Cf. 2Tm 3,16-17); y a los de Colosas, san Pablo les dice que “la Palabra de DIOS abunde entre ellos” (Cf. Col 3,16). Una gran abundancia de Palabra revelada vamos a tener en las celebraciones de esta Semana Santa, palabras y verdades que no vamos a ser capaces de procesar, y debieran, por eso mismo, crearnos la sed espiritual para retornar a esa fuente.

Una palabra alentadora

El Siervo de YAHVEH que ha sido despertado por el SEÑOR, y mantiene atento su oído a las palabras de Verdad, está en condiciones de ofrecer una Palabra de Aliento. Una Palabra ungida por el ESPÍRITU es una Palabra de Aliento. Las palabras en la vida cotidiana levantan o hunden, animan o desalientan, crean horizontes de esperanza o promueven el pesimismo; amenazan o  fortalecen; amedrentan o levantan. Todos sabemos en mayor o menor medida del poder que las palabras ejercer, al crear ámbitos de encuentro personal y convivencia. Por encima de todas ellas están las palabras que traen consigo un Aliento de DIOS. Esas palabras existen, y de forma cotidiana se dan entre nosotros. Esas palabras las pronuncia el sacerdote y el bautizado en su familia, en el trabajo y en la vida social. Cuando esas palabras están dirigidas de forma expresa en el Nombre de JESÚS pueden llevar un verdadero Aliento de Vida al decaído, desalentado o abatido. Una Palabra de aliento no es un mero sonido, sino una voz que transmite verdadera Vida. Vale la pena al bautizado escuchar como el discípulo y ofrecer así una palabra de aliento al hijo, al cónyuge o al compañero de trabajo, desalentado por los acontecimientos.

Valentía  del Siervo de YAHVEH

La Palabra modela al Siervo de YAHVEH, pero tiene que aceptar los resultados de la misma. La Palabra del SEÑOR no es neutra: “el SEÑOR YAHVEH me ha abierto el oído, y yo no me resistí ni me eché atrás” (v.5) El iniciado recibe la Palabra para sí mismo, disponiéndola para los demás como la ración que dispone el que está al frente de la servidumbre, siguiendo la imagen dada en la parábola (Cf. Mt  24,45). El profeta Jeremías declara que la Palabra le sobrepasa y excede sus fuerzas para soportarla, pero no puede ni quiere deshacerse de ella; la Palabra corroe sus entrañas, pero cuando las encuentra, esas palabras, las devora (Cf. Jr 20,1ss). Una vez tocado por la unción de la Palabra ya no es posible olvidarla. Como los discípulos de JESÚS, respondemos al SEÑOR: “¿dónde vamos a ir, TÚ tienes Palabras de Vida Eterna” (Cf. Jn 6,67). Encontramos en la Biblia pasajes difíciles, ambiguos o controvertidos, pero quien fue tocado por la unción de la Palabra sabe aceptar el misterio de la misma, y realiza un acto de abandono en la Providencia Amorosa de DIOS, que es bueno y fiel. Desde la primera línea de la Biblia hasta la última palabra, la revelación de DIOS se volcó en palabras humanas y categorías de pensamiento también humano; por tanto, nosotros de forma irremediable limitamos o distorsionamos en gran medida quién es DIOS y lo que quiere de nosotros. Para salvar esa gran distancia, DIOS nos dio una Palabra clara e inequívoca mediante su HIJO: “tanto amó DIOS al mundo, que entregó a su HIJO único” (Cf. Jn 3,16).La propia Escritura nos ofrece el principio interpretativo correcto de toda ella: “DIOS es AMOR” (Cf. 1Jn 4,8). El AMOR pide a veces cosas heroicas, difíciles o que no entendemos; pero el creyente sabe que esa voluntad de DIOS está basada en la bondad y fidelidad. La humanidad del VERBO, JESÚS de Nazaret, en Getsemaní, vence al instintivo rechazo humano al sufrimiento, que en aquel caso superaba todo umbral conocido. JESÚS no se echó atrás, sino que afrontó lo que se le encomendaba: concluir la Redención de todos los hombres.

