Navidad

Isaías 52,7-10 | Salmo 97 | Hebreos 1,1-6 | Juan 1,1-18

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

A los nueves meses de la Encarnación, veinticinco de marzo, celebramos el nacimiento de JESÚS el SALVADOR, el veinticinco de diciembre. Para los católicos tiene todo el sentido, que la historia se comenzase a datar partiendo del nacimiento de JESÚS en Belén. Cuando este NIÑO fue mayor se manifestó de forma plena su identidad: el hombre JESÚS de Nazaret además es DIOS. Allí en Belén un día como hoy, hace dos mil veintidós años, aproximadamente, el NIÑO-DIOS mostraba su rostro a los hombres y desvelaba algo de su MISTERIO. Un grupo de pastores fueron avisados y se acercaron al humilde lugar del nacimiento donde estaba el NIÑO con la MADRE y san José. El mensajero celestial indica a los pastores que el MESÍAS y SEÑOR, que salvará al Pueblo, acaba de nacer y está en un pesebre y envuelto en pañales (Cf. Lc 2,11). Los pastores no tuvieron gran dificultad en creer aquel anuncio, porque identificaba el nacimiento de cualquiera de ellos. La VIRGEN MARÍA y san José habían intentado encontrar alojamiento en alguna casa o posada, pero el Designio Divino señalaba otro lugar: un pesebre en una cueva de pastores. El silencio del MISTERIO se alteró para dar el anuncio a los pastores que cuidaban por turno los rebaños, y dice el texto que vigilaban los rebaños al raso, en noches despejadas y estrellas (Cf. Lc 2,8). La escena cuenta con distintos signos básicos dentro de la espiritualidad cristiana: la sencillez y pobreza de vida en la que se desenvuelven los pastores; la vigilancia en la noche y la guarda de los rebaños evoca la vigilancia cristiana sobre unas pertenencias de las que somos siervos realmente; la presencia del Mensajero Angélico es una muestra de la permanente compañía celestial incluso en las tareas más rutinarias. En este caso el Enviado de DIOS trae a los pastores el Mensaje crucial, que habrá de llegar a todos los rincones del orbe: el MESÍAS y el SEÑOR es el SALVADOR. A los pastores de Belén en aquel ambiente inocente y lejos de cualquier suspicacia malévola se les da el mismo anuncio, que predica Pedro en Pentecostés tres décadas más tarde: “tenga en cuanta toda la Casa de Israel, que DIOS ha constituido SEÑOR y MESÍAS, a este JESÚS que vosotros habéis crucificado” (Cf. Hch 2,36). El Ángel no se había equivocado, y aquel NIÑO era SEÑOR y MESÍAS -CRISTO-, pero habrían de transcurrir acontecimientos dramáticos para que el reconocimiento comenzase a extenderse y fuese universal. El NIÑO-DIOS de Belén lo veremos como Hombre-DIOS en la Cruz después de su Resurrección. Desde el momento del nacimiento, el Niño-DIOS permanece también oculto y en silencio. A los pastores fue el Ángel quien puso el hecho en sus mentes, lo mismo que a nosotros la Iglesia nos revela la verdadera identidad de JESÚS, al que debemos adoración.

Sin pérdida de tiempo

Después de la intervención de los Ángeles del Cielo, los pastores no dudaron en acudir a buscar y encontrar el lugar en el que había nacido el MESÍAS y el SEÑOR. Fueron a toda prisa y encontraron a MARÍA, a José y al NIÑO acostado en el pesebre (Cf. Lc 2,17). Los pastores contando todo lo que les había dicho el Ángel justificaban su presencia allí, pues de otro modo no hubieran dejado sus rebaños en la noche (Cf. Lc 2,17). Nos encontramos, según el evangelio de san Lucas, con los primeros evangelizadores, que anuncian a otros la presencia en el mundo del MESÍAS y el SEÑOR. Aquellos sencillos pastores tuvieron que verse tocados por una fuerza espiritual poderosa y transformadora, como si de un primer Pentecostés se tratase, pues de otra forma ni saldrían de su marginalidad y tampoco se atreverían a proclamar al mundo la gran revelación que a ellos les había llegado. Sigue diciendo el texto que “MARÍA guardaba todas aquellas cosas y las meditaba en su corazón” (Cf. Lc 2,19). Lo mismo que a MARÍA también a san José el testimonio de los pastores le representó un signo del Cielo para tenerlo en cuenta.

