Una reflexión sobre la visión de la Iglesia y el país que se quiere construir después de la pandemia de Covid-19 y cómo derrumbar los muros de la inequidad, la exclusión y la indiferencia, es el contenido del mensaje de los obispos panameños al final de la Asamblea Ordinaria de la Conferencia episcopal panameña (CEP) que tuvo lugar del 14 al 17 de septiembre, de forma presencial en su sede capitalina.
Signos de esperanza, preocupaciones y oportunidades dividen el mensaje de tres páginas, no sin antes sentenciar que “los históricos excluidos del desarrollo” han sido y son los más afectados por la pandemia junto al ejército de personas y familias ahora sin trabajo o medios de subsistencia. Como pastores, los obispos dicen haber constatado que las problemáticas que existían antes, han sobrevivido a la pandemia. “Son virus que carcomen el tejido social, empobreciendo a una gran mayoría como son la corrupción, la falta de credibilidad y de ética en todas las esferas de la vida”, afirman
Un panorama con el que los obispos introducen una serie de problemas que Panamá tiene que superar en medio de la pandemia como el acceso a la educación de los sectores empobrecidos y excluidos y un sólido sistema de salud que no colapse “A todo lo anterior – dicen los obispos – hay que añadir los índices de violencia y criminalidad en todas sus modalidades, el clamor popular contra la corrupción y la falta de transparencia en la gestión pública, las continuas exigencias de mejores condiciones de vida: agua, vivienda, salud, educación, empleo digno y estable”.
A pesar del panorama sombrío y los muchos retos, el mensaje del episcopado presenta las oportunidades que puede ofrecer esta crisis recordando las palabras de Papa Francisco cuando dijo de la pandemia que de una crisis no se sale igual, se sale mejor o peor . Esto para lanzar el desafío de “recomponer el tejido social” y establecer una dinámica que haga a los panameños más humanos, más solidarios y fraternos.
“Urge afrontar unidos el desafío de la pobreza y la exclusión, el calentamiento global y la universalidad de la globalización, siguiendo la alerta del Papa Francisco sobre la importancia de “unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”, reclaman los obispos. Piden también de todos “renuncias” que permitan aliviar el sufrimiento de los más vulnerables con “anticuerpos” como la justicia, la caridad y la solidaridad.
Y son estos, para la CEP, los signos esperanzadores que desde la pandemia han demostrado a nobleza del pueblo panameño: ha emergido la solidaridad y la fraternidad de muchas personas, organizaciones e instituciones; la Iglesia Católica ha reforzado sus obras sociales y de misericordia con el compromiso permanente de tantos sacerdotes, consagrados y laicos. También la Iglesia doméstica que es la familia ha sido fortalecida por el acompañamiento a través de las plataformas digitales, dando una dimensión pastoral distinta.
“Indudablemente reconocemos que es el soplo del Espíritu Santo, al igual que a los discípulos encerrados por miedo en el Cenáculo, el que nos da la fuerza para buscar nuevos horizontes y caminos de creatividad para responder a los desafíos de una pandemia que ha puesto en evidencia la fragilidad humana”, concluye el mensaje.