Confiar en Dios y mantenerse firmes en esa confianza es una virtud que proviene de Dios, por ello, debemos orar para perseverar y no desistir en el camino de la fe. ¡Ánimo! Veamos.
- «NO TENGAN MIEDO»
El miedo es una afección del alma, que nos paraliza y nos hace mostrarnos débiles ante una amenaza; además, nos hace perder fuerzas para enfrentar un desafío, problema o situación adversa. El miedo nos impide crecer y avanzar. Dios no nos da un espíritu de cobardía sino de valentía (parresía) y dominio propio (cf. 2ª Tim 1,7), que nos prepara para enfrentar las dificultades de la vida. El Ángel Gabriel le dice a María: «no temas» (Lc 1,30), el mismo Ángel les dijo a los pastores: «no tengan miedo» (Lc 2,10) y Jesús les dice a sus apóstoles: «no tengan miedo, soy Yo» (Mt 14,27). El miedo, los temores y el pánico deben quedar fuera de nuestras vidas, por el contrario debemos orar y prepararnos para tener fortaleza, equilibrio mental y valentía.
2. «NO HAY NADA OCULTO QUE NO LLEGUE A SABERSE»
Este texto hace referencia a la verdad, la cual, tarde o temprano, sale a relucir. Por ello debemos hablar siempre con la verdad, enseñarla a nuestros hijos y compartirla con las demás personas. La verdad es un valor que tiene que ver con la realidad (lo que existe) y se relaciona íntimamente con el bien y la caridad, además sus cauces son la honestidad, la sinceridad y la transparencia. No se trata solo de un conocimiento o un acontecimiento, sino de una situación, una realidad, es decir, lo que es. Jesucristo vino a revelarnos al Padre y el único camino para conocerlo es el Hijo, es decir, Él mismo. Por eso, en la Biblia la verdad no es un concepto o una teoría sino una persona: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6). Jesucristo se revela como el rostro de la misericordia del Padre.
3. «A QUIEN ME RECONOZCA DELANTE DE LOS HOMBRES»
Jesucristo exige sinceridad, honestidad, fidelidad y lealtad en una amistad. El mismo nos llama amigos porque da la vida por nosotros, porque siempre es fiel (cf. 2ª Tes 3,3 y 1ª Cor 10,13) y nunca nos traicionará ni abandonará. Sin embargo, la traición y el abandono tienen sus consecuencias, porque a quien lo niegue delante de los hombres también Él lo negará delante de su Padre (cf. Mt 10,33). El temor a Dios es una actitud basada en el respeto y fidelidad a su amor, dado que Él nos amó primero (1ª Jn 4,19), no se trata de un miedo o terror, sino de una confianza filial y total en Él. Por ello, es importante mantenernos firmes hasta el final para conseguir la vida eterna (cf. Lc 21,19 y Fil 4,1). Tú ¿dudas de Dios o te mantienes firme?¿Lo reconoces o lo traicionas?¿Hablas bien o mal de Él?