DIOS habla a los hombres

MARÍA meditaba y guardaba todas aquellas cosas importantes en su corazón. La miramos y nos enseña, porque es modelo y ejemplo. La VIRGEN MARÍA, aún siendo la “Llena de Gracia” caminó en la Fe y en el discernimiento. Las palabras, los hechos, los acontecimientos externos y las mociones interiores se convierten en signos de DIOS que es necesario leer y discernir. Este último término no es superfluo: discernir es un análisis que realizamos con la ayuda del ESPÍRITU SANTO sobre lo que sucede alrededor, y aquello que se mueve en nuestra alma. Los análisis o los discernimientos vienen dados porque las cosas y los sucesos que acontecen mantienen una relación, que en ocasiones no es despreciable y obliga a detenerse. Lo que contaban los pastores sobre el NIÑO no eran comentarios superficiales carentes de contenido y trascendencia. MARÍA recibe confirmación de su destino y misión por las palabras del anciano Simeón en el Templo (Cf. Lc 2,35). El anciano Simeón tuvo palabras proféticas y no cayeron en saco roto en el corazón de MARÍA. ELLA también tuvo que leer los signos dados por los acontecimientos. JESÚS nos pide que leamos en lo que nos rodea el lenguaje de DIOS, lo mismo que sabemos interpretar y predecir si se acerca la lluvia o la tormenta, la primavera o cualquier estación del año (Cf. Mt 16,1-4). De alguna forma, DIOS habla permanentemente,  porque “en ÉL vivimos, nos movemos y existimos” (Cf. Hch 17,28). Cuando JESÚS afirma y anuncia que “el Reino de los Cielos está cerca” (Cf. Mc 1,15), dice lo mismo que el evangelista san Juan al revelar que “el VERBO se hizo carne y puso su tienda entre nosotros” (Cf. Jn 1,14). La Navidad está llena de simbología para ambientarnos en torno al nacimiento de JESÚS; pero debemos añadir que la vida tiene por sí misma innumerables signos que nos siguen conduciendo hacia DIOS, pues ÉL habla a través de ellos. El signo o el símbolo son realidades pequeñas, que abren a grandes universos.

