Hay asombro en la Iglesia católica por un encuentro entre el Papa Francisco y algunos marxistas y comunistas la semana pasada. Según informes de los medios, se dice que Francisco quiso decir que el cristianismo y el marxismo tienen un “objetivo común”, un “futuro mejor y fraternal”. El presidente de la Izquierda Europea incluso afirmó tras una audiencia privada que hay muchos temas comunes y que la hostilidad entre cristianos y marxistas es un «gran malentendido».
Obviamente, en la reunión no se discutió el hecho de que muchos países fueron completamente destruidos por el marxismo y el comunismo. Según Francisco, es necesario superar enfoques rígidos y divisorios, llevar a cabo debates con el corazón abierto y escucharse unos a otros sin excluir a nadie por razones políticas o religiosas.
Jerome Wnuk comentó sobre la reunión en «Apollo News» y dijo:
«Parece como si, al igual que la Iglesia protestante, la Iglesia católica se estuviera convirtiendo cada vez más en una autoridad política y estuviera enajenando a la religión cristiana con objetivos políticos e ideológicos».
Y «el hecho de que en toda la historia de la humanidad en ningún estado marxista han prevalecido los ideales de libertad, igualdad, dignidad y fraternidad, sino que la persecución, las prohibiciones de expresión, la pobreza y los asesinatos en masa son olvidados por el Papa en su sueño de la ‘deidad de Dios’.'».
Jerome Wnuk acusa luego al Papa de ser completamente unilateral porque, aunque recuerda grandes dictaduras como la del nacionalsocialismo, parece haber olvidado los numerosos crímenes de la URSS.
«El hecho de que la URSS, un Estado marxista, también encarceló, torturó y asesinó a millones de personas no parece importar.»
En la URSS, la persecución a la Iglesia comenzó inmediatamente después de la Revolución de Octubre de 1917. En los primeros seis años, 18.000 clérigos fueron asesinados en nombre de Karl Marx, y en 1935 alrededor de 25.000 lugares de culto fueron cerrados o destruidos. «Esta es la historia del cristianismo en el marxismo. 80 años después, el Papa habla de objetivos comunes», critica Wnuk.
Ciudad del Vaticano.
kath.
