El historiador Alberto Bárcena señala en una entrevista concedida a Javier Navascués que el liberalismo más presente entre los católicos hoy en día es el «de tercer grado, que es el de vivir la fe en el espacio estrictamente privado, pero no en el público. Y eso es quitar a Dios de la vida pública con la gravedad que eso tiene».
El profesor Alberto Bárcena, licenciado en Derecho y doctor en Historia, es un reputado intelectual, experto en Doctrina Social de la Iglesia, masonería y Nuevo Orden Mundial (NOM) por destacar solamente alguno de los temas más representativos. Profesor universitario, escritor y conferencista de renombre, estará presente el próximo 13 de mayo en Madrid, en la presentación de la re-edición del libro El Liberalismo es Pecado, junto a Mn. Athanasius Schneider (que prologa el libro) y al prestigioso pensador Javier Barraycoa.
Muchos ven en el liberalismo el germen de la mayoría de los males modernos, pues da derechos al mal y al error…
Es así, que duda cabe que el liberalismo parte del relativismo moral. Podríamos remontarnos a Lutero, en cuanto a la libre interpretación que él defiende. Se ve más claramente en la Ilustración. En el siglo XVIII la ley natural es totalmente apartada. Es más, uno de los autores principales, Rousseau, dice que la legitimidad procede únicamente de los acuerdos, luego ha quitado ya a Dios de en medio. Y los acuerdos además son mudables. Rousseau está muy presente en el pensamiento actual. En 1948 el primer presidente de la UNESCO, Julian Juxley, decía exactamente lo mismo, que nada era eterno ni inmutable en ética. Osea que ese concepto roussoniano de que los acuerdos son la única fuente de legitimidad, es lo que viene presidiendo el pensamiento único, el pensamiento revolucionario, desde el siglo XVIII hasta el presente.
Y el liberalismo ha sido el gran enemigo de la tradición católica, condenado en numerosas ocasiones por el Magisterio de la Iglesia.
En muchas. El poder mismo no es más que en un brote de un liberalismo llevado al extremo, condenado por San Pío X. Pero es que ya antes Pío IX en la encíclica Quanta Cura y el documento anexo que desarrolla esta encíclica, el Syllabus, ya enumera todos los errores que vienen del liberalismo. Y habla de ochenta y tantos errores…Todos estos errores siguen hoy en vigor, por más que haya sectores en la Iglesia que hayan condenado el Syllabus como una especie de reacción integrista y fundamentalista.
¿Por qué el Syllabus no se puede derogar?
Porque lo que condena como errores del liberalismo es indiscutible que lo son. Habla del naturalismo, del materialismo, en definitiva del rechazo a Dios, del rechazo de la dimensión espiritual del hombre, que eso está en el liberalismo en diferentes grados. También podíamos hablar de los grados del liberalismo, pero hay uno de tercer grado, que hoy en día es muy común entre católicos, que es el de vivir la fe en el espacio estrictamente privado, pero no en el público. Y eso es quitar a Dios de la vida pública con la gravedad que eso tiene. En primer lugar la dejación de la obligación del cristiano de dar testimonio de su fe. Ese liberalismo de tercer grado entre católicos hoy en día está divulgadísimo. Incluso hay algunos que a veces profesan su fe católica, pero luego dejan claro que eso es una cuestión absolutamente privada. Esto en política se ve mucho. Son algo así como cristianos vergonzantes.
¿Cómo valora la visita de un prelado como Mons. Schneider a España y más el 13 de mayo?
Como una excelente ocasión para prestar atención a alguien que se caracteriza por la fidelidad a la doctrina de la Iglesia, que ha hablado siempre sobre dicha doctrina con una claridad y contundencia verdaderamente encomiables y que ha edificado a muchos precisamente con esa claridad. Que sea un 13 de mayo, coincide con una fecha importante en la historia de la salvación como son las apariciones de Fátima, con todo lo que la Virgen avisa que puede ocurrir o que va a ocurrir si no nos enmendamos. Un mensaje muy contundente sobre la eficacia de la oración, la eficacia del sacrificio, del ofrecimiento de obras, en definitiva de la reparación de todo el pecado que ya entonces se estaba adueñando de la civilización occidental. Así que la coincidencia del viaje con el 13 de mayo puede ser una señal para que pongamos especial interés o atención en esta visita, en lo que se va a decir en ella porque tiene mucho que ver con la historia de la salvación también.