Las señales de DIOS

Este mundo es el que DIOS nos ha dado, para que nos desenvolvamos y realicemos como personas e hijos SUYOS. Vivimos mediante la Fe leyendo los significados de las señales que vienen a través de los encuentros con las personas, los sucesos de carácter social y los movimientos internos y personales que la vida misma provoca. DIOS nos ofrece la capacidad de transformar las cosas que ÉL nos da para que las adaptemos a las propias necesidades y pongamos a nuestro servicio.  La comida con la que nos alimentamos procede en gran medida de la transformación que alguien realiza a la hora de combinar y cocinar los alimentos. Algunos alimentos se pueden comer crudos, pero nuestro aparato digestivo y metabolismo mejoran su funcionamiento cuando los alimentos son elaborados de forma creativa. Ningún condimento es recomendable de modo aislado, pero facilita la digestión en una adecuada cantidad. Este simple ejemplo se puede extender a la utilización creativa de la multitud de elementos que existen en la Creación dada por DIOS; y en medio de todo ello ÉL se muestra próximo y cercano para ser reconocido, amado, adorado y alabado. La fecundidad de la vida en este planeta está condicionada a la relación con DIOS. Miles de millones de personas diferentes en este planeta en medio de una ingente multiplicidad de elementos para desenvolver aptitudes, habilidades y creatividad, sin perder el sentido de la cercanía de DIOS que providentemente nos ofrece toda esa riqueza. Entre lo más pequeño y sencillo bendecido por DIOS surge algo inesperadamente grande. Del pequeño grano de mostaza aparece un árbol en el que los pájaros pueden hacer nidos (Cf. Mt  13,32; Mc 4,32). Un poco de levadura fermenta una gran cantidad de masa de harina para hacer el pan (Cf. Mt 13,33). Las cosas y las mismas realizaciones humanas se convierten en señales a través de las que DIOS habla al hombre de Fe. Las cosas son así, porque DIOS sigue ese mismo comportamiento utilizando lo pequeño y cotidiano para comunicarse. La más grande autocomunicación de DIOS está dada, en principio, en un NIÑO que nace y su MADRE lo da a luz en una cueva de pastores, en una pequeña localidad rodeado de anonimato, salvo la noticia recibida por unos pastores que acudieron a contemplar el acontecimiento. El NIÑO no va a despedir rayos de luz ni aparece nimbado con aureola visible alguna y se encuentra desvalido entre pañales y acostado en un pesebre. No basta una vida para salir del asombro que produce un comportamiento como el anterior por parte de DIOS. A medida que avanza el conocimiento de la Creación realizada por el Poder de DIOS, más crece la admiración por el abajamiento del DIOS todopoderoso a la condición humana de un NIÑO indefenso. DIOS en el NIÑO JESÚS se hace muy pequeño, por Amor a los hombres, porque somos pequeños e insignificantes.

El lenguaje poético de Isaías

La profecía de Isaías provee las escenas mesiánicas futuras a partir de las imágenes que encuentra disponibles a su alrededor. Isaías describe con una fuerza especial los acontecimientos que van a suceder, que siempre son apreciados como muy próximos, pues el profeta dispone de la visión que lo sitúa en un tiempo distinto del común. Además los textos del segundo Isaías están propuestos para infundir ánimo en aquellos vueltos a la tierra después de la larga deportación a Babilonia. Volverán los desterrados, construirán el segundo Templo, pero poca cosa harán por mejorar el comportamiento religioso y el profeta Malaquías, en su breve escrito, se lo reprochará. Pero mientras tanto el segundo Isaías se volcará en mensajes de Esperanza contando entre ellas los enigmáticos textos del Siervo de YAHVEH contenidos en esta profecía.

El anuncio de la Paz

Los tiempos en los que los pueblos no estaban en lucha abierta se preparaban para la guerra, y no se daban tiempos prolongados de paz social. La aspiración de los pueblos por la paz era también la gran necesidad, pues las guerras siempre fueron muy caras en recursos y vidas humanas. Nadie gana en una guerra verdaderamente, pues lleva dentro de sí misma todos los males. Otra cosa bien distinta es que de la superación de una guerra resulte un florecimiento inesperado en algunos casos. Por otra parte, la defensa de la propia nación puede hacer inevitable la guerra, en cuanto que la defensa por la propia supervivencia tiene total legitimidad. La nación tiene sus límites y es la herencia que dejaron los padres para que los hijos echen raíces y no crezcan huérfanos y desarraigados. Pero DIOS nos dice a los hombres, que la Paz es un don y debemos pedirlo. DIOS quiere establecer en el mundo un universo de relaciones basadas en la  justicia y la fraternidad. La paz de consenso o del pacto no es suficiente para la estabilidad y crecimiento de las personas y los grupos humanos. La persona particular necesita de paz interior, y la paz que viene de DIOS no es sólo estar contento consigo mismo. La familia como unidad de convivencia precisa de la bendición continua de DIOS que haga aflorar la verdadera piedad familiar. Los grupos humanos, parroquias o asociaciones, construyen el futuro cuando viven la <paz propia del Reino de DIOS>. La Paz tiene que venir y la pedimos porque deseamos que llegue pronto. Los sencillos pastores de Belén recibieron la bendición y el mensaje: “gloria a DIOS en el Cielo, y en la tierra Paz a los hombres que DIOS ama” (Cf. Lc 2,14). Estaban cumpliéndose las palabras del profeta Isaías, pues el gran MENSAJERO era precedido por los Ángeles en el anuncio previsto por DIOS para el mundo.

