En los últimos años, la Iglesia católica se ha enfrentado a varios retos: acusaciones de pederastia, templos afectados por sismos y ahora el regreso paulatino a las misas dominicales ante la pandemia de la Covid-19.
Estará a prueba porque, durante el tiempo que ha pegado el virus a Tlaxcala, si bien el obispo Julio César Salcedo Aquino ha sido prudente, varios de sus colaboradores sacerdotes no, al grado de que a pesar de que las reuniones con muchas personas representan un foco de contagio, realizaban encuentros religiosos.
Es cierto que la Iglesia vive muy poco del diezmo, pero sí de lo que cobran o les ofrecen –de voluntad propia- los feligreses por bodas, bautizos, primeras comuniones y bendiciones de carros nuevos, entre otros.
La situación ya era complicada y les urgía, a partir de la nueva normalidad, regresar a los templos.
En los últimos días, fue público que algunos sacerdotes, por la falta de ingresos económicos, tuvieron que solicitar créditos al gobierno de la Ciudad de México, resultado de que varios templos tienen una nómina amplia pues pagan secretarias, cocinera, sacristán y quien realiza el aseo. Literalmente estaban «ahogándose económicamente».
No fue el caso de la Diócesis local, pero sí hubo –sin sanciones- desacato a las indicaciones del titular de la grey católica.
Solo que el Obispo ya decidió que es tiempo de regresar a las misas dominicales, pero con un protocolo de seguridad.
De acuerdo con la dinámica, El Sol de Tlaxcala publicó este domingo que cada iglesia o capilla de Tlaxcala pertenece a una parroquia o cuasi-parroquia, la cual debe ser identificada por los fieles para registrar cita, reservar participación y recibir un pase personal que le indicará el lugar que ocupará en el interior.
Les guste o no a los católicos, y eso es novedoso, con pase en mano, cada feligrés deberá llegar 20 minutos antes de iniciar la misa. Si arriba justo a la hora o retardado y la ceremonia ha empezado, no podrá ingresar, pues a los templos no entrará más del 30 % de su capacidad previamente determinada. Y otras disposiciones ya difundidas.
Ya se verá hasta dónde acatan las disposiciones, pues se ha vivido en otras situaciones que la gente es necia, y no vamos lejos, en una explosión de cohetones para celebrar al santo de Nativitas, hubo decenas de muertos y ni así, dejaron que hacerlo en otros pueblos donde, por el mal manejo de la quema de pólvora murieron o quedaron mutilados.
No solo es el retorno a los templos, los sacerdotes deben de buscar la forma de estar más cerca de los feligreses, sobre todo con el sector joven que es donde han perdido seguidores.
Seguramente aparecerán los rebeldes que no acatarán las disposiciones del Obispo, pero la Iglesia no está para juegos, seguramente activará su económica, pero debe ser responsable.
A los obispos no solo ocupa sino preocupa la situación y, ahora, después de funcionar como una «isla de poder», tiene la indicación de que los padres, con el espíritu de discernimiento y creatividad pastoral, busquen los medios de comunicación, escritos, digitales, televisión y radio, para que puedan mantenerse cercano a las familias que pudieran estar sufriendo en carne propia el flagelo de la enfermedad o, incluso, la muerte de un familiar.
Como dice el Episcopado Mexicano, hay que mirar este tiempo de emergencia e intentar procesar la realidad que se presenta como un tiempo favorable de salvación. Veamos a ver si funciona. Al tiempo.
EPÍLOGO…
1.- MAL… En casi 30 años que tengo de ejercer la profesión – no oficio- del periodismo, no había visto una rebeldía de gobernadores con el presidente de México.
Los tiempos, efectivamente ya cambiaron, pero Andrés Manuel López Obrador ya perdió la brújula de la República mexicana ante este grave problema del coronavirus. No quiere usar, cuando menos, el cubrebocas.
Ya no es tiempo de pleitos sino de solidaridad por la Covid-19, el Ejecutivo permite que le falten al respeto, pues insiste en que no robar, mentir y traicionar ayudar a que la gente no se infecte. Es un disparate.
Su discurso es más que obsoleto y qué bueno que el mandatario estatal, Marco Mena Rodríguez, en este tema, no le hace el «caldo gordo».
Con información de El Sol de Tlaxcala/Sergio Díaz Díaz