Aceptación del martirio

Quinientos años antes el ESPÍRITU SANTO pone voz al Siervo de YAHVEH para que cuente lo que va a padecer: “ofrecí mi espalda a los que me golpeaban; mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no escondí a los insultos y salivazos” (v.5-6). El Siervo de YAHVEH habla de SÍ mismo y lo hace con toda precisión quinientos años antes que históricamente sucedan los hechos. No tenemos que hacer esfuerzo alguno para reconocerlos, y de camino comprobar la autenticidad de la Escritura, que nos ofrece la Revelación de DIOS. Con cinco siglos de antelación el Siervo de YAHVEH habla y anuncia lo que va ser el sacrificio expiatorio por los pecados de todos los hombres. Lo que se está anticipando en esta visión no es el desenlace de un avatar en el metaverso, sino unos acontecimientos que darán un giro de ciento ochenta grados a la historia de la humanidad.

La confianza del Siervo de YAHVEH

“Cerca está el que me justifica ¿quién disputará conmigo? Presentémonos, ¿quién es mi demandante? (v.8) Misterio, agradecimiento, y por tanto una actitud de profunda adoración a DIOS por el sacrificio expiatorio de JESÚS: “ÉL cargó con los pecados de muchos” (Cf. 1Pe 2,24). El juicio condenatorio que recaía sobre los hombres lo asumió JESÚS de Nazaret. Dice san Pablo: “a penas habrá quien muera por un hombre de bien, pero no así por un malhechor; pero JESÚS murió por todos nosotros cuando éramos infieles y todos estábamos en el pecado” (Cf. Rm 5,7-9). El Juicio de DIOS recae sobre el HIJO que asume la vía del Siervo de YAHVEH  y clava en la Cruz el protocolo condenatorio que pesaba sobre nosotros (Cf. Col 2,14). JESÚS, el Siervo de YAHVEH, “que no tenía pecado asumió y se hizo pecado por todos nosotros (Cf. 2Cor 5,21).

Está próxima la Pascua

“Sabéis que dentro de dos días es la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado” (Mt 26,2). El relato de la Pasión reúne los capítulos veintiséis y veintisiete del evangelio de san Mateo. Sin rodeos, el autor sagrado pone en boca de JESÚS el anuncio de su crucifixión en los días inmediatos. Un tiempo atrás este mismo anuncio había provocado una reacción de rechazo por parte de los discípulos, de los que Pedro se hizo portavoz: “eso a ti no te puede pasar” (Cf. Mt 16,22). Este anuncio sobrio de la Pasión produce vértigo y hace enmudecer. La reacción de los discípulos será la huida y la dispersión cuando próximamente se desencadenen los acontecimientos.

Betania

Una cena de despedida con los amigos, en casa de Simón el leproso con Lázaro, devuelto a este mundo, y sus hermanas Marta y María. JESÚS es ungido con un perfume que costaba más de trescientos denarios, el salario de un jornalero durante un año, pero JESÚS aprueba el gesto profético de María que intuye la muerte de JESÚS y de modo anticipado gasta aquel perfume destinado a su sepultura (Cf. Mt 26,6-13; Jn 12,1-8). Judas desaprueba aquel gesto profético, y el evangelista san Mateo señala que decide tratar con las autoridades religiosas para entregar a JESÚS. Judas no acepta el modo de proceder que tiene JESÚS y busca el enfrentarlo con las autoridades.

Judas

“Los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del sumo sacerdote llamado Caifás, y resolvieron prender a JESÚS con engaño y darle muerte” (v.3-4). Mientras JESÚS agotaba sus últimos días en este mundo con sus amigos, las autoridades religiosas conspiraban para matarlo, y Judas fue el colaborador que necesitaban para llevar a término el plan asesino, sin provocar desorden público, que podría alertar en su contra a las autoridades romanas. Judas fue y les dijo: ¿qué me dais si os lo entrego? Y acordaron treinta monedas de plata (v.14).

