La conferencia de obispos de Estados Unidos afirmó recientemente que los católicos pueden aplicarse dos de las tres vacunas contra el COVID-19 (Pfizer y Moderna) a pesar de que fueron desarrolladas con una “conexión remota” de células de bebés abortados.
Además, según comenta CNA, especificaron que, llegado un caso extremo, es moralmente permisible en algunas circunstancias recibir la tercera vacuna (AstraZeneca), desarrollada en estrecha conexión con líneas celulares abortadas.
Sin embargo, pidieron que esta circunstancias “no nos desensibilicen ni debiliten nuestra determinación de oponernos a la maldad del aborto en sí y a los posteriores uso de células fetales en la investigación”.
Obispos aprueban uso de vacunas contra el COVID-19 ligadas indirectamente a abortos
El obispo Kevin Rhoades de Fort Wayne-South Bend y el arzobispo Joseph Naumann de Kansas City en Kansas, describieron así sus preocupaciones sobre las vacunas:
“Dada la gravedad de la pandemia actual y la falta de disponibilidad de vacunas alternativas, las razones para aceptar las nuevas vacunas COVID-19 de Pfizer y Moderna son lo suficientemente graves como para justificar su uso”.
Los obispos informaron que las vacunas contra el COVID-19 producidas por Pfizer y Moderna no usaron líneas celulares de fetos abortados en su diseño, desarrollo o producción, pero usaron células en una pruebas de confirmación.
“Si bien ninguna de las vacunas está completamente libre de cualquier conexión con líneas celulares moralmente comprometidas, en este caso la conexión está muy alejada del mal inicial del aborto”, dijeron los obispos.
Aplicarse vacunas contra el COVID-19 como estas, “debe entenderse como un acto de caridad hacia los demás miembros de nuestra comunidad”.
Al mismo tiempo describieron especial preocupación con respecto a la vacuna de AstraZeneca que utilizó aquellas células “en las etapas de diseño, desarrollo y producción de esa vacuna, así como para las pruebas de confirmación”.
Esto significa que “debe evitarse si hay alternativas disponibles”, ya que esta vacuna está “más comprometida moralmente”.
Luego explicaron que la Iglesia enfatiza “la obligación moral positiva de hacer el bien y, al hacerlo, de distanciarse tanto como sea posible del acto inmoral de otra parte como el aborto”.
Sin embargo, “puede resultar que uno realmente no tenga una opción de vacuna, al menos, no sin un largo retraso en la inmunización que puede tener graves consecuencias para la salud de uno y la salud de los demás”, dijeron los obispos.
En tal caso, recurrir a vacunas contra el COVID-19 como la de AstraZeneca “es moralmente permisible debido a la falta de alternativas y el grave riesgo para la salud pública”
Una persona que se niega a vacunarse, dijeron los obispos, tiene “la responsabilidad moral de tomar todas las precauciones necesarias para asegurarse de que uno no se convierta en portador de la enfermedad para otros, precauciones que pueden incluir alguna forma de autoaislamiento”.
Con información de Church Pop