El 25 aniversario de ordenación sacerdotal y segundo de consagración episcopal de Miguel Ángel Castro Muñoz, obispo de Huajuapan de León, se vio ensombrecido por la muerte de las dos catequistas triquis, Cliserina Cruz Merino y Gertrudis Cruz de Jesús, asesinadas a balazos el 15 de junio.
Fue el obispo Castro Muñoz, durante este festejo realizado el 17 de junio con una misa celebrada con el presbiterio diocesano y ante decenas de fieles, recordó a las dos mujeres asesinadas. Visiblemente consternado reconoció su sentimiento de tristeza por el atentado de las primas a quienes había conocido dos años atrás.
Castro Muñoz reveló que Gertrudis y Cliserina salían de Tierra Blanca para unirse a los festejos episcopales del pasado fin de semana. En su homilía, el obispo no ocultó su consternación por la muerte de las catequistas. “A diario escuchamos noticias, sí sabemos que hay dolor, sufrimiento, en los familiares inmediatos, lloramos…”
El prelado no dejó inadvertido la acción por la paz convocada por el Episcopado Mexicano para orar el domingo 18 de junio por las víctimas de las violencias y los desaparecidos además de recordar a los jesuitas asesinado en Cerocahui, “víctimas de la violencia y la injusticia” señaló el prelado, enfatizando además el repique de campanas que hará la diócesis de Huajuapan de León el 20 de junio en memoria de todas las víctimas como signo “de lo que nos duele, de los que nos reta, pero sobre todo de nuestra fe y confianza en Dios para ser hombres y mujeres de esperanza”.
En este contexto de consternación, el obispo recordó particularmente a quienes sufren directamente por la muerte de las mujeres, de manera especial al párroco de san Juan Copala, el padre Lázaro Martínez y los agentes de pastoral, una de ellas, a quien el obispo identificó como familiar de las difuntas, Apolonia.
“No solamente debemos señalar lo que está mal, sino que nos cuestionemos qué nos quiere decir Dios a nosotros como Iglesia y qué es lo que hemos dejado de hacer” expresó invitando a ser testimonio de esperanza en medio de las dificultades.
El obispo de Huajuapan de León reconoció el permanente trabajo pastoral de la Iglesia católica en la región triqui. “El trabajo es permanente, han hecho campañas de oración por la paz, han multiplicado en miles de estampas la oración por la paz, nos la ha dado Lázaro y la hemos hecho incesante y permanentemente y eso hoy nos reclama más. Ellos siempre han estado manteniendo la unidad en esa zona sin inclinarse a ninguna agrupación, han mantenido el equilibrio, la neutralidad, han atendido tanto a un grupo como a otro, porque la Palabra de Dios es para todos, el Evangelio de la paz y lo han hecho bien”.
El año pasado, en una visita pastoral a Tierra Blanca, Cliserina y Gertrudis manifestaron su zozobra al obispo explicando la situación de violencia en la región triqui localizada al noroeste del Estado de Oaxaca: “Entré porque iba acompañado del padre Lázaro y pude celebrar la eucaristía. Varias personas me dijeron que no tenían paz, que no podían salir libremente, que orara por ellas, no me pedían nada fuera de la oración… No podía quedarme simplemente limitado a la oración” dijo el obispo, “le he pedido al padre Lázaro me esté comunicando en qué más podemos ayudar”.
“Me cuestiona porque me hablaron de sus miedos, angustias, de que su gente estaba en riesgo y miren, el jueves esta tragedia, esta injusticia, este sufrimiento”. El obispo finalizó este preámbulo a su homilía con una pregunta al Señor invitando a los sacerdotes de la diócesis a la atención y escucha de las víctimas y los afligidos por el crimen sin prisa alguna, a la manera de Cristo, quien tenía encuentros sanadores con las personas: “¿Qué nos quieres decir como Iglesia? Como Iglesia ¿Qué hemos omitido? ¿Qué hemos descuidado? ¿Qué no hemos hecho bien? Si hemos acompañado de manera personal a nuestra gente y a nuestras familias porque a veces estamos llenos de trabajo y de activismo y dejamos de escuchar, de atender a las personas, de darles el lugar que merecen… Como los encuentros que tenía Jesús con las personas, encuentros sanadores, reparadores, él no tenía reloj ni prisa, sabía escuchar a las personas, comprendía lo que había en su corazón, provocaba la confianza, escuchaba sus preguntas y se iban renovadas, transformadas, sus vidas cambiaban… ¿Qué nos falta? ¿Qué nos pide Dios de esta realidad?”
Dirigiéndose a las autoridades, no ocultó que las mismas deben cumplir con su responsabilidad reconociendo que, en diversos niveles, existe la corrupción; en respuesta, el cristiano debe orar incesantemente por ellos: “La seguridad pública le compete a la autoridad… “tiene mucha responsabilidad… no somos ingenuos. Sabemos que en esos niveles hay filtración del crimen, en las estructuras políticas hay corrupción, pero no podemos dejar de señalar, en lo que nos corresponde, respecto de nuestras autoridades, es orar, pedir por ellas, tal como lo encontramos en las cartas del apóstol Pablo, porque esto de la criminalidad no es un problema, es un fenómeno complejo, difícil, nadie lo puede contrarrestar de manera sola, sino de manera conjunta. Tenemos que orar por nuestras autoridades. Que Dios les dé la sensibilidad, que Dios les proteja también a ellos porque está en riesgo su integridad. Tenemos que saber trabajar”.
A la luz de la Palabra de Dios que fue leída en lengua triqui, el obispo Castro Muñoz insistió en pedir por la paz en la zona, en la región mixteca, la ciudad de Huajuapan y “por el eterno descanso de Gertrudis y Cliserina que deberían estar aquí…”