La Pascua

Esta fiesta reviste para los cristianos un significado especial por la institución de la EUCARISTÍA en la Última Cena. Teniendo en cuenta que la fiesta de Pascua aquel año caía en sábado, la cena pascual tendría que haberse celebrado un día antes, el jueves. JESÚS muere a la hora en la que los corderos son sacrificados en el Templo. JESÚS establece con los discípulos, en la Última Cena, la Nueva Cena de Pascua por la institución de la EUCRISTÍA. Es del todo accidental, que la cena tenida por JESÚS con sus discípulos no estuviese ajustada en el tiempo a lo prescrito por las autoridades religiosas. Es san Lucas quien recoge el ardiente deseo de JESÚS de celebrar aquella cena: “he deseado ardientemente celebrar esta Cena con vosotros” (Cf. Lc 22,15). En esa Cena Última se va quedar sacramentalizada la acción salvadora de JESÚS. En un poco de pan y una copa de vino se podrá realizar en lo sucesivo un cambio substancial, por el que el pan pasará a ser el CUERPO de JESÚS, y el vino dará lugar a la SANGRE de la Nueva Alianza (v.26-28). La nueva forma eucarística de estar el SEÑOR en el mundo reúne cuerpo, sangre, alma y Divinidad. La Fe católica y ortodoxa no se han apartado de esta Fe en más de dos mil años, porque la epíclesis -invocación al ESPÍRITU SANTO- se pronuncia incesantemente desde que sale el sol hasta su ocaso en todo el orbe. A pesar de los grandes males que aquejan en este momento a la humanidad, los discípulos del SEÑOR siguen recordando con Poder las palabras de JESÚS: “haced esto en memoria MÍA “ (Cf. 1Cor 11,24-25). También la Pascua de JESÚS, como la antigua Pascua, es muerte y Vida o Resurrección. La EUCARISTÍA es la Gracia transformadora con la que DIOS cuenta en este mundo para cambiar la muerte de los hombres en Vida que no termina y se prolonga por toda la eternidad. Era importante aquella Última Cena de Pascua con JESÚS.

Getsemaní

Cuando concluyeron los Salmos del “Hallel”, 113-117- en el cenáculo salieron para el huerto de Getsemaní, al pie del monte de los Olivos. A este lugar solía retirarse JESÚS para sus vigilias de oración cuando se encontraba en Jerusalén. JESÚS con los Once se encamina hacia Getsemaní para afrontar las últimas horas del paso por este mundo. JESÚS hace un anuncio:”todos vosotros vais a escandalizaros de MÍ esta noche, como está escrito, heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” (v.31). Pedro reacciona diciendo: “yo nunca me escandalizaré” (v.33). Las negaciones de Pedro nos dejan a todos el testimonio de lo frágil que es la condición humana. Aquí mismo, en Getsemaní, JESÚS les dirá: “velad y orad, porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil” (v.41). Getsemaní queda fijado en nuestro recuerdo como el lugar de la oración más decisiva en la vida de JESÚS, pues se dispone a doblegar su propia condición humana a la Voluntad del PADRE sin fisura alguna. Durante tres horas la oración que salía de los labios de JESÚS fue: “!PADRE mío, si es posible que pase de MÍ este cáliz -copa-, pero no se haga mi volunta, sino la tuya” (v.39.42). Tres veces señala el texto, que JESÚS va a comprobar si sus discípulos están orando con ÉL, y las tres los encuentra dormidos. ¿Habría cambiado el curso de los acontecimientos la oración de los discípulos con JESÚS? No lo sabemos, pero la comunidad cristiana de la primera generación tomó buena nota y se multiplicaban las vigilias de ayuno y oración. Esta práctica no ha cesado a lo largo de los siglos.

Prendimiento

Judas encabeza un grupo numeroso provisto de espadas y palos dispuesto por los sumos sacerdotes para prender a JESÚS. El beso de Judas será la señal para no prender a otro distinto del propio JESÚS, y en ese punto terminará la tarea de uno de los Doce, que al igual que el resto de discípulos había recibido gracias especiales para anunciar el Mensaje del Reino con señales carismáticas incluso. El beso de Judas es un acto de enfrentamiento y rebelión hacia el MAESTRO, porque Judas quiere otro mesianismo distinto. Judas puede pensar que el enfrentamiento con los sumos sacerdotes y los ancianos del Sanedrín hará cambiar a JESÚS. Judas se arrepiente cuando se entera, que a JESÚS lo habían condenado a muerte, y entiende que su destino es el suicidio como otros personajes de la Biblia: Saúl (Cf. 1Sm 31,4), o Ajitofel el sacerdote que asiste a la investidura de Absalón como rey en contra de David (Cf. 2Sm 17,23). Judas devuelve las monedas, confiesa que ha entregado una vida inocente, pero encuentra el desprecio de los sumos sacerdotes (Mt 27,4). Judas no espera la Misericordia del MAESTRO como le sucede a Pedro, y no encuentra otra salida que el suicidio. Nadie puede afirmar que Judas está en el infierno, porque nadie sabe lo que pasó por su mente en los instantes críticos del suicidio, en los que todavía queda conciencia propia y margen para la actuación de la Gracia.