El MENSAJERO

“Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz” (Cf. Is 52,7). Al hacer la lectura mirando a JESUCRISTO el MENSAJERO viene del Cielo, y la paz que anuncia no es la victoria en una guerra sobre un enemigo cualquiera, sino la Paz que el mundo necesita de parte de DIOS. El guerrero convertido en mensajero recorría con celeridad largas distancias para llevar la buena noticia de la victoria. El ánimo dado por la buena noticia de la victoria daba nuevas energías al mensajero para subir montañas y recorrer todo tipo de terrenos, vías y caminos. Nuestro MENSAJERO no ahorró inconvenientes para dejarnos el Mensaje de la victoria sobre el Mal, que es la victoria de todas las batallas. El MENSAJERO viene con la gran noticia del Amor de DIOS para todos los hombres. Hasta el final de los tiempos, en el momento que la historia de los hombres se cierre, sigue expandiéndose la Buena Noticia de la fidelidad de DIOS al hombre.

Fidelidad de DIOS

La Escritura no se cansa de señalar tantas veces como sea preciso, la fidelidad de DIOS: “Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo, porque con sus propios ojos ven el retorno de YAHVEH a Sión” (Cf. Is 52,8). Para el hombre de Fe los signos religiosos externos hablan el lenguaje de DIOS y el devoto entiende el mensaje. El Pueblo no vuelve solo del destierro, pues tal cosa no sucedería si YAHVEH no viniese con él. Los sacerdotes van en procesión y el Pueblo los sigue, porque también la liturgia tiene que recoger el retorno con YAHVEH a la cabeza. De nuevo el SEÑOR estará en el Monte Sión. Los vigilantes, los que en el nombre del SEÑOR mantienen vivas las promesas viven momentos de júbilo, porque no se entiende a YAHVEH fuera de la Ciudad Santa, y los vigilantes lo declaran con Salmos y cánticos.

Corrección y consolación

“Romped a cantar a coro ruinas de Jerusalén, que el SEÑOR consuela a su Pueblo, rescata a Jerusalén” (Cf. Is 52,9). DIOS no llega a su Pueblo en la cumbre del éxito, sino en las ruinas que habían dejado en otros tiempos los invasores. El panorama de catástrofe duró más de cincuenta años hasta el retorno, y llegaba una nueva generación que había nacido en el destierro, pero mantenía la Fe de sus padres y estaba dispuesta a rehacer las ruinas dejadas por aquella invasión. Con YAHVEH podrán levantar otro Templo, rehacer la Ciudad y construir su muralla protectora. DIOS está dispuesto a comenzar de nuevo tantas veces como sea preciso, partiendo de las cenizas en las que el hombre haya dejado las cosas. Ezequiel propondrá otras imágenes como la elocuente metáfora del campo lleno de huesos secos, que representaba toda la Casa de Israel (Cf. Ez 37). Y Juan Bautista predicará con toda convicción, que DIOS es capa de sacar de las piedras hijos de Abraham (Cf. Mt 3,9). Lo aquí expuesto es una vertiente esencial de la Esperanza cristiana.

La victoria del SEÑOR

“El SEÑOR desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones,  y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro DIOS” (Cf. Is 52,10). Extraña forma de vencer que DIOS utiliza cuando lo que pone en primer término es el abajamiento y la debilidad, pero sólo así es posible nivelarse con el hombre caído y débil. Los confines de la tierra llegarán a escuchar que la Redención del género humano viene por la adhesión a un CRUCIFICADO, que tras la muerte resucitó. Para sumir en la perplejidad a los Cielos y a los hombres comenzó manifestándose naciendo en un pesebre en una aldea, Belén, irrelevante, cercana a Jerusalén. Los enemigos de la LUZ a lo largo de los siglos estuvieron convencidos, en más de una ocasión, que estaban a punto de sofocar este gran desafío divino, pero tienen que soportar con estupor que en debilidad los hijos de la LUZ siguen avanzando en medio de condiciones que exceden las fuerzas humanas, dando pruebas de la misma presencia del SEÑOR en esa misma pobreza y debilidad.

