Eñmismo día en que el cristianismo celebra la encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María, en Argentina se celebra desde 1998 el Día del Niño por Nacer, iniciativa del gobierno nacional de la época, sancionado por el decreto 1406. /98. .
Esta celebración es, además de una fiesta religiosa para los creyentes, una reafirmación política del compromiso de defender por todos los medios la vida de los niños que son asesinados antes de que sus madres den a luz, compromiso asumido por los buenos argentinos frente al brutal genocidio. concebida, planificada y realizada por quienes se creen «dueños y dueñas del Universo», por encima de leyes y racionalidades, que en los últimos años han promovido la muerte de 50-60 millones de personas al año, antes de nacer.
Un genocidio digno de bestias y hienas, que se llevó a cabo contra los seres humanos más inocentes e indefensos de todos, utilizando todos los recursos disponibles -médicos, tecnológicos, científicos, institucionales, legales, educativos- de forma inapelable, contra quienes no no han cometido ningún delito y no tienen defensa. Genocidio que instaura la «ley» de las bestias que impera en la selva: el dominio del más fuerte contra el más débil de los seres humanos.
Típico genocidio de trogloditas, que utilizan el poder del Estado para matar “legalmente”, cuando históricamente la función del Estado ha sido defender a los más débiles de la prepotencia e injusticia de los más fuertes. Solo en tiempos prehistóricos y prehumanos se ha visto tal expresión de barbarie y ferocidad que, al igual que las fuerzas de tarea de las dictaduras contemporáneas, invisibiliza y aniquila a sus víctimas, negándoles el carácter de seres humanos reconocido por las leyes y constituciones nacionales. y tratados internacionales.
Este genocidio es totalmente ilegal e irracional, porque no existe ningún tratado internacional ni tradición jurídica que haya consagrado el aborto como el derecho de la mujer a matar a su bebé antes de que nazca. Un derecho inventado por uno de los personajes más nefastos de la oligarquía financiera depredadora globalista – John Davison Rockefeller – quien definió el asesinato prenatal como “el derecho de la mujer a determinar su fertilidad” (1972).
En resumen, el inventado «derecho al aborto» no es más que la pura y simple pretensión de matar y asesinar, como el «derecho» de matar al propio hijo.
Una verdadera actitud propia de los trogloditas, que no saben que ya las primeras civilizaciones antiguas -sumerias, babilónicas, persas, egipcias, etc. – no sólo reconoció el origen divino del ser humano como creación de los dioses, sino que también reconoció en los niños la bendición divina por excelencia de todo ser humano.
En el caso del filósofo greco-macedonio Aristóteles, los niños eran la forma en que el ser humano -varón y mujer- superaba la muerte, no como individuo sino como especie. No es sólo el cristianismo el que postula al hombre como fruto de la creación divina, sino que fue la sabiduría milenaria de los pueblos de la antigüedad la que reafirmó solemnemente el carácter de los hijos como bendición divina para sus antepasados, convicción también sancionada por las Sagradas Escrituras: «Herencia del Señor son los hijos, recompensa del fruto del vientre» (Sal 126,3).
En una extraña y esquizofrénica alianza, tanto la depredadora plutocracia financiera angloamericana como el progresismo socialdemócrata ateo y laicista -progenie degradada de la filosofía materialista marxista y totalitaria y supuesto enemigo de la primera- no sólo rechazan y repudian la esencia divina de la ser humano, pero en el caso de los nonatos han intensificado su deseo de matarlos: no sólo postulan el «derecho» a eliminarlos sin razón en las primeras catorce semanas, sino que también han iniciado el «derecho» a matarlos hasta las 24 semanas de gestación, y en el colmo de su odio visceral postulan el “derecho” a matarlos hasta el momento previo a su nacimiento o directamente a dejarlos morir en sus primeros 28 días de existencia fuera del útero materno.
Lo paradójico es que la reivindicación del “aborto como derecho” ha impuesto -más allá de todas las normas legales y constitucionales, nacionales e internacionales- que los niños por nacer son el único grupo humano en el mundo que tiene “derecho” a sufrir la pena de muerte. , sin haber cometido ningún delito y sin que nadie los defienda legalmente.
Cada vez es más evidente que la sociedad posmoderna y el Nuevo Orden Internacional liderado por los “amos del Universo”, los promotores del Imperialismo Monetario Internacional, basan su existencia y su razón de ser en un extraño y diabólico pacto a favor del genocidio prenatal, que al igual que la Humanidad nos traslada a los tiempos más tenebrosos y tenebrosos de la Era Troglodita.
Por eso, ante la barbarie demoníaca y antihumana del holocausto demográfico prenatal, millones de seres humanos se levantan y enfrentan y combaten a los mercaderes de la muerte y sus agentes mercenarios, para defender a los seres humanos más inocentes e indefensos de todos. , sin los recursos materiales que tienen los viles criminales sembradores de asesinatos, pero con la firme decisión de defender y salvaguardar a quienes son la bendición divina por excelencia que Dios derrama sobre el mundo, con fe en el Todopoderoso y con Verdad y Amor en el corazón, para hacer frente a ese poder diabólico que odia la Creación divina y trata de destruirla, porque es incapaz de vencer a Dios.
José Arturo Quarracino.