Cuando la sociedad civil en México alude a los partidos políticos, se refiere a ellos como si fueran un grupo extraño, un ente ajeno, casi literalmente de otra dimensión. Por su parte, los partidos viven una dualidad, pues por un lado necesitan de la sociedad para existir, pero cuando se trata de repartir sus principales espacios de poder, son autónomos e independientes.
Ante la catástrofe que vivimos en gran parte del país, agravada por un gobierno inoperante e incapaz, en los últimos meses mucho se ha escrito y comentado sobre la comunión entre ambos sectores, que por fin habría llegado el tiempo de los ciudadanos y que los partidos políticos en una gran alianza con la sociedad abrirían sus candidaturas para ciudadanos reconocidos.
Con la reciente designación de los candidatos por parte de los partidos, se ha generado un sentimiento de frustración, decepción y engaño, se ha generalizado un desánimo en buena parte de la sociedad civil organizada.
Con justificada razón, los partidos políticos y sus actuales dirigentes son el blanco de las críticas y reclamos. Sin embargo, en lo personal pienso que, si bien son los principales, no son los únicos responsables. Veo con gran inquietud que ni la sociedad civil organizada y ni los partidos políticos han estado a la altura de lo que los tiempos reclaman. Por un lado, percibo una sociedad civil organizada entusiasta, preocupada y ocupada, pero incapaz de organizarse eficientemente. La veo dividida, sin liderazgos auténticos y cada vez con menos potencia. El gobierno, políticos y partidos no la toma en cuenta.
Por otra parte, en las boletas electorales de la próxima elección se presentarán como la alternativa de solución al problema que enfrentamos, precisamente los mismos que generaron el hartazgo social que provocó a la población votar en el 2018 con justificada ira. Los partidos políticos no han entendido, ni quieren entender, actúan como si no les importa México, ni un bien mayor.
Sobre esto, comparto mi punto de vista en las siguientes líneas.
Sociedad civil: espectadora y reactiva
En 1987 Manuel J. Clouthier del Rincón visitó Veracruz. Escuchar su testimonio y lo que estaba pasando en algunos estados del país, me impactó. La personalidad de Maquío, su testimonio y forma de expresarse, la pasión y convicción de sus palabras, me cautivaron para siempre. Comprendí que involucrarse en causas cívicas es una responsabilidad. Esa fue mi epifanía en la participación social.
Desde entonces y hasta hoy, he comprobado que la participación cívica es pertinente y posible casi en cualquier etapa, ámbito, situación y estado en que nos encontremos. Con menor o mayor relevancia y trascendencia, he participado cívicamente como estudiante, profesionista, servidor público y como empresario. En mi universidad, como padre de familia en el colegio de mis hijos, en mi Iglesia, en la política partidista o en mi colonia con mis vecinos.
Hay innumerables causas. En lo particular he abrazado el deporte, mejoras urbanas, por la seguridad, la defensa de la vida y la familia, la salvaguarda de la juventud, contra actos ilegales de autoridades y particulares, entre muchos otros.
A lo largo de mi experiencia he comprobado que, por una cuestión cultural, los ciudadanos nos sometemos y supeditamos a la autoridad, cualquiera que esta sea, sin mayor reparo. Salvo pocas excepciones, nos acomodamos al papel de crítico y espectador, aunque sea tras bambalinas donde todo se decide. Consecuencia de esta apatía y pasividad, en la generalidad de las veces somos una sociedad reactiva.
Por ello junto con otros amigos, en los últimos meses he dedicado parte de mi tiempo y esfuerzo a la fundación de un nuevo movimiento cívico. Mi más reciente inversión ha sido Misión Rescate México, que es un movimiento ciudadano que busca la unidad de los mexicanos, así como motivar a la participación de la sociedad en la toma de decisiones públicas.
Su objetivo es construir una amplia base ciudadana que mediante una plataforma común básica, pueda iniciar el rescate de México ante las graves crisis que enfrenta, mediante el fortalecimiento de la vida democrática. Se le llamó “Misión” porque la situación actual de nuestro país requiere un esfuerzo de mayor profundidad. Estamos intentando aportar a México un espacio que denuncie y exija, pero también proponga, dé esperanza, rumbo y cuerpo a una agenda y esfuerzos de la sociedad que hasta hoy se perciben dispersos. Misión Rescate México es un movimiento integral donde se ha construido diagnóstico, estrategia y rumbo de corto, mediano y largo aliento. Estamos intentando atender coyunturas, pero también trabajando propuestas para enfrentar los temas que más le duelen a México: seguridad, salud, educación, democracia y economía.