El que nace ya existía

El Prólogo del evangelio de san Juan en los dieciocho versículos iniciales ofrece la estructura de todo su Evangelio y la identidad de JESÚS de Nazaret, que es DIOS y hombre sin merma de ninguna de las dos vertientes en su perfecta unión de naturalezas, sin fusión o confusión alguna, pero en la más perfecta unidad, con lo cual la humanidad de JESÚS pertenece sin fisura alguna a la eternidad del VERBO y a la Vida intratrinitaria. Los cristianos no podemos desligar este profundo misterio del que es propio de la Santísima TRINIDAD. La humanidad de JESÚS de Nazaret está en perfecta comunión con el PADRE y el ESPÍRITU SANTO, porque se encuentra perfectamente unido a la naturaleza divina del HIJO.

Inclinado hacia el PADRE

“En el principio existía la PALABRA, y la PALABRA estaba con DIOS, y la PALABRA era DIOS Ella estaba en el principio con DIOS (v.1-2). La PALABRA que es DIOS desde siempre está orientada, dirigida o inclinada hacia DIOS. Algunos interpretan y contemplan así la disposición del HIJO hacia el PADRE desde toda la eternidad. Sólo el AMOR y la HUMILDAD pueden aceptar tal disposición desde siempre y para siempre. El HIJO se dispone desde siempre a seguir la voluntad del PADRE en perfecta unión de AMOR. El mismo evangelista san Juan nos revelará los rasgos más propios del ESPÍRITU SANTO que vincula la perfecta unión entre el PADRE y el HIJO desde siempre. Pero en la brevedad de este texto queda de manifiesto, entre otras cosas, que el HIJO no se subordina al PADRE por imposición, pues es DIOS y de su misma naturaleza, sino que la eterna generación del HIJO establece una relación íntima y filial. El gran AMOR trinitario llega a los hombres: “tanto amó DIOS al mundo, que entregó a su HIJO único para que el mundo se salve por ÉL” (Cf. Jn 3,16). Una vez desplegada la Creación, toda ella debía reconocer su verdadero sentido que no es otro que el AMOR mismo de DIOS. DIOS crea todo porque ama lo que crea (Cf. Sb 11,24); mantiene su Creación porque sigue amando lo creado y lo conduce todo hacia su realización última por el mismo AMOR.

Conocimiento de DIOS

“A DIOS nadie lo ha visto jamás. El HIJO único, que está en el seno del PADRE es quien nos lo ha dado a conocer” (v.18). En especial el Evangelio de san Juan nos permite asomarnos a vertientes pertenecientes al misterio de DIOS. El PADRE ha puesto todo en las manos del HIJO (Cf. Jn 13,3). El PADRE ha dado al HIJO todo el poder de juzgar (Cf. Jn 5,22). El HIJO si se va, muere y resucita, enviará al ESPÍRITU SANTO (Cf. Jn 16,7), y advertirá a los hombres de todo el mundo sobre el pecado, la Justicia y el Juicio (Cf. Jn 16,8). El PADRE y el HIJO son una unidad (Cf. Jn 10,30). Estas afirmaciones de JESÚS en relación con el PADRE representan una pequeña muestra, pues todo el Evangelio de san Juan hace gala de una elevadísima revelación que puede discurrir por las veredas de este mundo en estricta línea de Encarnación. Nadie ha visto a DIOS, porque nadie puede ver a DIOS sin haber muerto (Cf. Ex 20,19; 33,20); pero el HIJO que se hizo hombre nos hizo partícipes de su relación íntima y personal con el PADRE, y de esta forma se establecieron vías inéditas de comunión entre los hombres y DIOS. El hombre podrá comer la carne del Hijo del hombre y beber su sangre para tener Vida Eterna (Cf. Jn 6,54) ahora en este mundo; y gracias a esta comunión con el HIJO la Vida  Divina intratrinitaria dará comienzo en el corazón del hombre (Cf. Jn 14,23). La Navidad se puede prolongar espiritualmente y con todo realismo durante todos los días del año, porque cada día es posible recibir a JESÚS bajo la forma de la EUCARISTÍA. El HIJO se hizo NIÑO y posteriormente se hizo PAN para convertirse en el verdadero alimento de los hombres, transformándonos para la Vida Eterna.

