* Estas palabras de la “Regla Pastoral” del Papa San Gregorio Magno.
* De extraordinaria actualidad, ahora que sacerdotes y obispos que tienen la obligación de proteger al rebaño de los lobos, tienden a guardar silencio, a no condenar los errores, haciendo correr el riesgo a muchas almas de condenarse eternamente.
Que el guía de las almas sea discreto en su silencio y servicial con sus palabras para que no diga lo que hay que callar y no calle lo que hay que decir.
Porque así como hablar descuidadamente induce al error, así el silencio sin discreción deja en el error a quienes podrían haber sido enseñados.
De hecho, muchas veces los guías de almas imprudentes y temerosas de perder el favor de los hombres, tienen mucho miedo de decir la verdad libremente; y, según la palabra de la Verdad, ya no sirven para cuidar el rebaño con celo de pastores, sino que desempeñan el papel de mercenarios (cf. Juan 10,13), ya que, cuando se esconden detrás del silencio, es como si estuvieran huyendo de la llegada del lobo.
Por eso, precisamente, a través del profeta, el Señor los reprende diciendo:
Perros mudos que no saben ladrar (Is. 56, 10).
Por eso nuevamente se queja diciendo:
No os levantasteis contra , no levantasteis muro en defensa de la casa de Israel , para estar firmes en la batalla en el día del Señor (Ez. 13, 5).
Levantarse en contra es oponerse a los poderes de este mundo con libertad de expresión en defensa del rebaño; y mantenerse firme en la batalla en el día del Señor es resistir por causa de la justicia los ataques de los impíos.
De hecho, ¿qué diferencia hay entre que un Pastor haya temido decir la verdad y uno que haya dado la espalda con su silencio?
Pero el que se expone en defensa del rebaño levanta un muro contra sus enemigos en defensa de la casa de Israel. Por eso nuevamente se dice al pueblo que peca:
Vuestros profetas vieron en vosotros cosas falsas y necias y no os revelaron vuestra iniquidad para empujaros al arrepentimiento (Lam. 2, 14).
Se sabe que en el lenguaje sagrado se suele llamar profetas a los maestros que, al mismo tiempo que muestran que las cosas presentes pasan, al mismo tiempo revelan las que están por venir.
Ahora bien, la palabra divina les reprocha ver cosas falsas, porque mientras temen arremeter contra sus pecados, en vano halagan a los pecadores con promesas de seguridad: no revelan las iniquidades de los pecadores porque se abstienen en silencio de palabras de reproche.
De hecho, las palabras de corrección son la llave que abre, ya que con el reproche lavan la culpa que, no pocas veces, desconoce quien lo comete.
Por eso Pablo dice:
(El obispo) debe poder exhortar con sana doctrina y refutar a los que se contradicen (Tito 1.9).
Por eso se dice por medio de Malaquías:
Que los labios del sacerdote guarden el conocimiento y busquen la ley de su boca, porque él es el ángel del Señor de los ejércitos”. (Malaquías 2,7)
Por eso a través de Isaías, el Señor advierte diciendo:
Gritad, no ceséis, alzad vuestra voz como trompeta”. (Isaías 58.1)
En definitiva, todo aquel que se acerca al sacerdocio asume el oficio de heraldo para que, antes de la llegada del Juez que lo sigue con terrible apariencia, lo preceda con su grito.
Si, pues, el sacerdote no sabe predicar, ¿cuál será el clamor del pregonero mudo?
PAPA SAN GREGORIO MAGNO.
REGLA PASTORAL.
ITRESENTIERI/MIL.