¿Qué supone para usted estar junto a este prelado y a Javier Barraycoa en la presentación de la re-edición del clásico El Liberalismo es Pecado?
Me parece una responsabilidad importante y pido la asistencia del Espíritu Santo para estar en línea con Monseñor y con Javier Barraycoa también y poder transmitir también esa claridad e introducir el tema en la medida que a mí me corresponda y darle pie, sobre todo a Monseñor, para que desarrolle las ideas que en ese prólogo del libro ha incluido y en lo que viene defendiendo hace ya tiempo.
Igualmente se inaugura la asociación Luz de Trento, sin duda inspirada en un referente del mejor momento del catolicismo en España.
Desde luego el Concilio de Trento supuso un antes y un después porque vino a contestar a todos los errores de Lutero, que acababa de destruir la unidad de la cristiandad, dejando la simiente de la herejía. Y de esa herejía luterana van a surgir luego múltiples divisiones que destruyen el depósito sagrado de la fe en una buena proporción. Los sacramentos prácticamente desaparecen. Queda el Bautismo y él dice que la Eucaristía, pero no es verdad, tampoco queda la Eucaristía. Los sacramentos del Orden, la Penitencia etc. desaparecen por completo. Trento viene a clarificar la posición de la Iglesia. No dice nada nuevo porque dice lo de siempre, pero se reafirma y desarrolla los rasgos propios de cada sacramento. Viene a refutar todos los errores de Lutero y sus seguidores. Incluso les da la razón en lo que la tienen, que es bien poco, porque es gravísimo lo que dicen después. Son cristianos, sí más o menos son cristianos, unos más que otros, pero han arrancado a la sociedad cristiana occidental prácticamente todos los canales de la gracia, que son los sacramentos.
Igualmente niegan la tradición dogmática. Trento no viene más que a aclarar y a reforzar y aunque no fue un concilio que consiguiese la reunificación entre católicos y protestantes, sí que fue un concilio que hizo un enorme bien a la Iglesia porque toca todos los temas y a partir de ahí la Iglesia adquiere una fortaleza e incluso vuelve a evangelizar territorios que se habían hecho protestantes y en el mundo católico se hace una labor importantísima que refuerza la fe y la mejor tradición, la verdadera tradición dogmática, que viene desde los Padres de la Iglesia.
Por último, ¿qué importancia tiene que un prelado de la gravedad y el peso de Monseñor Schneider rece ante el mismo Congreso de los Diputados por la conversión de los políticos, ahora que están desatadas las leyes inicuas como criminalizar el rezar delante de un abortorio?
Me parece muy oportuno porque al final lo que estamos viviendo no es más que un episodio del combate espiritual que viene librándose desde el pecado original, de manera ininterrumpida. Como dice San Pablo no luchamos contra la carne ni la sangre, por lo tanto las armas más importantes que tenemos a nuestra disposición son espirituales, es la oración. Más fuerte que eso no hay nada y además el ejemplo de que se rece delante del Congreso por la conversión de quienes tienen en sus manos seguir debilitando, corrompiendo y destruyendo la sociedad, es un ejemplo magnífico de lo que tenemos que hacer todos, en grupo y en la calle, no hay porque ocultarse. No podemos ser católicos vergonzantes. Si se consiguiera la conversión, por lo menos de algunos, de los políticos que están ahí, supuestamente, representando a la sociedad española, sería, desde luego, un logro enorme. El Rosario es una arma importantísima dentro de lo que es la oración y la oración en común también tiene una fuerza especial. Así que me parece una excelente iniciativa, verdaderamente inspirada.
Por Javier Navascués.
InfoCatólica.