Hoy, en Il Messaggero, Franca Giansoldati publica una interesantísima entrevista con el arzobispo Carlo Maria Viganò.
Uno de los puntos abordados en la entrevista se refiere a la seguridad personal del prelado, quien, por lo que sabemos, todavía teme por su vida.
No quiere, dice, acabar como su predecesor en la Nunciatura de Washington, Pietro Sambi, que también se mostró muy crítico y hostil con el entonces muy poderoso cardenal McCarrick, castigado por Benedicto XVI debido a su comportamiento hacia sacerdotes y seminaristas, pero tiempo después indultado por Francisco, quien fue advertido inútilmente sobre las fechorías del cardenal americano por el mismo Viganò, en una entrevista personal.
Y tampoco quiere acabar monseñor Viganó como el cardenal Pell, juzgado y condenado injustamente (hay quienes también quieren ver una mano romano-vaticana en ello…), por cargos inconsistentes y finalmente absuelto por el Tribunal Superior australiano Posteriormente el cardenal Pell ymurió en circunstancias que no estaban del todo claras.
Pell había intentado poner orden y limpiar -como Viganò- en los establos de Augías de las finanzas vaticanas, regularmente traicionadas y repudiadas por el Papa Bergoglio.
Como Sambi, como Pell, Viganò también sabe muchas cosas; tanto más cuanto que trabajó durante muchos años en la Secretaría de Estado, en la oficina que se ocupa de la conducta y del comportamiento de los obispos y cardenales en todo el mundo. Un hombre con tanto conocimiento y buena memoria es peligroso, para alguien cuyos armarios – véase el actual pontífice – tal vez no estén exentos de esqueletos.
Viganò afirma que se enteró –después de su denuncia pública sobre los encubrimientos de los que McCarrick había disfrutado en el Vaticano–, que su vida estaba en peligro. Y afirma que la condena de McCarrick en 2019 sólo sirvió para salvar la reputación del Papa Bergoglio. No hubo juicio canónico, los testigos no tuvieron la oportunidad de nombrar a los cómplices ya que Bergoglio reclamó el derecho a definir la cosa juzgada. Se suponía que la medida administrativa ocultaría la red de complicidad, a pesar de que los crímenes se conocían desde hacía décadas.
A la entrevista podemos añadir algunos detalles de primera mano, que os recomendamos leer.
Monseñor Viganò fue trasladado de la Secretaría de Estado a la Gobernación por el Secretario de Estado de Benedicto XVI (nombramiento desastroso para el pontificado), y como el trabajo de limpieza administrativa que había emprendido chocaba con los intereses de un favorito de Bertone, entonces fue enviado a Estados Unidos. Dos veces Benedicto XVI le propuso ser cardenal, y dos veces se negó para poder continuar la labor de recuperación de la gestión oscura y corrupta del Estado de la Ciudad del Vaticano.
En agosto de 2018, el escritor participó en la publicación de la memoria de Mons. Viganò en La Verità; un amigo común nos puso en contacto, nos reunimos dos veces en mi casa de Roma, y la segunda vez organizamos la publicación del documento de denuncia. Recuerdo que cuando lo saludé en la puerta le pregunté:
¿A dónde vas ahora, monseñor?».
Él respondió:
No se lo diré, para que no tenga que decir mentiras. Pero creo que es apropiado que desaparezca, conozco muy bien cómo funcionan los Servicios Vaticanos».
Seis años después, los responsables de la seguridad en el Vaticano han cambiado (el general Giani era muy cercano al cardenal Tarcisio Bertone), pero evidentemente el peligro para quienes saben muchas cosas y no temen decirlas, sigue muy vivo y presente. .
MARCO TOSATTI/FRANCA GIANSOLDATI.
MARTES 10 DE AGOSTO DE 2024.
IL MESSAGGERO/STILUMCUARIAE.