E l mayor proyecto, y más importante de la iglesia, debe ser, y es, su seminario. En las semanas previas la arquidiócesis de León se ha estado preparando para celebrar el día del seminario. Una Jornada donde se llama a tomar conciencia de la relevancia de nuestro levítico plantel.
Es por esta razón, que decimos: Orar no es suficiente. El seminario vive la crisis más profunda que ha enfrentado en 156 años, no solo por la parte material, que se ha agravado en estos tiempos de contingencia. Es urgente reconocer que el seminario requiere sostenimiento material, pero, sobre todo requiere vocaciones.
Sabemos que nuestros pastores, párrocos, sacerdotes, y en primera fila nuestro Arzobispo oran, y ellos mismo promueven en todas sus celebraciones esta súplica a Dios por el seminario, y eso bueno… tal vez sea lo más importante.
Pero… como aconteció a los Macabeos, hoy en día, orar no es suficiente, es necesario emprender acciones decisivas. Recordemos como en la pasada Jornada Mundial de oración por las vocaciones 2020, el Papa Francisco pidió una iglesia al servicio de las vocaciones.
Claro que esto implica, orar con más persistencia, ahínco y profundidad… pero además es vital promover desde el seno familiar la generosidad de nuestros hijos, el ejercicio de la caridad y, sobre todo, entender que es el momento de involucrarnos en la formación del sacerdote.
Si queremos sacerdotes sabios, entregados al ministerio, disponibles en el momento que se requiera un consejo, paz, caridad…. ¡los sacramentos! entonces debemos ser conscientes de la urgencia que estamos viviendo.
Don Alfonso Cortés ha insistido en sus mensajes, las vocaciones surgen en las familias. Es necesario, por tanto, que las familias no desistan en plantar semillas de fe, que rieguen oportunamente, que contribuyan generosamente. Para decirlo claramente, el renuevo que plantemos hoy, nos dará frutos de vida eterna dentro de 10 años.
Queremos que el Pueblo de Dios tenga plena conciencia de esta realidad. Desde las páginas de este semanario llamamos a tomar conciencia del momento clave que vivimos. Sin seminario no tenemos sacerdotes, y sin sacerdotes no es posible la existencia misma de nuestra religión.
Oración, recursos materiales, acompañamiento fraterno, es lo que nos pide hoy nuestro seminario.
Con información de Gaudium/Editorial