«No estoy bien de salud», dice Francisco. No leyó su discurso en la audiencia con los rabinos europeos

ACN
ACN

* La semana pasada, sin embargo, en una entrevista periodística dijo lo contrario: que se sentía muy bien, que comía de todo y que viajaría.

«Buenos días, os saludo a todos y os doy la bienvenida. 

«Gracias por esta visita que me gusta mucho pero sucede que no estoy bien de salud y por eso prefiero no leer el discurso sino dártelo y que tú lo lleves.» 

Lo dijo el Papa en la primera audiencia retransmitida en la sala de prensa del Vaticano, probablemente la de los rabinos europeos.

La semana pasada, sin embargo, en una entrevista periodística dijo lo contrario: que se sentía muy bien, que comía de todo y que viajaría.

CIUDAD DEL VATICANO.

LUNES 6 DE NOVIEMBRE DE 2023.

GAZZETTA DEL SUD/QUOTIDIANO NAZIONALE.

EL TEXTO QUE NO LEYÓ:

Queridos hermanos,

Os saludo y os doy una cordial bienvenida. Gracias por tu visita, que agradezco.

En el pasado tuve ocasión de reunirme aquí en el Vaticano con su organización, la voz de los rabinos en Europa. Estoy feliz de que hayamos podido fortalecer nuestra relación con el tiempo, particularmente en los últimos años.

Mi primer pensamiento y oración se dirige, sobre todo, a todo lo sucedido en las últimas semanas. Una vez más han estallado la violencia y la guerra en esa Tierra bendecida por el Altísimo, que parece continuamente asaltada por la vileza del odio y el choque mortal de las armas. También es motivo de gran preocupación la proliferación de manifestaciones antisemitas, que condeno enérgicamente.

Queridos hermanos, en las tinieblas del conflicto, nosotros, que creemos en el único Dios, miramos a aquel a quien el profeta Isaías llama “juez entre las naciones y árbitro para muchos pueblos”. Añade, casi como consecuencia de su juicio, una maravillosa profecía de paz: “Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; No alzará espada nación contra nación, ni se entrenarán más para la guerra” (Is 2,4).

En este tiempo en el que asistimos a la violencia y a la destrucción, los creyentes estamos llamados a construir la fraternidad y abrir caminos de reconciliación para todos y ante todos, en nombre del Todopoderoso que, como dice otro profeta, tiene “planes de bienestar y no de bienestar”. para el mal” (Jeremías 29:11).

No las armas, ni el terrorismo, ni la guerra, sino la compasión, la justicia y el diálogo son los medios adecuados para construir la paz.

Me gustaría reflexionar sobre el arte del diálogo. El ser humano, que tiene naturaleza social y vive en contacto con los demás, encuentra su realización en el tejido de relaciones sociales.

En este sentido, la humanidad no sólo es capaz de dialogar, sino que es el diálogo mismo. Situados entre el cielo y la tierra, sólo en diálogo con el trascendente y con nuestros hermanos y hermanas que nos acompañan podemos comprender y madurar. La palabra “diálogo” etimológicamente significa “a través de la palabra”.

La Palabra del Altísimo es la luz que ilumina los caminos de la vida (cf. Sal 119, 105): dirige nuestros pasos a la búsqueda del prójimo, a la acogida y a la paciencia; ciertamente no a la brusca pasión de la venganza y la locura del odio amargo.

¡Cuán importante es, por tanto, para nosotros los creyentes ser testigos del diálogo! Si aplicamos estas observaciones al contexto del diálogo judeo-cristiano, podemos decir que nos acercamos unos a otros a través del encuentro, la escucha y el intercambio fraterno, reconociéndonos servidores y discípulos de esa Palabra divina, canal vivo desde el cual nuestro brotan las palabras. De esta manera, para convertirnos en constructores de paz, estamos llamados a ser constructores de diálogo, no sólo con nuestras propias fuerzas y capacidades, sino con la ayuda del Todopoderoso.

De hecho, “si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Sal.127:1). El diálogo con el judaísmo es particularmente importante para nosotros los cristianos, porque tenemos raíces judías. Jesús nació y vivió como judío; él mismo es el primer garante de la herencia judía en el centro del cristianismo y nosotros, que somos cristianos, os necesitamos, queridos hermanos. Necesitamos el judaísmo para entendernos mejor a nosotros mismos. Por lo tanto, es importante que el diálogo judeo-cristiano mantenga viva su dimensión teológica, sin dejar de afrontar cuestiones sociales, culturales y políticas.

Nuestras tradiciones religiosas están estrechamente entrelazadas: no somos dos credos extraños, desarrollados independientemente en tiempos y lugares separados, sin influencia mutua. Durante su visita a la Sinagoga de Roma, el Papa Juan Pablo II observó que la religión judía no es extrínseca, “sino en cierto modo ‘intrínseca’ a nuestra religión”. Os llamó “nuestros amados hermanos”, “nuestros hermanos mayores” (Discurso del 13 de abril de 1986).

Por tanto, se podría decir que el nuestro es más que un diálogo interreligioso. Es un diálogo familiar.

Cuando fui a la sinagoga de Roma dije que “todos pertenecemos a una sola familia, la familia de Dios, que nos acompaña y protege como pueblo suyo” (Discurso del 17 de enero de 2016). Queridos hermanos, estamos unidos unos a otros ante el único Dios; juntos estamos llamados a dar testimonio de su palabra con nuestro diálogo y de su paz con nuestras acciones. Que el Señor de la historia y de la vida nos conceda el valor y la paciencia para hacerlo. ¡Salom!

Comparte:
By ACN
Follow:
La nueva forma de informar lo que acontece en la Iglesia Católica en México y el mundo.