El CREADOR se hizo criatura

“Todo se hizo por la PALABRA, y sin ELLA no se hizo nada de cuanto existe” (v.3). El primer relato del Génesis alcanza todo su sentido con lo revelado en el Prólogo del Evangelio de san Juan. La PALABRA eterna preside todos los instantes de la Creación: “y dijo DIOS”, que se repite de forma rítmica a lo largo de todo el primer relato (Cf. Gen 1,1ss). Con la Encarnación, DIOS excede lo imposible con que se califican determinadas acciones divinas: “la Salvación es imposible para el hombre, pero DIOS lo puede todo” (Cf. Mc 10,27). DIOS crea todo en su mismo AMOR, y la Creación entera rebosa abundancia y al mismo tiempo equilibrio. Nada sobra en la Creación, pero dentro del conjunto de las criaturas aparecen los Ángeles y los hombres dotados de inteligencia y voluntad, añadiendo algunas variables a la ecuación, de tal forma que entran en juego distintas libertades, y ponen a prueba el mismo Proyecto Divino. Reordenar y restaurar la Creación desde dentro trae consigo la Encarnación del VERBO, asumiendo la Creación creada por ÉL mismo de una forma totalmente nueva.

Vida en la PALABRA

“En la PALABRA estaba la vida, y la Vida es la Luz de los hombres” (v.4). La verdadera Vida es inseparable de la Bondad, la Verdad y la Belleza espiritual. Una Vida sin Bondad no es de DIOS. Una Vida sin Verdad y Belleza espiritual no proviene de DIOS. Pero si los atributos anteriores prescinden de la condicionalidad negativa, entonces decimos que la Vida es verdaderamente luminosa, porque está unida a DIOS mismo. Una vida en la maldad, la mentira y la fealdad es luciferina, pues se ha desnaturalizado al prescindir de DIOS como base y fundamento. Con propiedad JESÚS dirá de SÍ: “YO SOY el Camino, la Verdad y la Vida; nadie va al PADRE si no es por MÍ” (Cf. Jn 14,6). JESÚS es esencialmente bueno y hace siempre bien al hombre; nunca le miente ni tenderá trampas. JESÚS es fiable absolutamente, por eso es la LUZ.

Las tinieblas son vencidas

¡La LUZ brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron” (v.5). En el primer día de la Creación las tinieblas fueron separadas de la Luz (Cf. Gen 1,4); pero con la victoria de la Resurrección las tinieblas han sido vencidas, y la pérdida de su influencia y poder es cuestión de tiempo. Las tinieblas no son simplemente ausencia de luz, sino la personificación del Mal; lo mismo que la LUZ no es una energía física sujeta a la duración. La LUZ del mundo (Cf. Jn 8,12) es el mismo JESUCRISTO.

