Editorial ACN #107
Ante el inicio de las campañas electorales el 1 de marzo, los ánimos y clima electoral se verán en una franca y hasta encarnizada competencia por el poder. El tiempo de las intercampañas fue de disputa por la designación a los diferentes cargos en los que se pretende entregar un puesto a controvertidos personajes de la política cuya razón del poder es, sencillamente, la ambición o el fuero que los protegerá.
En este sentido, la polarización social y el demencial clima de violencia, además de la desvergonzada intervención del presidente de la República como gestor electoral de su candidata, hace pensar de la activación de la poderosísima maquinaria electoral de estado que aplicará recursos en favor del oficialismo; lo que el electorado logrará conocer es lo que se exhiba a través de los medios de comunicación y, sin duda, todo este tsunami electoral deberá ser contenido por las autoridades responsables que logren dar imparcialidad y legitimidad a cada uno de los cargos que estarán en juego este 2 de junio.
Destacada la intervención de los obispos de México en este escenario. No podría decirse “inédito”; a pesar de esos energúmenos del laicismo, la Iglesia católica tiene qué decir en este momento en el que la polarización y la división, parecen ser los principios que rigen la contienda.
Acorde a los tiempos de la inmediatez, la imagen y poder de penetración en redes sociales, el videomensaje pastoral colectivo sin precedentes de los representantes de las 19 provincias eclesiásticas, difundido esta semana, expresa el deseo de la Iglesia para difundir su punto de vista, conforme la doctrina social, y que sea bien visto y escuchado, principalmente por los detentadores del poder.
Inédita sí, la “orden” dada por la cúpula eclesiástica de poner a las religiosas contemplativas en estado de alerta máxima que propicie lo mejor que saben hacer: la oración ininterrumpida “con el fin de implorar a Dios Padre, que envíe al Espíritu Santo para que nos guíe y nos asista en el próximo proceso electoral que está por comenzar formalmente”, señalan los prelados en el comunicado “Un compromiso que trasciende las urnas: llamado a la oración perseverante rumbo a las elecciones”.
Las peticiones son demandas legítimas que, de ser vulneradas, podrían propiciar el enrarecimiento del clima electoral y acentuar la polarización, además de la inestabilidad. Los obispos así llaman a que los fieles católicos y todas las personas de buena voluntad vayan a las urnas de forma masiva. Ya no llaman “pecado social” el que los fieles no vayan a las urnas; por el contrario, es apelar a la conciencia para aceptar una responsabilidad única para construir la casa común que anhelamos.
Para los obispos de México no pasan desapercibidas las señales de un sistema que, en poco menos de seis años, arrastró a México al borde del colapso, la división y, en algunos puntos, a verse fallido poniendo a miles en riesgo, incertidumbre y sin las garantías de un estado de derecho. El recurso “sobrenatural” que piden los prelados busca una intervención del Espíritu de Dios para que México se salve de todo esto, antes de que sea demasiado tarde, a través de elecciones pacíficas y transparentes que no sirvan para consumar una elección de estado.