Misión Rescate México ha sido para mí, con casi 35 años de experiencias en participación ciudadana, una inmersión profunda que me ha permitido ver de cerca el trabajo, la generosidad y esfuerzos ciudadanos que buscan mejorar nuestro entorno. Sin embargo, también he visto la mala cara de algunos “liderazgos”ciudadanos que queriendo aprovechar el creciente interés y participación social, crearon asociaciones artificiales, sin respaldo social real, buscando erigirse como interlocutores y representantes de la sociedad civil organizada. Para mi sorpresa, he visto que algunos pocos, actúan como auténticos caballos de troya con tal de que sus afanes protagonistas y proyectos personales o de su grupo no se vean afectados.
Cuando analizo el trabajo de la sociedad civil organizada, pienso que hay muchas más cosas positivas que negativas. El contexto de mi comentario, intentaré ilustrarlo con la parábola la historia del punto negro.
“Cierto día, un profesor en el aula dijo a los estudiantes:
-‘Prepárense para una prueba sorpresa’.
Todos se ubicaron en sus asientos, aguardando asustados el examen.
El profesor fue entregando las pruebas con el texto hacia abajo.
Después que todos recibieron la prueba pidió que voltearan la hoja.
Para sorpresa de todos, no había ninguna pregunta o escrito.
Sólo un punto negro en el centro de la hoja.
El profesor viendo la expresión de sorpresa de los estudiantes les dijo:
-‘Ahora ustedes van a escribir un comentario sobre lo que están viendo en esa hoja’. Terminado el tiempo, el profesor recogió las hojas, se puso al frente de la clase y comenzó a leer las redacciones una a una en voz alta. Todas sin excepción, definían el punto negro intentando dar explicaciones por su presencia en el centro de la hoja. Terminada la lectura el profesor comenzó a explicar:
-‘Nadie en el aula ha hablado de la hoja en blanco. Todos centraron su atención en el punto negro’.
Tenemos una hoja en blanco entera para observar y aprovechar, pero siempre nos centramos en los puntos negros.”
No soy cazador de puntos negros, sin embargo, dejar de señalarlos me parece una equivocación. Lo fácil sería solamente criticar al gobierno, políticos y partidos, pero creo en la autocrítica. Pienso que hemos avanzado, pero aún nos falta mucho y mejor trabajo como ciudadanos y sociedad civil para que tengamos buenos resultados. Así como estoy convencido que debemos exigir cuentas al gobierno, políticos y partidos, también creo que debemos pedir explicaciones y resultados a quienes asumieron la interlocución con los partidos políticos en representación de la sociedad civil.
Los partidos no entendieron
Reconozco que para los partidos políticos que son electoralmente competitivos y tienen una amplia base de militantes, no es fácil abrirse a la sociedad, pero leer, a manera de ejemplo, que como diputados plurinominales del PRI fueron designados Alejandro Moreno “Alito” (el propio presidente de dicho partido y gobernador con licencia de Campeche), Rubén Moreira (ex gobernador de Coahuila), Pablo Gamboa (hijo de Emilio Gamboa), Eduardo Murat (hijo de Jorge Murat) entre otros, me contraría. Poco puedo opinar de la vida interna de un partido en el que nunca he participado.
Sin embargo si, inspirado por Clouthier, hace muchos años ingresé al PAN. Desde entonces, con distinta intensidad, tanto en Veracruz como en la Ciudad de México, he participado con Acción Nacional en campañas, como representante en casillas; he colaborado, dentro de mis posibilidades, con recursos, trabajo, presencia, tiempo, opiniones e ideas. También me siento muy orgulloso de haber participado como servidor público, en las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón. Reconociendo que en ambos sexenios hubo limitaciones y errores, es innegable los importantes logros y avances para el país, en materia de libertad de expresión, combate a la corrupción, transparencia, salud, vivienda y estabilidad económica, entre otros. Tanto en el partido como en el servicio público, tuve el privilegio de conocer a panistas y funcionarios ejemplares, que han influido positivamente en mi vida, con su ejemplo, consejos y amistad.
A lo largo de su historia, muchas son las aportaciones que Acción Nacional ha tenido en la vida política, jurídica, social, cultural y económica de México. Quizá el triunfo más emblemático, sea la victoria de la elección presidencial, después de más de 70 años que éramos gobernados por el mismo partido político. Pienso que con el histórico triunfo electoral del año 2000, paradójicamente el partido Acción Nacional también comenzó a perder su identidad. Hoy muchos de sus candidatos y gobiernos no son garantía de honestidad ni democracia, de combate a la corrupción, de búsqueda del bien común, ni de defensa a la familia y la vida.
Más allá de que el gobernar implica retos y problemas complejos, creo que el proceso de descomposición del PAN, se origina principalmente por dos hechos: El primero, que Acción Nacional descuidó al partido para ser gobierno, y de manera paralela, muchos priistas se volvieron panistas para poder seguir siendo gobierno. Con algunos de ellos, llegaron al PAN muchas de las prácticas que antes criticaba. Simultáneamente, el PAN comenzó a empeñar su esencia, principios y valores, por buscar triunfos electorales. La combinación de ambos fenómenos, han ocasionado, para desgracia de México, que el PAN se haya desdibujado, que sea una opción confusa para los ciudadanos y motivo de desilusión para muchos mexicanos.