Venir a la Fe

El SEÑOR ha venido a los hombres y se manifestó. Los hombres de todos los tiempos tenemos una cita con la Fe, y el SEÑOR a su vez nos señales e intermediarios. Entre estos últimos están los sencillos pastores, que ante el aviso del Ángel no pierden ni un momento para ir a adorar al MESÍAS (Cf. Lc 2,15-16). Los santos y sabios magos de oriente aceptan la señal de la estrella que los guía hasta Belén (Cf. Mt 2,2.9). Juan Bautista, pariente y precursor, aparece como testigo inequívoco del MESÍAS y pide para su reconocimiento un proceso de conversión personal: “Juan vino para dar testimonio de la LUZ, para que todos creyeran por él; pues no era él la LUZ, sino el que tenía que dar testimonio de la LUZ” (v.8). Pero todavía el HIJO de DIOS, la LUZ verdadera contará con un testimonio superior al de Juan y el resto de los enviados. Este testimonio son las obras que el PADRE realiza por su medio, ellas dan testimonio que el mismo PADRE ha enviado al HIJO (Cf. Jn 5,36). Lo mismo que sabemos de lo contenido en una semilla cuando germina, así también la identidad del NIÑO de Belén se esclarece sin sombra de duda cuando el mundo reconoce sus obras y escucha su Mensaje. Vivimos el tiempo del ESPÍRITU SANTO enviado por JESÚS por su Resurrección, y todavía no hemos terminado de ver y comprobar la confirmación que el mismo ESPÍRITU SANTO seguirá haciendo en la historia, haciendo ver a todos los hombres que JESÚS es el único HIJO de DIOS. Mientras haya historia seguirán produciéndose manifestaciones del ESPÍRITU SANTO en el mundo a través de la Iglesia.

El hombre cristiano

No solo datamos la historia a partir de CRISTO, sino que deberíamos considerar el desarrollo de la humanidad antes y después de CRISTO. Atendiendo al siguiente versículo de san Juan se puede hablar de una capacidad añadida al hombre de cualquier latitud después de la Encarnación: “la PALABRA era la LUZ verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (v.9) Una nueva  conciencia surge en los hombres a partir de la Encarnación, muerte y Resurrección de JESÚS, pero en un modo de Cristianismo natural, que debe ser completado por la adhesión personal de cada uno a JESUCRISTO, aceptándolo como SALVADOR. El hombre de cualquier época se mueve en un camino de opciones y libertad interior para aceptar lo que DIOS le ofrece o rechazarlo. “La PALABRA estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por ELLA, y el mundo no la conoció; vino a su casa y los suyos no la recibieron, pero a cuantos la recibieron les dio el poder ser hijos de DIOS, si creen en su Nombre” (v.10-12). El drama del rechazo nos afecta hasta el presente, y pareciera que las fuerzas del bien y el mal son equiparables, predominando el mal de manera fatal; sin embargo las cosas no son así. Hay Poder en DIOS para enderezar las desviaciones y devolver la vida de los hombres al crecimiento en la bondad, la verdad y la belleza.

Los testigos de hoy

“La PALABRA se hizo carne y puso su morada entre nosotros; y hemos visto su Gloria, gloria que recibe del PADRE como HIJO único lleno de Gracia y de Verdad” (v.14). Los agentes del poder de las tinieblas creen que están a punto de acabar con la Fe en JESUCRISTO e implantar en el mundo algo parecido a una simpatía cósmica al dictado de unas imposiciones ecológicas que culpabilizan al individuo de todos los males del mundo y lo animan a confundirse con un animal de cualquier especie para terminar fundiéndose en el anonimato de una energía cósmica absorbida por cualquier agujero negro. Todavía hoy quedan miles de testigos que afirman de forma rotunda la revelación de san Juan: “el VERBO se hizo carne y puso su tienda entre nosotros”, de tal manera que no habrá fuerza infernal que pueda erradicarla. Podrán impedir en algunos países la representación pública del nacimiento de JESÚS por medio de los tradicionales belenes, pero no podrán borrar la huella indeleble que el NIÑO-DIOS ha dejado en el corazón de un gran número de almas grandes y sencillas.

Carta a los Hebreos 1,1-6

También se aprecia la acción del ESPÍRITU SANTO en la revelación conjugada de estos textos litúrgicos, que nos ofrecen una panorámica de las grandes verdades confluyentes en esta fiesta de la Navidad.