Juicio religioso

Se dicta sentencia contra JESÚS por blasfemo, pues Caifás interpreta la declaración de JESÚS como una blasfemia intolerable y se rasga las vestiduras como signo externo de su indignación (v.65). Habían buscado testigos falsos, pero todos ellos se contradecían, los que parecían verosímiles tenían muy poco peso para una condena a muerte, que es el objetivo. Caifás era un hombre hábil, que logró permanecer en su cargo dieciocho años, y formuló a JESÚS la pregunta en forma de juramento: “yo te conjuro por el DIOS vivo, si TÚ eres el CRISTO, el HIJO de DIOS. JESÚS le responde: tú lo has dicho; y YO os declaro que a partir de ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder de DIOS sobre las nubes del cielo” (v.63-65). Todos los allí reunidos concluyeron con Caifás sobre la gran blasfemia. JESÚS no habla bajo juramento y se limita a devolver el argumento enfático propuesto por Caifás, que al mismo tiempo detalla con precisión títulos pertenecientes con propiedad a JESÚS: CRISTO e HIJO de DIOS. JESÚS se limita a corroborar lo afirmado por Caifás: ÉL estará sentado como JUEZ  con el mismo Poder de DIOS, a su derecha, para juzgar a las naciones; y ellos lo verán (v.64). El reo acusado, a punto de ser sentenciado, se declara JUEZ universal con el mismo Poder de DIOS. Para los oídos sordos de aquellos, la cosa era intolerable y JESÚS, definitivamente, tenía que morir. Ya no necesitaban otras pruebas, con aquella confesión de parte era suficiente. Para aquellas autoridades, JESÚS mismo se había condenado y ellos habían garantizado una vez más las esencias de la religión del Pueblo escogido. Sobrecogedora paradoja la que se plasma en estas breves líneas.

Pedro

En la noche, Pedro sigue los pasos de JESÚS hasta la casa de Caifás donde es juzgado. Pedro quiere estar cerca de los acontecimientos y ver lo que sucede, pero dos criadas que se encuentran en el patio y otras personas delatan por su acento a Pedro el galileo, además algunos lo recordaban con JESÚS en Getsemaní. Pedro se estaba arriesgando y le entró miedo como en el lago cuando avanzaba caminando por las aguas pero dudó, tuvo miedo y se hundía en el agua (Cf. Mt 14,28-30). Ahora Pedro vuelve a tener miedo y se defiende frente al miedo con la negación, la increpación y la blasfemia. San Lucas es quien cuenta el cruce de miradas entre JESÚS y Pedro después de las negaciones (Cf. Lc 22,61). Aquella mirada llena de Misericordia fue la mano tendida que lo sacó de las oscuras aguas a punto de hacerlo desaparecer. Pedro amaba a su MAESTRO, pero era grande el peso de su petulancia. Recordamos su apuesta desafiante frente al resto de los compañeros: “aunque todos se escandalicen de ti, yo no me escandalizaré. Aunque tenga que morir CONTIGO yo no te negaré” (v.34.36). Pedro no se dio cuenta que desde el principio hasta el final el hombre no puede nada en orden a DIOS sin la Gracia.

