La presidenta del BCE, Christine Lagarde, vuelve a sorprender con un nuevo manguerazo: inyectará 500.000 millones de euros en el sistema. No hay problemas de liquidez: se le da a la maquinita y punto. No hay riesgos inflacionarios. Más bien lo contrario. La inflación fue negativa en un 0,8% en España. ¿Estanflación? Y nuestro Tesoro ha colocado deuda a 10 años por debajo del 0% peor primera vez en la historia. ¿Prestar dinero y encima pagar? Extraño mundo…
Además, la Comisión Europea ha rebajado las previsiones de crecimiento para el 2021 del 5 al 3,9%. En definitiva: la economía está de ‘mírame y no me toques’. El manguerazo de Lagarde es una apuesta por el futuro. Si te caes de la bicicleta, pedalea más fuerte. Puede que no te caigas o puede que la caída sea más violenta. Esa es la situación. Y Lagarde no quiere anticipar la crisis sino ‘comprar’ esperanza, aunque sea devaluando la moneda única al modo chavista…
Por supuesto que el bálsamo será efectivo en el corto plazo. Permitirá seguir pagando las suspensiones de empleos, financiar el paro, iniciar la renta universal. En definitiva garantizar el mínimo de bienestar para evitar el estallido social. La duda es si estas medidas servirán para algo más que como paliativos. La economía está en la UVI y la única receta parece ser la morfina: alargamos la agonía sin excesivo sufrimiento. Pero perdemos el tren de la productividad y la competitividad.
Para una sociedad anciana quizás sea la receta más digerible social y políticamente. Pero es precisamente esa imagen del Viejo Continente agonizante la que ha hecho que Londres prefiera un futuro en solitario y que Polonia y Hungría se resistan a la letalidad sin remedio. El futuro está en la inmigración, dicen. O sea, otra Europa, diferente, descreída. O peor: islamizada.
Por eso no es extraño que nazcan movimientos identitarios que quieran recuperar la cultura, la tradición, la identidad. Porque las élites europeas parecen contemplar con pasividad el incendio de la casa común. Como mucho tratan de apagarlo con un poco más de gasolina para evitar el frio…
El suicidio no es obligatorio. Al menos de momento… Europa tiene que definir de verdad qué quiere ser de mayor, qué quiere aportar al mundo, que valores le sustentan y en qué puede ser productiva y competitiva más allá de ser un museo del pasado. Pudimos hacer el mundo y no tenemos que conformarnos con la mecedora.
El anzuelo del pescador
¿Trump podemita? El último movimiento diplomático de Trump ha dejado a todos con el pie cambiado. El presidente americano reconoce la ‘marroquineidad’ del Sahara como hace Iglesias. Pero le exige algo que Iglesias nunca le exigiría: recuperar las relaciones diplomáticas con Israel. Aquí paz aunque el Sahara español nos haya sido arrebatado.
Rey emérito. El rey D. Juan Carlos I quiere volver a casa por Navidad. Para ello regulariza con Hacienda. Pero no es suficiente: los expertos analizan los detalles y la prensa insiste en amenazar con contingencias y convertir al emérito en un ‘zombie’. Moncloa quiere que Felipe VI sea quien mate al padre. Veremos.
Laicismo militante. La Comisión Europea recomienda que no haya misa del Gallo. No es el virus chino, sino el virus del laicismo militante el que inspira la recomendación. Algunos observan esta crisis como una oportunidad única para construir un mundo sin Dios.