En el PAN se han enquistado vicios, prácticas y desviaciones ideológicas, casi exactamente iguales como contra las que luchaba. Acción Nacional se ha convertido en un espacio donde, bajo el pretexto de modernidad y competitividad electoral, la corrupción campea, el pragmatismo es su religión y el relativismo la doctrina. En el PAN, desde hace algún tiempo, son bienvenidos quienes ven la política como un negocio, se impulsa a muchos candidatos cuyos principios y valores son antagónicos a los que el partido postula en sus documentos rectores. En el PAN se compran votos y voluntades en las pocas elecciones internas que se realizan, se tolera y protege a quienes han amasado fortunas inexplicables, se avalan candidatos nefastos y promueven leyes y políticas contrarios al bien común, la vida y la familia. Sus candidatos, salvo honrosas excepciones, ya no tienen la calidad, personalidad, fuerza ni la autoridad moral que los caracterizaba.
La situación se agrava aún más en Veracruz. Acción Nacional es rehén de unas cuantas familias. Y lo que es aún peor, su dirigencia estatal ha guardado un silencio ominoso ante los resultados desastrosos por parte del gobierno del estado, a pesar de haber obtenido un importantísimo número de votos en las elecciones de hace apenas 2 años.
Leer estas líneas como una sugerencia de que el PRI (o cualquier otro partido político) es una mejor opción que el PAN, sería un error. Concentro mi crítica en Acción Nacional porque pienso que a pesar de todo lo que he mencionado, el PAN sigue siendo la alternativa más viable para provocar un cambio positivo en México y Veracruz, pues además de que aún hay muchos panistas de convicción y con rectas intenciones, también aún habemos ciudadanos que esperamos con ilusión que el PAN vuelva a ser lo que un día fue.
Ni de Marte ni de Venus
No tengo duda de que para la elección del próximo mes de junio, debemos buscar el mal menor (bien posible). Ello implica guardar temporalmente los reclamos (a unos y otros) y trabajar para que los candidatos de la Alianza X México le quiten el control del Congreso Federal a Morena. Necesitamos intentar colocar un dique de contención a la ruta de desastre y destrucción que lleva AMLO y Morena.
Antes del actual gobierno, también tuvimos gobiernos corruptos, mentirosos, autoritarios e ineficientes. No podemos volver a lo de antes, pero tampoco podemos quedarnos como estamos. Así como recomendamos que al votar el próximo 6 de junio no olvidemos todo el daño que está haciendo Morena a México y Veracruz, es conveniente que pasada la elección no olvidemos la historia del PRI, PAN, PRD y MC, y recordemos la indiferencia, silencio y desdén que han tenido los actuales dirigentes de esos partidos políticos con los ciudadanos.
Siguiendo con el Maquío (Manuel Clouthier padre), le escuché decir que el reto no se trata solo de cambiar de amo, sino dejar de ser perros. En las últimas elecciones cambiamos de partido en el gobierno y lamentablemente los resultados han sido terribles. Lo que parecía imposible, se convirtió en realidad: estamos peor que antes en todos los ámbitos. Retomando la metáfora, seguimos siendo perros y estamos aún más jodidos.
Para cambiar esta realidad, tenemos que empujar a una nueva clase de gobierno, políticos y partidos. Estoy convencido que desde la sociedad civil es la vía adecuada, sin embargo, debemos ser autocríticos y afinar la puntería.
A principios de los 90’s, John Gray publicó un libro titulado “Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus”. Dicha publicación se convirtió en un fenómeno literario y en una referencia para comprender al “sexo opuesto”. Para diferenciar a hombres y mujeres, Gray utiliza a dos personajes de la mitología romana: “Marte”, dios de la guerra, para identificar a los hombres, mientras que “Venus”, diosa del amor y la fertilidad, para representar a las mujeres.
Con ironía utilizo el mismo título de dicho libro como encabezado de mi modesta colaboración. La intención es resaltar que, si bien existen diferencias entre los partidos políticos y la sociedad civil organizada, es un error desligarlos por completo. Pienso que el gobierno, los políticos y partidos son una extensión y de alguna manera, reflejo de la misma sociedad. Los políticos y partidos de México no vienen de otro planeta, no hablan otro idioma, ni nacieron en un país lejano. Por tener una sociedad indiferente, se asumió la idea de que la política era un espacio exclusivo para los políticos. Necesitamos romper este paradigma e involucrarnos cada vez más ciudadanos en la “vida pública”.