El juicio de Pilato (Mt 27)

San Mateo abrevia el proceso de JESÚS ante Pilato, que formula una sola pregunta directa a JESÚS: “¿eres TÚ el REY de los judíos? JESÚS le responde: sí, tú lo dices” (v.11). Ante las acusaciones públicas del gentío allí reunido, JESÚS no añadió nada. La pregunta de Pilato y la respuesta de JESÚS como bien sabemos encierran un significado mesiánico. Entre el interrogatorio de Caifás y el de Pilato se reúnen tres títulos principales de JESÚS: ÉL es el CRISTO, el HIJO de DIOS, y es el REY del Universo que un día vendrá a juzgar la historia de los hombres en su Segunda Venida. Es más que dudoso, que Pilato vislumbrase alguno de esos títulos propios de JESÚS, y al preguntarle por su realeza, actuase por lo que le habían transmitido los del Sanedrín. Para Pilato todo aquello era un desvarío, que sólo tenía lugar entre los judíos en tierras de Palestina. Para crearle más zozobra a Pilato, viene la mujer contándole un sueño de aquella misma noche y requiriéndole que dejase en paz a JESÚS. Se le ocurre una propuesta que fracasa: soltar a Barrabás o a JESÚS. El gentío pide la libertad para el malhechor y la condena a muerte de JESÚS. Pilato se ve superado por la situación y recurre a un gesto trivial, que muestra la apatía y el desprecio del que se siente poderoso a la hora de defender la causa de un inocente: lavarse las manos en público. Este gesto será recordado junto con Pilato para todas las ocasiones en las que alguien se desentiende gravemente de sus responsabilidades. Algo sobrecogedor: el gentío embravecido y retador declara, que la sangre de JESÚS caiga sobre ellos y sus mismos hijos (v.25). La sangre de JESÚS es una bendición cuando se ve en ella la Vida entregada del REDENTOR por todos y cada uno de los hombres; pero se incurre en condenación al maldecirla (Cf. 1Cor 11,27). El gentío manipulable fue convenientemente inducido a pedir la condena de JESÚS. En todo este drama cada uno cargamos con nuestra parcela de responsabilidad.

En casa del procurador

Los evangelistas no describen minuciosamente el martirio sufrido por JESÚS, pero ofrecen los datos suficientes para hacernos una idea. San Mateo dice que JESÚS fue azotado (v.26). A renglón seguido siguió una burla encarnizada, trenzando una corona de espinas que pusieron sobre la cabeza, una vara en la mano a modo de cetro real con un manto rojo. JESÚS recibió en esos momentos bofetadas, todo tipo de golpes y escupitajos, doblaban la rodilla ante ÉL parodiando un saludo real. Los análisis modernos de la Sábana Santa de Turín aportan cada vez más detalles del hombre envuelto en aquel lienzo, que dejó para la posteridad su imagen tridimensional impresa en esa tela. Después de ser azotado, coronado de espinas y burlado, a JESÚS lo conducen al Gólgota para crucificarlo.

Simón de Cirene

Aparecerán otros personajes en el drama de la Pasión, que nos ayudarán a ver cuál es nuestro lugar en el mismo, pues la obra redentora es actual y es imposible dejar de reconocer la propia distancia con respecto a JESÚS. Simón de Cirene aparece como un extra en la trama, que ocasionalmente es forzado a implicarse en algo que no va con él. Viene del campo, quiere llegar a su casa, y las cosas de los judíos le traen sin cuidado; pero ahora al cruzarse en su camino habitual con aquellos se le obliga a cargar con la Cruz del condenado a muerte, JESÚS de Nazaret. Parece ser que Simón de Cirene es padre de Rufo y de Alejandro ( Mc 15,21), nombres que aparecen en los escritos de los primeros tiempos. Para Simón de Cirene, la mala suerte de haberse encontrado con JESÚS en aquellas circunstancias pertenecía, por otra parte, al Plan amoroso de DIOS.

