Judas recibió el primer bocado de pan en la Última Cena, y ésa «fue la forma en que Jesús transformó una comida de traición en una comida de perdón», fantaseó el obispo Pablo David, de 65 años, de Kalookan, Filipinas, en una homilía del 3 de diciembre (publicada en FaceBook.com).
El neocardenal añadió a su rehabilitación de Judas: «Todos nosotros somos como platos rotos. Pero la buena noticia es que no hay rotura que no pueda ser sanada por la preciosa sangre del Cordero».
Monseñor David tiene un historial de sermones y ensayos «en defensa de Judas».
Pero en contra de lo expuesto por el neocardenal, el Nuevo Testamento atestigua que Judas está eternamente perdido.
En Mateo 26,24, por ejemplo, Cristo dice de Judas:
¡Ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo del Hombre! Mejor le hubiera ido a ese hombre no haber nacido».
Mateo también nos dice que el último acto de Judas fue suicidarse (27,5), lo cual es un pecado mortal.
En Juan 17,12, Cristo ora por sus discípulos y dice, en referencia a Judas, que ninguno de ellos se ha perdido, excepto «el hijo de perdición».
Jueves 5 de diciembre de 2024.
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