El cardenal ghanés dirigió el dicasterio clave, el del desarrollo humano integral, pero concluirá su mandato el 31 de diciembre
Una nueva crisis grave en el Vaticano, pero también la señal de que las cosas no van. Y el Papa Francisco no lo piensa dos veces antes de cambiar. El cardenal ghanés Peter Turkson, uno de los hombres que encarnó la reforma de la Curia deseada por el Papa, dejará su cargo el 31 de diciembre. Esto ya lo ha comunicado a sus colaboradores a pesar de que aún no existe comunicación oficial.
El interés de la opinión pública por esta noticia deriva del hecho de que Turkson había liderado hasta ahora el departamento clave de la reforma, el del desarrollo humano integral, que es uno de los superdicasterios que aglutina todas las competencias relativas a la encarnación de la fe católica: desde la crisis ecológica, hasta la sección de migrantes. Y de la que el propio Papa forma parte (porque quería quedarse con la guía específica de la estructura que se ocupa de la migración).
Un golpe al corazón por un agotador proceso de unificación y racionalización, pero también de «visión» de la Curia y su papel.
Había habido signos de crujidos durante algún tiempo. Primero la «revisión» de las cuentas y la compatibilidad económica (en un período de escasez) por parte de la Oficina del Auditor General, luego una verdadera «visita» del Dicasterio por parte de uno de los cardenales más cercanos a Francisco, Cardenal de Chicago, J. Cupich Base. En agosto, la dimisión del secretario Augusto Zampini. Luego, rumores de desacuerdos con el otro cardenal interno (sección migrante, de hecho, Michael Czerny, canadiense). Turkson también es jefe de la comisión de vacunas Covid-19 y había sido «elegible» para la sucesión de Ratzinger en 2013.
El hecho es que se trata de una crisis importante en un dicasterio que debe ser central en la idea de Francisco y, evidentemente, las cosas no iban bien.
La noticia se filtró justo en el cumpleaños del Papa (85 años) y Turkson tuiteó que es una «bendición» servir a sus órdenes.
En los últimos días también había llegado (oficialmente esta vez) la noticia de que la Basílica papal de Santa Maria Maggiore (aquella a la que el Papa suele acudir a rezar a la imagen de la Virgen, salud del pueblo romano) estaba «encargada» en relación a la gestión de las cuentas. La Basílica goza de un inmenso patrimonio (palacios, obras de arte, legados) acumulado a lo largo de los siglos. Una vergüenza para otro cardenal polaco Stanislaw Rylko (2016), arcipreste de la Basílica desde 2016.
En definitiva, tras el escándalo que arrasó la Secretaría de Estado por el asunto del Palacio de Londres y que lleva cinco años a juicio al principal colaborador de Francisco en el Vaticano, el cardenal Angelo Becciu (ahora suspendido de los derechos del morado), en 2021 se cierra con otras sacudidas fuertes. El Papa sigue recto su camino. Y no se adapta solo a cambios aparentes o ineficaces. Tampoco cubre el famoso dicho «que todo cambia para que nada cambie». Como dijo el cardenal George Pell a Il Foglio esta mañana, en el asunto de Londres, el Papa estaba muy enojado «porque se sentía engañado».
Por María Antonieta Calabró.
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