Los santos de hoy, 4 de enero: Ángela, Rigoberto, Cayo, Gregorio, Hermes, Isabel, Manuel, Cristina, Tomás…

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Figuran Santa Ángela de Foligno y San Rigoberto obispo, entre los a los que se recuerda cada 4 de enero.

Así las cosas, nacida a mediados de los años cincuenta del siglo XIII (en torno a 1248 o 1249) en Italia, Ángela de Foligno (en la provincia italiana de Perugia) fue, en sus inicios, una mujer pecadora a ojos de la religión: orgullosa, vanidosa, poco piadosa y dedicada a la vida mundana, aunque acabó como una de las místicas más famosas de la Iglesia católica, dedicada en cuerpo y alma a la vida contemplativa y a la comunicación con Dios. Durante su periodo de vida como pecadora, se casó muy joven y tuvo numerosos hijos, y además tenía en posesión de fincas a castillos, aunque nada de lo que tenía la hacía feliz.

 

Tuve que atravesar muchas etapas en el camino de la penitencia: la primera fue convencerme de lo dañino que es el pecado.

 

Cuando tenía en torno a los 35 años vivió un momento trágico de su vida: murieron su madre, su marido y sus hijos. Con la pena sobre los hombros, Ángela escucha en el templo al padre franciscano Arnoldo, y durante su sermón se percata de que ha estado equivocada en la vida: en este momento, se hace terciaria franciscana y acaba peregrinando a Asís, donde San Francisco le dice que tiene que hacer dos cosas: deshacerse de todas sus propiedades y dedicarse a meditar. Y Ángela así lo hace, aunque deja sin vender uno de sus castillos, que apreciaba más que el resto. En una visión, Cristo cruficicado se dirige a Ángela y le pregunta: «¿Y por amor a tu redentor no serás capaz de sacrificar tu palacio preferido?», por lo que lo acaba vendiendo también y dando todos los beneficios a los pobres.

Al mismo padre Arnoldo que había escuchado aquella vez dictó su autobiografía: «Yo, Ángela de Foligno, tuve que atravesar muchas etapas en el camino de la penitencia o conversión; la primera fue convencerme de lo grave y lo dañino que es el pecado«, comenzaba, antes de enumerar todos sus pasos hacia la vida «en continua y afectuosa comunicación con Dios». La rodeaban una serie de hombres y mujeres, todos terciarios franciscanos, a los cuales iba bendiciendo como madre cariñosa, hasta que el 4 de enero de 1309 «santamente y en gran paz su alma voló a la eternidad».

Del pecado de Ángela a la santidad de Rigoberto

Otro a quien se dedica cada 4 de enero es a San Rigoberto obispo de Reims que, al contrario que Ángela, vivió desde muy joven en la disciplina y la oración. Amante de la castidad, fue elegido muy joven como abad del monasterio benedictino de San Pedro de Orbais, para acabar siendo convertido, por su himildad, sabiduría, justicia y prudencia, como arzobispo de Reims (Francia) en el año 698. Expulsado de su sede por Carlos Martel por no querer apoyarle en las revueltas de Austrasia, tuvo que exiliarse y a su vuelta, para evitar el escándalo entre los fieles, optó por no tratar de recuperar su obispado.

Su sucesor, Milo de Tréveris, le encargó servir de acólito en la catedral para humillarle, pero Rigoberto prefirió retirarse en soledad y acabó viviendo como un ermitaño en Gernicourt, cerca de Reims, donde se dedicó a la oración y la penitencia sin guardar rencor a nadie. Desde su muerte, en el año 743, se le invoca contra los males de dientes y de la boca, así como contra las congestiones pulmonares.

Además de honrar la memoria de estos dos religiosos, cada 4 de enero el santoral católico recuerda también a otras figuras importantes para la Iglesia. Esta es la lista completa:

  • San Abrúnculo
  • San Cayo mártir
  • Santa Faraildis
  • San Ferreol obispo
  • San Gregorio obispo de Langres
  • San Hermes mártir
  • Santa Isabel Ana Seton
  • San Rigomerio
  • Beata Ángela viuda
  • Beata Cristiana Menabuoi
  • Beato Manuel González García
  • Beato Tomás Plumtree

 

el confidencial.

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