Nuestras madres son también a menudo grandes “catedrales del silencio” con sus cuidados ocultos: Francisco.

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* Francisco: Virgen, Catedral del Silencio, tú traes nuestra carne al paraíso y a Dios en la carne. El amor nunca asfixia, el amor hace espacio al otro y le permite crecer. 

Primer Ángelus de 2024 con el Papa Francisco en el día de la Octava de Navidad, Solemnidad de María, Madre de Dios.

Hoy el Evangelio revela que la grandeza de María no consiste en realizar un acto extraordinario, sino en permanecer en silencio mientras los pastores, habiendo recibido el anuncio de los ángeles, se apresuraban a ir a Belén (cf. Lc 2, 15-16). El silencio de la madre es una cualidad hermosa. Esto no es una simple falta de palabras, sino un silencio lleno de asombro y adoración ante los milagros que Dios hace.

“Pero María guardó todas estas palabras, meditando en su corazón” (2:19). De esta manera crea espacio dentro de sí misma para quien nació. En silencio y adoración, pone a Jesús en el centro y lo testimonia como Salvador.

María no sólo es madre porque llevó y dio a luz a Jesús en su seno, sino porque lo dio a luz sin ocupar su lugar. Incluso bajo la cruz, en la hora más oscura, ella permanecerá en silencio y continuará dándole espacio y sacándolo para nosotros. Un religioso y poeta del siglo XX escribió: “Virgen, catedral del silencio / […] traes nuestra carne al paraíso / y Dios a la carne” (DM Turoldo, Laudario alla Vergine. “Via pulchritudinis”, Bolonia 1980, 35 ).

Catedral del Silencio: “una imagen preciosa. Con su silencio y su humildad, María es la primera ‘catedral’ de Dios, el lugar donde él y el hombre pueden encontrarse».

Pero nuestras madres son también a menudo grandes “catedrales del silencio” con sus cuidados ocultos: “Nos traen al mundo y luego nos acompañan más lejos, a menudo sin que nos demos cuenta, para que podamos crecer. Recordemos: el amor nunca asfixia, el amor hace espacio al otro y le permite crecer”.

“Al comienzo del nuevo año miremos a María – dijo el Papa – y con corazón agradecido pensemos también en las madres y miremos a ellas para aprender ese amor que se cultiva sobre todo en el silencio. es decir, que sepa dar espacio a la otra persona, respetar su dignidad, permitirle la libertad de expresarse y que rechace cualquier forma de posesión, opresión y violencia. ¡Lo necesitamos mucho hoy!”.

El mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de hoy nos recuerda: «La libertad y la coexistencia pacífica se ven amenazadas cuando las personas sucumben a la tentación del egoísmo, el interés propio, la codicia de ganancias y la búsqueda del poder». El amor, en cambio, consiste en respeto y bondad: “Supera barreras y ayuda a vivir relaciones fraternas y a construir sociedades más justas, más humanas y más pacíficas”.

“Oremos a la Santa Madre de Dios y a nuestra Madre”, concluyó Francisco, “para que en el nuevo año crezcamos en este amor dulce, tranquilo y discreto que hace nacer la vida y abre caminos de paz y reconciliación en el mundo”. mundo.»

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