No perdamos la cabeza

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero

Me han parecido muy interesantes los comentarios del cardenal alemán Walter Brandmuller acerca de la situación actual de la Iglesia en Europa, pero que, sin embargo, muchas de sus apreciaciones las podemos aplicar también a nuestra realidad.

El cardenal Brandmuller observa que en Europa, especialmente Alemania, cuyos obispos se encaminan a un nuevo cisma, se está dando un masivo abandono de la Iglesia, y no son sólo los tibios e indiferentes, cristianos de fachada los que la dejan, sino también los que protestan contra una Iglesia que se ha arrojado a los brazos del mundo, otros más ya no reconocen el rostro de su Iglesia y buscan un hogar espiritual en las comunidades tradicionalistas que, gracias a ello, están floreciendo y tienen sus seminarios llenos.

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El cardenal nos dice. “Deberíamos seguir la exhortación del apóstol Pablo, que, al dirigirse a los cristianos de Tesalónica, escribe: “No pierdan fácilmente la cabeza ni se alarmen”. Si observamos con sobriedad y serenidad el momento actual, y miramos hacia el mañana, podremos reconocer el presente con todas sus tribulaciones, pero también en su transitoriedad. No olvidemos lo que Jesús dice a su Iglesia acerca del futuro. Sus palabras no tienen ningún tono triunfalista. Por el contrario, habla de persecuciones, de cargar la cruz y de muertes violentas; si, incluso de catástrofes que estremecerán el cosmos”.

Nada diferente es el mensaje de la Virgen María, en Fátima, la Iglesia, el «misterioso cuerpo de Cristo», tiene que hacer también el camino del Señor, que, terminando en la eternidad, pasa por el Gólgota. Solo el cielo sabe en qué punto, en qué curva de este camino nos encontramos hoy. El futuro esplendoroso y glorioso de la Iglesia comienza solo con el día del juicio final, y se hará realidad en la Jerusalén celestial. Esta es la meta. Desde entonces, nos encontramos en camino hacia allá.

Sin embargo, el cardenal Brandmuller nos abre una esperanza, dice: “El cristiano que no quiera perder la orientación tiene una brújula confiable en el Catecismo de la Iglesia Católica, que fue promulgado en 1992 por el papa Juan Pablo II, y escrito bajo la dirección del entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. Aquí, encontramos la doctrina de la Iglesia, que en el proceso de transmisión y bajo la guía del Espíritu Santo, tomó forma en las Sagradas Escrituras y en la tradición. La vida de la fe, la liturgia, la pastoral deben orientarse por estas normas si quieren «permanecer en la verdad», tal como lo formulan el evangelio y las cartas del apóstol San Juan. Si seguimos esta brújula, podemos estar seguros de no perder la meta.

A esto, concluye el cardenal, se debe sumar el esfuerzo que durante toda la vida debe hacer el cristiano para corresponder a esas normas morales en su vida diaria tanto en la familia, en el trabajo como en la sociedad.

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