El obispo libremente se negó a subir en el avión y optó por ir a prisión, donde ahora se encuentra.
Tras su encuentro con el Papa el pasado miércoles 21, en rueda de prensa el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró que se había comprometido a favorecer y conseguir la liberación del obispo de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí (Nicaragua), mons. Rolando Álvarez.
Según ANSA, el presidente de Brasil dijo:
“Toda persona que comete un error debe aprender a disculparse. Mi compromiso es poder convencer a Ortega para que reconozca que se equivocó”.
La agencia italiana observa que fue el Papa quien pidió a Lula Da Silva esta gestión. Otras fuentes dicen que el gobernante brasileño se habría ofrecido a intervenir cuando se discutiera la situación de Nicaragua.
Monseñor Álvarez se encuentra recluido en una sección de máxima seguridad, en la cárcel La Modelo, cerca de Managua, desde que se negó a ser deportado a Estados Unidos en el aeropuerto capitalino el pasado 9 de febrero, junto a otros 200 presos políticos expulsados.
Daniele Ortega montó rápidamente un juicio espectáculo y en pocas horas ordenó una sentencia de 26 años y 4 meses de prisión, enumerando varios cargos, uno más insensato que el otro. Era el 10 de febrero de 2023. Sin embargo, el obispo estaba bajo arresto domiciliario desde agosto de 2021.
Dos días después, el Papa Francisco, después del Ángelus del 12 de febrero de 2023, expresó afecto por el obispo condenado («Mons. Rolando Álvarez, a quien tanto quiero») y pidió, como en el pasado, el diálogo y la búsqueda de soluciones consensuadas, evitando oponer las dos partes de un país ya dividido. Posteriormente, Francisco criticó duramente la dictadura de Ortega comparándola con gobiernos como los de Stalin y Hitler.
Desde entonces, las relaciones bilaterales, Managua-Vaticano, cada vez más deterioradas, son hoy casi inexistentes. Formal, oficialmente, el gobierno de Nicaragua pidió establecer una «pausa» en las relaciones diplomáticas con el Vaticano.
El Presidente «Lula» podría ser una primera reapertura lábil entre los partidos, pero no parece fácil.
Entonces, el tema principal en este momento es la libertad de Mons. Álvarez, y es un asunto humanamente delicado y políticamente complicado. ¿Por qué? Porqué nuevamente sería Mons. Álvarez quien decidiría qué hacer si hay un atisbo de liberación en una negociación entre Luiz Inácio Lula da Silva y el gobernador de Nicaragua.
El obispo está preso porque tiene que cumplir una condena, aunque sea injusta e ilegal, pero también porque se opuso a que lo deportaran del país como quería Ortega y como hizo años atrás con otros dos obispos incómodos, monseñor. Pablo Vega y luego con Mons. Silvio Báez.
Monseñor Álvarez se negó a subir al avión y “optó” por ir a prisión.
Y si ahora el presidente brasileño logró obtener la liberación del obispo a cambio de su deportación, casi seguro que Mons. Rolando Álvarez, para poder quedarse a vivir en el país con su gente, volvería a oponerse.
Para el Pontífice sería un asunto muy delicado, como lo fue sacar a Monseñor de Nicaragua. Silvio Báez, con el pretexto de quererlo en el Vaticano para un trabajo.
Desde Roma, el obispo Báez se vio obligado entonces a marcharse a vivir al exilio en Miami porque descubrió que en el Vaticano no le esperaba ningún trabajo.
Un segundo obispo nicaragüense en el exilio, aunque liberado de otra forma y por otras causas inmediatas, sería algo grave.
Por LUIS BADILLA.
CIUDAD DEL VATICANO.
SÁBADO 24 DE JUNIO DE 2023.