La Conferencia Episcopal Haitiana, reunida en Asamblea Plenaria Ordinaria, difundió ayer su Mensaje de Navidad 2020, en un momento en que el país «necesita más que nunca la salvación, la redención, la paz, la transformación profunda: transformación de las mentalidades, de las estructuras, de la forma de gobernar y de hacer política».
Los Obispos haitianos, en el Mensaje, dicen estar profundamente impresionados y expresan su dolor y consternación «por el empeoramiento de la situación en el país, que se hunde cada vez más en la violencia, la miseria y la insalubridad». De hecho, hablan de un envenenamiento de la vida social «debido a la proliferación de actos de secuestro, bandidaje, violación, asesinato y barbarie que siembran el terror, la muerte y el duelo», recordando cómo desde julio de 2018 no han dejado de pedir a los protagonistas de la vida nacional que se unan para resucitar la nación.
Para hacer frente a esta crisis crónica que atraviesa el país, los Prelados, apelando a la conciencia de la ciudadanía, piden una transformación de las mentes y los corazones. El país, de hecho, no cambiará hasta que la mente y el corazón cambien, enfatizan. «Necesitamos un acuerdo nacional interhaitiano para reconstruir la nación», continúan, y para fomentar «iniciativas nacionales para unir las fuerzas del país con el fin de alcanzar un consenso para reconstruir las instituciones y restaurar la confianza del pueblo». Muchos han pedido cambios en la constitución o una nueva constitución, y nosotros – añaden – «debemos buscar la manera correcta y consensuada de llegar allí».
Junto con el pueblo haitiano, exasperado y exhausto, los Prelados gritan: «¡No al caos! No a la violencia, no a la inseguridad, no a la miseria, ¡ya hemos tenido suficiente! ¡El pueblo haitiano está harto! ¡Basta ya!», invitando a los que cometen tales actos, y a los que los apoyan, en nombre del Dios de la vida, a que se detengan. «Tus acciones – dicen – son condenadas por todo el pueblo haitiano, no te llevarán a ninguna parte.»
Por lo tanto, pidiendo a toda la población que haga todo lo posible para salvar a Haití del desastre, exhortan a todos los católicos y hombres de buena voluntad a intensificar el culto perpetuo, decretado en junio de 2019, invitándolos a unirse en su oración y acción, a través de las parroquias de las diez diócesis del país, al ayuno, la oración de reparación y la intercesión por la conversión y la liberación del país, del 5 al 7 de diciembre de 2020. «Si queremos ver que las cosas cambien, dejemos primero que Dios nos cambie. Porque de nuestro corazón salen los malos pensamientos» (Mt 15, 19), observan.
Citando las palabras del Papa Francisco, reiteran: «No dejemos que nos roben la esperanza, estemos atentos» ante la muerte que nos rodea y amenaza. Esta Navidad «dejémonos transformar por el Niño Dios que en los brazos de su Madre, la Santísima Virgen María, nos sonríe y nos invita a no desanimarnos, a abrirnos a la gracia de Dios, a la Esperanza».
«La Navidad es la fiesta del amor, la fiesta de la fraternidad, la fiesta de la paz. Esta paz, busquémosla todos», dicen. Que la gracia de la Navidad nos sostenga en nuestra lucha contra la inseguridad, la violencia y todas las ‘fuerzas de la muerte’, y en nuestro compromiso de construir un nuevo Haití, para hacer triunfar las ‘fuerzas de la vida'», esperan los Obispos.
«¡Démosle una oportunidad a Haití! Evitemos que el querido pueblo haitiano sufra más, concluyen. ¡Prohibamos la violencia para siempre! ¡Erradiquemos la inseguridad y la impunidad para siempre!».
Con información de Vatican News/