En la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, el obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García, destacó las características del reino de Cristo el cual está fincado en elementos de justicia que no empobrecen. Para el obispo, lo único que opone al reinado de Cristo “es el pecado”.
En la homilía pronunciada el domingo 24 de noviembre en la catedral de Apatzingán, el prelado destacó el diálogo evangélico entre Cristo y el procurador romano, Poncio Pilato, Ascencio García resaltó las expresiones del nazareno quien afirmó tener un reino “que no es de este mundo: “Jesús no es rey al estilo de los reyes que Poncio Pilato pueda imaginar. La pretensión de Jesús es demostrar al poder del mundo que él es verdaderamente rey.
Pilato representa al imperio más poderoso en ese momento, el de Tiberio César. “En este mundo, Jesús no viene a gobernar como Tiberio, sino a ser testigo de la verdad… esa verdad que Jesús trae no es una doctrina, él mismo es la verdad”.
Cristo es la Verdad y “puede causar miedo” a los que gobiernan en la injusticia… una verdad muy distinta a la impuesta por el poder… la verdad del poder, muchas veces, se refugia detrás de la negación o de la tergiversación de la realidad…”
El obispo señaló que es fácil darnos cuenta que sigue imperando el reino de Tiberio “donde se despoja a los pobres para enriquecer más al que es rico. En este sentido, Ascencio García no se limitó a dar un ejemplo general, sino que lo dijo hacia la diócesis que pastorea, una Iglesia muy pobre, castigada por los poderosos del mundo, en una situación muy delicada por tributar al César y dar derecho de piso a los que operan el mal:
“Aquí en mi diócesis veo mucha pobreza y, desde luego, en medio de la pobreza, tenemos que pagar impuestos y, además de los impuestos, hay que pagar la cuota, el cobro de piso… Es una situación muy difícil porque todos estamos pagando cobro de piso, cuando pagamos la gasolina, las tortillas, los productos que ustedes saben, llevan un segundo impuesto… en el mundo en que vivimos, creo estamos todavía en este imperio de Tiberio donde se despoja al más pobre o para enriquecer el poder mismo”.
Esos imperios están plagados de procuradores, o bien gobernantes y delincuentes quienes, con sus cuotas enriquecen más el poder. Para el obispo esto tiene una causa, leyes y Constituciones “no pensando en el bien común, sino en mantener el poder que se tiene, leyes que privilegien la permanencia en el poder”.
Los «reinos de este mundo son excluyentes», refiriéndose a las actitudes y legislaciones que descartan a los más débiles y a quienes van contra sus intereses; por el contrario, el reino de Dios no excluye, por eso no es de este mundo, «incluye a los que lloran porque serán felices y serán consolados».