No es verdad, como dicen y escriben algunos, que el Nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, se esté tomando los trabajos de búsqueda de obispos para las diócesis con calma. Si existe un retraso, si los procedimientos van demasiado lentos, si hay diócesis, como la de Coria-Cáceres, con vacantes episcopales desde hace demasiado tiempo, se debe a que no le están haciendo el trabajo fácil a don Bernardito. Es lo que ya se denomina “el placaje al señor Nuncio”.
Monseñor Bernardito C. Auza fue nombrado Nuncio en España el uno de octubre de 2019. Era el eslabón de la cadena que faltaba para lo que algunos llamaban la reforma francisquista de la Iglesia en España, que estaban pilotando en competencia los cardenales de Barcelona, Juan José Omella, y de Madrid, Carlos Osoro, de quienes se decían eran lo hombre de Francisco en España.
Después se ha sabido que el favorito es el cardenal Omella, que ha concentrado todo el poder posible como presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal arzobispo de Barcelona, miembro de la Congregación de Obispos y demás dicasterios romanos. Un poder que nadie se atreve a discutir en público en un pontificado que no para de clamar contra la concentración del poder en la Iglesia y el carrerismo.
Don Bernardito es un hombre de gran solidez teológica y espiritual. De familia de profunda tradición católica, formado con el mejor tomismo de los Dominicos de Manila, entró en el Servicio Diplomático de la Santa Sede el 1 de junio de 1990.
Ha prestado sus servicios en las Nunciaturas Apostólicas de Madagascar, Bulgaria, Albania, en la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, en la Representación Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. Nuncio Apostólico en Haití, fue nombrado después Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York y de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington.
La renovación del episcopado español se echaba encima y había que o proveer las diócesis vacantes o cambiar de sede a cerca de cuarenta obispos. Este proceso de iba a producir cuando los citados cardenales españoles estaban a punto de presentar la carta de renuncia al llegar a los setenta y cinco años.
Ya es un lugar común que el Papa ha decretado que los cardenales Blázquez, Omella, Osoro y Cañizares no se jubilen hasta los ochenta años. Excepto que ocurra algo grave, como el caso de Madrid con los procesos judiciales que tienen muy ocupado al cardenal Osoro.
Pero además, desde Roma se han tomado una serie de medias de tutelaje del trabajo del señor Nuncio. Le han nombrado una especie de comisión de nombramiento de obispos que supervise sus expedientes antes de que salgan de Madrid con destino a la Congregación de Obispos.
Esta comisión o grupo de control de calidad, discutible en cuanto a su configuración canónica, es fruto de las reiteradas protestas de alguno de los citados cardenales españoles y del jesuita Germán Arana, un hombre de gran poder sobre el Papa. El motivo, los derroteros que estaban tomando algunos nombramientos.
Para la nueva comisión de control de calidad, algunos nombres propuestos por el Nuncio don Bernardito no cumplían con las expectativas. Propuestas que no les agradaban porque no eran candidatos suficientemente “francisquistas”, es decir, maleables a sus indicaciones. Otros nombres, avalados por muchos informes, de sacerdotes excelentes, se han quedado en el camino. De momento, no serán obispos en España.
En la actualidad están vacantes las diócesis de Ciudad Rodrigo, Coria-Cáceres, Ibiza, Calahorra y La Calzada-Logroño, Arzobispado castrense y Tarrasa. Obispos pasados de fecha: Blázquez, Hernández Sola, Osoro, Cañizares, López Hernández, Amadeo Rodríguez, Murgui y Omella, Pardo, a los que se unirá Barrio, el 15 de agosto, Atilano Rodríguez, el 25 de octubre, y González Montes, el 13 de noviembre.
En 2022, ocho diócesis más: Francisco Pérez, Herrero, Sánchez Monge, Quinteiro, Reig, Cortés, Yanguas y Javier Martínez
Convendría que el Nuncio en España no se desanimara y, sobre todo, no permitiera que el marcaje se convirtiera en un placaje.
Diego Lanzas
Infovatuicana.