El Gólgota

El monte en el que crucifican a JESÚS lo conocemos como Gólgota, Calvario o Calavera. JESÚS muere crucificado fuera de la ciudad excluido o excomulgado como el peor de los malhechores. Las autoridades religiosas lo han conseguido, y la autoridad romana condenó a JESÚS con la pena de la crucifixión. A partir de este punto, en el que se conjugan perfectamente la muerte y la Resurrección se comienza a leer la vida de JESÚS, su persona y Mensaje. Lo que para cualquiera sería el punto final y olvido de todo, en el caso de JESÚS ese proceso se invierte del todo. Son muchos los aspectos a mirar en el drama de la Pasión: JESÚS no toma la bebida narcotizada para aliviar los dolores de los crucificados; con JESÚS mueren crucificados dos malhechores; se reproducen las burlas, insultos y desprecios; sobrevienen las tinieblas densas sobre la región; el velo que oculta al Santo de los Santos en el Templo se rasga; muchos de la ciudad tienen apariciones de sus familiares difuntos; un cartel clavado en la Cruz expone la causa de la crucifixión; seguidoras de JESÚS –discípulas- contemplan a cierta distancia el desarrollo de los acontecimientos; y JESÚS de forma extraordinaria grita: ¡DIOS mío, DIOS mío, ¿por qué me has abandonado?” (v.46). Desde que JESÚS es interrogado por Caifás, esta es la tercera vez que salen palabras de su boca, y en  este caso para revelar el gran misterio de la desolación: el HIJO se ve abandonado por el PADRE. Verdaderamente JESÚS cargó con el pecado de los hombres, y de forma vicaria sufre y paga por todos nosotros la factura de la Divina Justicia. Voluntariamente JESÚS se ha ofrecido como víctima, pues todos los sacrificios antiguos fueron inútiles para saldar la deuda por el pecado. Los hombres tenemos algo de conciencia de lo que es el pecado y sus consecuencias, pero en absoluto somos capaces de medir su hondura y calibrar los destrozos del mismo. Gracias a esta limitación hemos sido redimidos, pero el REDENTOR tuvo que bucear a las profundas regiones donde el pecado tiene su dominio absolutamente excluyente de DIOS; por tanto el abandono de JESÚS es el momento cumbre de la expiación y de la Redención. Ahora el que está en el punto más alejado no es el odiador -Satanás-, sino el que se ha entregado por AMOR al PADRE y a los hombres. El REDENTOR ha conseguido que el mayor daño y mal sea redimible, si la criatura acepta el infinito Amor de DIOS manifestado en la Cruz por JESÚS de Nazaret.

San Pablo, carta a los Filipenses 2,6-11

De muchas formas la Palabra de DIOS nos acerca a JESÚS de Nazaret, que es la Segunda Persona de la santísima TRINIDAD por su unión con el HIJO. Las comunidades cristianas de los primeros tiempos confesaron a JESÚS de distintas formas, manteniendo unas líneas fundamentales; y de esa forma nos encontramos con el himno de la carta a los Colosenses (Cf. Col 1,15-20); o el de la comunidad de Éfeso (Cf. Ef 1,3-14) También se puede considerar como un estadio inicial del Credo el núcleo del kerigma “tenga en cuenta toda la casa de Israel, que DIOS ha constituido SEÑOR y CRISTO a este JESÚS, que vosotros habéis crucificado” (Cf. Hch 2,36). Con la paz constantiniana, el emperador considera que el Cristianismo debe unificar su Credo, pues la herejía arriana estaba creando problemas y Constantino, el emperador, veía en el Cristianismo un factor esencial para la unidad y el orden dentro de sus dominios; por tanto era necesario ponerse de acuerdo en los fundamentos, y para eso convoca el Concilio de Nicea (325). Es la época en que la madre del emperador, santa Elena junto con san Macario, obispo de Jerusalén, devuelven a la luz los santos lugares, que habían sido llenados con escombros y enterrados por el emperador Adriano (117-138). Se atribuye a santa Elena haber encontrado la Cruz en la que murió JESÚS, y a san Macario la edificación de los templos dedicados a la muerte y la Resurrección (anastasis) por mandato del emperador. También este santo obispo de Jerusalén tuvo una participación muy activa en el Concilio de Nicea enfrentándose con decisión a los que negaban la divinidad de JESUCRISTO. El himno cristológico de la carta a los Filipenses mantiene su importancia capital y es rezado por la Iglesia todos los sábados en el rezo de Vísperas.

Igualdad con DIOS

“CRISTO, a pesar de su condición divina, no retuvo ávidamente su condición el ser igual a DIOS” (v.6). Comienza el misterio de CRISTO para nosotros, pues siendo DIOS en todo tiempo, sin embargo “deja algo de SÍ” para acercarse a nosotros. Siempre nuestras palabras serán escasas y limitadas para acercarnos al misterio de CRISTO. Decimos que CRISTO deja su Gloria, y esta Gloria suya ¿es ajena a su misma naturaleza? Pero el hecho verificado es que en JESÚS de Nazaret  va a morar la plenitud de la Divinidad (Cf. Col 2,9).

