El propio Papa Francisco confirmó este jueves que no recibirá al presidente Alberto Fernández este fin de semana con ocasión del viaje que el mandatario realizará a Roma para participar de la cumbre del G-20. “No recibo a autoridades o candidatos de países que atraviesan un año electoral, que están cerca de elecciones”, dijo ante una pregunta que le formuló el periodista Nelson Castro durante una audiencia que le concedió por la mañana en la que el visitante le entregó un ejemplar de su último libro “La salud de los papas”.
Clarín reveló hace dos semanas que el Gobierno había sondeado a funcionarios del Vaticano sobre la posibilidad de que el pontífice lo recibiera a Fernández y que la Santa Sede expresó los reparos del Papa, precisamente por la cercanía de los comicios. De hecho, este año Francisco se cuidó de reunirse con políticos argentinos y solo recibió a comienzos de año al ministro de Economía, Martín Guzmán, como una muestra de apoyo al país en la renegociación de la deuda con el FMI.
Ya con ocasión de la gira del presidente por Europa en mayo para pedir ayuda a la renegociación de la deuda, la Casa Rosada había recibido de Roma la recomendación de que no se solicitara la audiencia por transitar la Argentina un año electoral. Además, porque ya había recibido a Guzmán, que tenía igual propósito. Sin embargo, el gobierno hizo el pedido y la obtuvo porque los pontífices no rechazan reunirse con presidentes. Pero el encuentro fue breve y protocolar.
Si bien el argumento del año electoral que esgrime El Vaticano es real, parece haberle venido como anillo al dedo a Francisco que se muestra disgustado con aspectos de la gestión de Alberto Fernandez, dicen quienes lo frecuentan. Una de las principales razones es el hecho de que el presidente, más allá de que haya impulsado la legalización del aborto, lo haya hecho en medio de la pandemia y de la consecuente profundización de la crisis económica y social.
Por lo demás, Francisco no quedó bien parado ante los sectores más conservadores del Vaticano -minoritarios, pero muy activos- que cuestionan el perfil aperturista de su papado. Concretamente, le achacan acceder al pedido del presidente de ayuda para la renegociación de la deuda -dentro de sus posibilidades en esta cuestión- y obtener como respuesta del mandatario el envío al Congreso -y decidido impulso- del proyecto de legalización del aborto.
Otro motivo de disgusto del Papa con Alberto Fernández lo constituyó el hecho de que tras una actitud conciliadora con la oposición en el inicio de la cuarentena -las ruedas de prensa conjuntas con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador bonaerense Axel Kicillof fueron un claro reflejo-, el presidente mutó hacia un perfil confrontativo, en línea con su vicepresidenta, Cristina Kirchner.
Entre los aspectos más recientes que tampoco contribuyeron a la relación se cuenta la incorporación al gabinete como ministro de Seguridad de Aníbal Fernández, cuestionado desde hace años por muchos curas villeros, que le achacan su presunta inacción ante la proliferación de las drogas en los barrios populares. De hecho, se les atribuye haber jugado en contra de su candidatura a gobernador bonaerense en 2015.
Por otra parte, desde la aprobación del aborto, las principales autoridades de la Iglesia argentina no participan de actos oficiales. Dias pasados, con motivo de una ceremonia de gratitud hacia los cultos por su ayuda social, psicológica y espiritual durante la cuarentena que organizó la cancillería no estuvieron ni el presidente del Episcopado, el obispo Oscar Ojea, ni el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli.
Alberto Fernández se reunió cuatro veces con Francisco. Las dos primeras fueron antes de ser presidente, el 28 de enero de 2018, y el 18 de mayo del mismo año, ambas en la residencia de Santa Marta. En la segunda concurrió con el ex canciller de Brasil Celso Amorim y el político chileno Enrique Ominami. Ya como mandatario, lo visitó el 30 de enero de 2020 en el Palacio Apostólico y el 13 de mayo de este año.
Por
Sergio Rubin.
El Clarín.