Murió el director de El Exorcista, esto pensaba sobre el mal

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

Este lunes 7 de agosto murió William Friedkin, célebre por la dirección de la película que marcó un hito en el cine de terror. Nacido en Chicago en 1935, Friedkin comenzó su carrera en series de televisión. Su incursión en el cine comenzó con musicales, pero la proyección que lo consolidó en el cine fue The French Connection de 1971, merecedora de cinco premios Óscar, entre ellos a la mejor película y al mejor director.

Sin duda, su nombre quedará, junto el de William Peter Blatty, en la historia del cine y de la literatura por El Exorcista que en este 2023 cumple 50 años de su estreno en Los Ángeles. El 26 de diciembre de 1973, la película inspirada en la novela homónima de William Peter Blatty (1928-2017), publicada en 1971 sobre la grave perturbación física y espiritual de una niña basado en un caso real de posesión satánica ocurrido en 1949.

William Friedkin, después de la filmación de The French Connection, recibió un paquete con el libro de Blatty llamándole poderosamente la atención las citas que sirven de prólogo a la novela la cual leyó para ser profundamente conmovido y horrorizado por la historia contada.

Como escribe en su libro “The Friedkin Connection” el prólogo presentaba a un sacerdote jesuita arqueólogo sin nombre… sus excavaciones en Iraq y el encuentro con una pesada “estatua de piedra caliza in situ: alas irregulares, pies con garras, bulboso pene saliente y rígida boca que se estiraba en una sonrisa maligna, el demonio Pazuzu” que es el protagonista antagónico corruptor de la inocencia del personaje principal, la niña Regan, a quien salvará el jesuita cuando el trágico final revele el “vida por vida”, la del anciano sacerdote a cambio de la liberación de la pequeña.

William Peter Blatty documentó el caso para llevarlo al público, estudiar los casos de exorcismo y la realidad de las entidades demoniacas como el Pazuzu del arqueólogo jesuita. A diferencia de estos tiempos, la documentación sobre exorcismos era escasísima y sólo había tres hechos aprobados de real posesión demoniaca en los Estados Unidos en el siglo XX. El autor se topó con una Iglesia católica obligada a callar sobre los asuntos por proteger la identidad y privacidad de las víctimas, “incluso trató de encontrar a un sacerdote que hubiera realizado el rito del exorcismo, pero no tuvo éxito”.

Blatty pudo contactar al sacerdote responsable del exorcismo del caso de 1949. El padre Eugene Gallagher inició un intercambio epistolar con el autor por alrededor de 7 años desde 1968. El sacerdote advertía a Blatty de la necesidad de hacer notar al público de la “presencia y actividad del diablo como algo muy real… Puedo asegurarle una cosa: El caso en el que estuve involucrado fue una cosa real. No tengo ninguna duda de eso, y hoy tampoco las tengo”.

Friedkin afirma que Blatty tomó los míticos personajes de El Exorcista de individuos conocidas por él. El padre Lankester Merrin (interpretado por el sueco Max Von Sydow (1929), fue creado en referencia a la amistad del director con curador de antigüedades de Jerusalén, Gerald Lankester;Chris MacNeil, la madre de Regan (Linda Blair quien el día del estreno tenía 14 años), basado en la actriz Shirley MacLaine (1934), ganadora del Óscar en 1983 por “La fuerza del cariño” o el padre Demian Karras, el sacerdote psiquiatra, inspirado en la misma personalidad de Blatty.

En las plataformas abundan los documentales y anécdotas acerca de la filmación. Los casos trágicos y muertes mientras se rodaba El Exorcista y de las particulares exigencias de Friedkin a los actores y actrices llevándolos al límite. Linda Blair, la niña Regan ahora de 64 años, sufre las secuelas de la brutal actuación de los espasmos en la cama que le lesionó la espalda.

La premiere de El Exorcista ocurrió el 26 de diciembre de 1973. La distribución de los pósteres y publicidad se dio en el día de Navidad y se vio por primera vez en el Teatro Nacional de Westwood en Los Ángeles, California. Según cuenta el director, durante la premiere, “el cine estuvo lleno y no hubo ningún ruido durante la proyección. Cuando acabó, la audiencia permaneció en sus butacas sin moverse o hablar. Entonces, sólo después, salieron lentamente para abandonar la sala”.

Friedkin tuvo por cierto este problema del mal y la existencia del diablo. Su libro cita las palabras del Papa Paulo VI hechas mientras se daba la producción de la película. El 15 de noviembre de 1972, durante una audiencia general, el Papa santo decía sobre el demonio: “El Mal es un ser espiritual vivo, pervertido o pervertidor. Una realidad terrible, misterioso y aterrador. Es contrario a lo que enseña la Biblia rechazar la existencia de esta realidad… Y que se trata no de un solo demonio, sino de muchos, diversos pasajes evangélicos nos lo indican, pero uno es el principal: Satanás… Sabemos también que este ser oscuro y perturbador existe de verdad y que con alevosa astucia actúa todavía, es el enemigo oculto que siembra errores e infortunios en la historia humana… y es el pérfido y astuto encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de los desordenados contactos sociales en el juego de nuestro actuar, para introducir en él desviaciones, tanto más nocivas cuanto que en apariencia son conformes a nuestras estructuras físicas o psíquicas o a nuestras instintivas y profundas aspiraciones…”

La lógica de El Exorcista es la lucha del bien y del mal, pero no deja de perturbarnos cómo puede ensañarse contra la inocencia y pureza de una criatura de Dios y nos conmueve cuando, sólo por la fe, dos hombres enfrentan al enemigo poderoso tentando al el ser humano para creer o no en el amor de Dios. ¿Por qué la posesión y degradación del ser humano, el de una niña? En el lapso del tremendo y pavoroso exorcismo, Merrin dice a Karras, como lo describe la propia novela el diálogo de las escaleras que se queda corto en la película, tal vez el punto nodal de la historia: “¿Cuál es el propósito de la posesión?”, se lee cuando un atribulado y acongojado Karras cuestiona; “¿Quién lo sabe?”, responde el veterano Merrin, “Pero yo creo que el objetivo del demonio no es el poseso sino nosotros, los observadores, cada persona… Y lo que creo es que quiere que nos desesperemos, que rechacemos nuestra propia humanidad, que nos veamos como bestias, como esencialmente viles e inmundos, sin nobleza, horribles, indignos. Porque yo pienso que el creer en Dios no tiene nada que ver con la razón sino que, en última esencia, es una cuestión de amor, de aceptar la posibilidad de que Dios puede amarnos…” Al final, la película tiene este desenlace. El intercambio de vidas, tal vez por desesperación o puro amor.

Friedkin filmó una veintena de películas y documentales. Más inclinado al problema del mal, su última producción le llevó a una entrevista al mismo Gabrielle Amorth (1925-2016), el paulino exorcista del Papa. “El Diablo y el padre Amorth” de sus últimas producciones que no tuvo el mismo éxito que la mítica de El Exorcista.

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