Emoción a flor de piel en Ciudad Real y, a distancia en Teruel, en el último adiós al que fuera obispo de ambas diócesis, el querido y recordado Don Antonio Algora, el pastor bueno que solía decir que “Dios es buen pagador”. En la homilía, el actual titular de la diócesis de Ciudad Real, Gerardo Melgar, aseguró que Don Antonio fue siempre un obispo «sencillo», que supo unir en su vida la acción con la contemplación y que destacó en su lucha por «la justicia social»
Con las limitaciones propias de la situación de pandemia que estamos viviendo y, sin embargo, muchas autoridades civiles y eclesiásticas han querido rendirle este último homenaje. Entre los eclesiásticos, el arzobispo de Madrid, el arzobispo de Toledo y los obispos de Albacete, Guadalajara, Teruel, Córdoba, auxiliar de Madrid, José Cobo, y el emérito de Segovia. Entre las civiles, el príncipe Pedro de Borbón-Dos Sicilias, presidente del Consejo de Órdenes Militares, la delegada de Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la alcaldesa de Ciudad Real, presidente de la Diputación, diputados, senadores, autoridades militares, asi como seglares representantes de distintas instituciones, especialmente de la cadena Cope, con su presidente, Fernando Giménez Barriocanal, a la cabeza, la presidente de Hermandades del Trabajo, Marisa San Juan, y los presidentes de la HOAC y de la JOC de Ciudad Real.
El obispo, Gerardo Melgar, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares de don Antonio con las siguientes palabras:
«Hermanos: Estamos reunidos en el nombre del Señor para despedirnos de nuestro hermano, el obispo emérito Antonio. Que nuestra oración se eleve ahora con confianza, para que pueda participar de la gloria eterna de los santos. Si un velo de tristeza envuelve nuestra alma, que nos consuele la esperanza de encontrarnos con él algún día en la comunión gozosa del reino eterno del Padre».
A continuación, entra el féretro en la Iglesia mientras se entona el salmo 113.
Se coloca el cadáver del obispo de espaldas al altar y de cara al pueblo; luego, se enciende el cirio pascual. A continuación, se colocan sobre el féretro la casulla, la mitra, el báculo pastoral y el evangeliario. Mientras se coloca la casulla y la mitra, el obispo dice:
«Mira, Señor, con misericordia, a tu siervo Antonio, obispo,
que, mientras presidía esta comunidad en tu nombre,
llevaba esta vestidura y este ornamento de fiesta;
y concédele que ahora,
revestido de gloria en tu presencia,
te celebre con tus santos eternamente».
Mientras se coloca el báculo pastoral, el actual prelado dice:
«Que el obispo emérito de esta Iglesia,
que, al cuidar de la grey del Señor,
llevaba este báculo, signo de pastor,
sea reconocido ahora por Cristo, el supremo Pastor,
y reciba de él el premio de sus trabajos pastorales
y la corona perenne de la gloria».
Por último, mientras se coloca el evangeliario:
«Que el obispo emérito de esta Iglesia,
que consagró su vida
a anunciar el Evangelio de Cristo,
goce ahora contemplando, cara a cara,
aquella misma verdad que,
ya cuando vivía en la luz limitada de este mundo,
vislumbró en la palabra de Dios y predicó a sus hermanos».
Primera lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 14, 7 – 9
Salmo 22. El Señor es mi pastor nada me falta.
Evangelio de San Juan 12, 23 – 26
Mientras se sucede la retransmisión de la eucaristía, van apareciendo en el chat de la página de Youtube mensajes como éste de Antonio Arroyo Hidalgo: “Fue un gran obispo y una gran persona cercana, cariñosa y lleno de alegría. Dios seguro que lo acoge en su seno. D.E.P”.
Antes de la homilía, monseñor Melgar lee el mensaje de condolencias enviado por el Papa Francisco a través de su Secretario de Estado, Pietro Parolin.
Tras saludar a las autoridades eclesiásticas presentes, asegura que otros muchos “hubieran querido estar presentes, pero no han podido” y a los familiares que “tenéis el corazón especialmente dolorido por su muerte”, a las autoridades civiles y a toda la comunidad, agradece su presencia y su oración.
Monseñor Melgar cuenta el proceso de entrada de monseñor Algora en el hospital de La Paz de Madrid y el agravamiento de su estado, víctima de la Covid. “Estoy en las manos de Dios”, me decía en la noche de su ingreso en el hospital. Y añadia: “Estoy sereno y en las manos de Dios”.
“Don Antonio era una persona alegre, andarín y deportista, que tantas veces recorrió el Camino de Santiago. Su muerte nos deja el corazón roto”.
“Don Antonio vuelve a las manos de Dios. Le recordamos como un obispo cercano, afable, servicial y sencillo, en el trato y en las formas. Le preocupó siempre la coherencia de vida tanto para sí como para todos los que formamos la Iglesia o la sociedad. Una persona íntegra y con una personalidad sin zonas oscuras”.
“Fue un obispo activo y, a la vez, orante. La actividad no le alejó de su contacto continuo con Dios en la oración y con las personas. Supo unir acción y contemplación. Es su vida estuvo siempre muy presente la Doctrina social de la Iglesia, la promoción del mundo obrero y la lucha por la justicia social”
“Don Antonio ha repartido gracias abundantes a los fieles, que quedarán vivas en la memoria de quienes les hemos conocido”
“Que María, a la que rezaba cada día, le reciba como madre y le acompañe ante el Padre”.
Tras la misa, el féretro de Don Antonio Algora fue enterrado en la catedral, al lado de su amigo, monseñor Torija, para quedarse siempre en medio del pueblo al que con tanto amor sirvió. Mientras, en el chat del Youtube, siguen afluyendo mensajes de condolencias. Como el de Luis Gallego: «Que el Señor le conceda el Descanso Eterno. Un regalo ha enviado esta tierra al Cielo…al 0bispo Antonio Algora…y una Esperanza fuerte».
O el mensaje de Constanza González «Siempre te recordaremos como el Obispo campechano, un maño buenísimo. Hasta siempre. Descanse en Paz».