No se dejen engañar

Pbro. Crispín Hernández Mateos
Pbro. Crispín Hernández Mateos

Las lecturas de este domingo preparan la solemnidad de Jesucristo como Rey del Universo, por ello ocupan un lenguaje apocalíptico, el cual, se vale de grandes figuras extraordinarias para comunicar un mensaje profundo. Veamos. 

El trabajo dignifica al hombre

Trabajo es toda actividad que dignifica a la persona y le hace trascender, que es conforme a  su bien auténtico y a los fines para los cuales fue creada. El trabajo debe obedecer  a la voluntad divina y a su sabio designio creador. El hombre, “con su acción no sólo transforma las cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende” (GS # 35). Dios es modelo de trabajo, pues hizo la creación en seis días y el séptimo día, descansó. Jesucristo era carpintero, pero la misión encomendada por su Padre es salvar al género humano (cf. Jn 3,17). Jesucristo afirma que, mientras es de día, tenemos que trabajar (cf. Jn 9,4). San Pablo dice “el que no quiera trabajar que tampoco coma” (2ª Te 3,10), aludiendo a que es esencial el trabajo para supervivencia humana. Si una comunidad trabaja, progresa y trasciende. ¡Enseñemos a nuestros hijos a trabajar! Desempeñemos nuestro trabajo con alegría y amor, para realizarnos como personas y estar felices, sin cansarnos ni enojarnos.

Mantenerse firmes hasta el fin

La perseverancia es la virtud por la cual nos mantenemos firmes en una decisión o acción, sin dudar o desistir, lo cual exige una preparación y actitudes de valentía, de lucha y concentración. Además debemos diseñar estrategias con inteligencia, imaginación y creatividad. Muchas veces no podremos solos, por ello, debemos crear empatías y sinergias, creando redes de ayuda o equipos de trabajo. Al final, debemos tener la certeza que Dios marcha a nuestro lado y que sin Él, nada de lo que proyectemos, lograremos hacer. Jesucristo será coronado como Rey del Universo, y si queremos participar de su Gloria tenemos que luchar contra el pecado y el mal y mantenernos firmes hasta el fin. Además, Jesucristo nos prometió que el Espíritu santo nos guiaría hacia la verdad plena (cf. Jn 16,13), siendo Él mismo el camino por el cual llegamos al Padre (cf. Jn 14,6).

Que nadie los engañe

La verdad es el camino correcto para descubrir la finalidad del ser humano, es decir, la razón para la cual fue creado. En ese sentido, creemos que el ser humano fue hecho para amar y adorar a su Creador (cf. GS 12,3 y 24,3) y rendirle total homenaje de su voluntad y entendimiento. Jesús nos invita a distinguir a un falso profeta de uno verdadero, quien habla en su propio nombre y no en nombre de Dios. El Mesías verdadero es Jesucristo, que vino al mundo para salvarlo, no para salvarse a sí mismo (cf. Jn 12,47 y 3,17; Lc 23,39), por ello entrega su vida por los demás (cf. Jn 10,18), para darles vida en abundancia (cf. Jn 10,10). Jesucristo nos muestra la verdad sobre la vida del hombre, que es la gloria de Dios, y la gloria de Dios es que el hombre viva (San Irineo). No tengamos miedo de enfrentar el fin del mundo, porque el mensaje de este día no es de terror sino de esperanza y liberación.  

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