DIOS sigue hablando a los hombres

“De muchas formas habló DIOS a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del HIJO a quien instituyó heredero de todo, y por quien también hizo los mundos” (v.1-2). La transformación de la palabra hablada en contenido de comunicación tiene un fondo de misterio. Vivimos de forma tal habitual el fenómeno, que pasamos por alto el gran milagro de la comunicación. DIOS desciende a la palabra humana para hacerse presente para cada uno de nosotros. Decía san Jerónimo que la Palabra del Evangelio es el mismo JESUCRISTO. La densidad de la misma nos hace partícipes de las fibras íntimas del corazón de CRISTO, que plenamente se hizo hombre siendo plenamente DIOS, pues en ÉL reside la plenitud de la Divinidad (Cf. Col 1,19). El VERBO eterno también manifiesta su Presencia en los profetas que recibieron la Revelación. Nosotros no podemos leer el Antiguo Testamento sin una referencia directa a JESUCRISTO, pues todo lo anterior encamina hacia su aparición en la historia de los hombres. No tenemos otro SALVADOR, y DIOS agota en su HIJO todo lo que tiene que decirnos. La plena revelación, por tanto, está cumplida. La carta a los Hebreos confirma al HIJO como protagonista de todo lo creado: “lo instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos” (v. 2b).

Al PADRE por el HIJO

“Siendo el resplandor de su Gloria e impronta de su substancia, que sostiene todo con su PALABRA poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados se sentó a la diestra de las alturas” (v.3). Con brevedad, el autor sagrado sintetiza la obra de la Redención que encierra la purificación de los pecados, cuya resolución sólo podía llevar a cabo el HIJO de DIOS. El obstáculo del hombre para el encuentro definitivo con DIOS fue quitado por el Poder conferido al HIJO, que de nuevo participa de la Gloria del PADRE, pues está “sentado a la derecha en las alturas”.  El HIJO posee la misma naturaleza que PADRE y el mismo PODER, y comparte la misma Gloria.

Por encima de los Ángeles

Tanto ayer como hoy es necesario decir que ningún Ángel está por encima de JESUCRISTO por la sencilla razón que el Ángel es una criatura espiritual y JESUCRISTO es DIOS. Pero en aquellos tiempos y en la actualidad había alguna corriente que subordinaba la persona misma de JESÚS a los administradores angélicos, que poseían supuestas regiones cósmicas bajo su influencia. Aunque pudiera haber algo de verdad en esas creencias, no es cierto que el poder angélico alguno esté por encima de JESUCRISTO, que ha puesto Paz con su sangre entre el mundo visible y el invisible (Cf. Col 1,14-16).

Los Ángeles son criaturas

“¿A qué Ángel dijo alguna vez: hijo mío eres tú, hoy te he engendrado? (v.5) Estas palabras del Salmo dos las toma el autor sagrado para marcar la diferencia entre la manera de estar el HIJO en la TRINIDAD y el resto de las criaturas, aunque sean de carácter espiritual. El Ángel es creado por DIOS con unas características distintas del hombre, pero criatura al fin y al cabo, limitada y destinada al servicio de DIOS y de toda su obra con especial atención al acompañamiento de los hombres hacia la salvación (Cf. Hb 1,13).

La adoración

“Al entrar el PRIMOGÉNITO en el mundo, dijo: adórenle todos los Ángeles de DIOS” (v.6). Antes que los pastores en Belén, los Ángeles habían comenzado la adoración al HIJO de DIOS que encarnado en el seno de la VIRGEN MARÍA estaba a punto de nacer a un mundo difícil y en ocasiones hostil. Los Ángeles pueden ser nuestros mejores guías para orientarnos en la adoración, pues de los niños y los pequeños, dice JESÚS, que los Ángeles están viendo de continuo el Rostro de DIOS (Cf. Mt 18,10) La ayuda y protección del Ángel Custodio debe ser tenida en cuenta de modo especial en estos tiempos de intensa lucha espiritual.

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