Hombre como nosotros

“Se despojó de SÍ mismo haciéndose hombre como nosotros, apareciendo en su porte como hombre” (v.7). Nos dice la carta a los Hebreos, que CRISTO es en todo igual a nosotros excepto en el pecado (Cf. Hb 4,15). El pecado no destruyó del todo la condición humana del origen, pero por la Escritura sabemos que el daño fue considerable. Los días de celebración que vamos a tener nos recuerdan que JESÚS murió, y su muerte no fue aparente. Sólo se muere realmente si se posee un cuerpo real. Por tanto, JESÚS, el HIJO de DIOS vive en este mundo con una condición humana esencialmente como la nuestra, y esa es una de las razones por las que nos puede redimir.

Obediencia

“Se humilló a SÍ mismo, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de Cruz” (v.8) En la estructura del primer pecado en el Paraíso se descubren distintos ejes, y uno de ellos es la desobediencia. El HIJO mantiene en su abajamiento el Amor y diálogo con el PADRE, pues tiene que ser así. La Segunda Persona de la TRINIDAD no viene a este mundo como alguien excluido del Cielo, sino que lo hace por propia voluntad y desempeña la misión de capital importancia para el género humano. La perfección de la misión exige el acuerdo perfecto con el PADRE; y el acuerdo entre el PADRE y el HIJO depende de la perfecta obediencia de ÉSTE. La desobediencia de Adán va a ser reparada por la obediencia del HIJO, que aparece en el mundo como el cumplimiento perfecto del Siervo de YAHVEH, que es obediente hasta el final de la muerte en la Cruz.

La exaltación

“Por lo cual DIOS lo exaltó, y le concedió el Nombre, que está sobre todo nombre” (v.9). DIOS levanta a su HIJO del sepulcro por la acción del ESPÍRITU SANTO (Cf. Rm 8,11). El HIJO tiene poder para dar la vida y nadie se la quita; el HIJO que tiene poder para retomar la vida (Cf.  Jn 10,17-18); espera sin embargo que sea la acción del PADRE quien tome la iniciativa de resucitar su cuerpo que yace en el sepulcro. Algún anónimo del siglo primero nos cuenta como JESÚS en el tiempo de estancia en el sepulcro desciende al lugar en el que se encontraban los que habían muerto antes de su venida y esperaban la redención y la resurrección a la Vida Eterna. En toda la Creación visible e invisible no existe otro Nombre, que el de JESUCRISTO, para ser invocado y ofrezca la Salvación. La Salvación depende de  conocer, amar e invocar el Nombre de JESÚS en cualquier punto de la Creación salida de las manos de DIOS.

Cielos y tierra

“Para que al Nombre de JESÚS toda rodilla se doble en el Cielo en la tierra y en los abismos” (v.10). En la Escritura se deja claro, que la criatura sólo debe doblar la rodilla ante DIOS. Ni Ángel u otra criatura puede ser objeto de adoración. Ante el HIJO, JESÚS, hay que doblar la rodilla, porque ÉL es DIOS consustancial con el PADRE y el ESPÍRITU SANTO. No se dobla la rodilla ante las jerarquías angélicas más próximas a DIOS como pueden ser los Sarafines, Querubines o Tronos, porque superándonos a nosotros en una proporción poco imaginable, sin embargo son criaturas. Nadie estará por encima del Nombre de JESÚS.

La alabanza divina

”Toda lengua proclame que JESUCRISTO es SEÑOR para Gloria de DIOS PADRE” (v.11). Doblamos la rodilla en adoración y damos testimonio expreso por la aclamación y la alabanza, que JESUCRISTO es el SEÑOR, porque nos comprado para DIOS de toda condición, raza, lengua y nación (Cf. Ap 7,9). La Gloria de DIOS PADRE se va a manifestar también en la multitud de hijos que va a poder atraer hacia SÍ gracias a la entrega y sacrificio de su HIJO.

Comparte: