A diferencia de otros tiempos, cuando el sistema hegemónico del antiguo régimen era monolítico y mantenía a grupos de poder alineados, la promoción del voto resultaba inútil y sin posibilidades reales para la edificación de la democracia. La alternancia y apertura, además del desmoronamiento de esa hegemonía, abrió las posibilidades para hacer posible un voto efectivo, real y que contase en las urnas.
No obstante, la perpetuación de las antiguas mañas y delitos parece no extinguirse en el sistema democrático mexicano; sin duda, se ha avanzado, pero el poder absoluto corrompe absolutamente. A quince días del proceso electoral, hay ciudadanía, un gran e importante sector de la sociedad que empuja a cuidar de las instituciones y de los mecanismos para la elección de los representantes populares ante sofisticadas y descaradas conductas que, no en pocas ocasiones, son respaldadas por otro poder que emerge sin control, el del crimen organizado que amenaza con influir en los resultados electorales de particulares regiones asoladas por la violencia y el crimen.
Este clima no pasa desapercibido por la mayoría de los obispos de México quienes han asumido un notable protagonismo y activismo en este proceso electoral. A diferencia de otros tiempos cuando el poder los amagaba con sanciones y amonestaciones por opiniones políticas, en el actual sexenio la Iglesia sufre en carne propia los amagos, amenazas, dolor, incertidumbres, colusiones, corrupción e impunidad.
Un movimiento inédito se ha dado en este proceso, la Iglesia ha sentado a la mesa a candidatos federales y locales para firmar el así llamado Compromiso por la paz, documento con una serie de acciones que les comprometen, en caso de llegar al poder público, a ser implementadas para construir artesanalmente la paz, un bien que, como el agua en estos momentos de sequía, es un bien de gran valor.
Sin embargo, los obispos advierten de la manipulación, el miedo y la confusión como herramientas políticas para que muchos dejen de decidir de forma libre, responsable e informada. A pesar de su importante activismo en redes sociales, los obispos de México quieren ir más allá… usando los antiguos, pero siempre efectivos métodos… información impresa para los miles de fieles quienes, desde este domingo de Pentecostés, estarán poniendo en manos de Dios la paz y certidumbre del proceso electoral.
Según se ha confirmado desde la misma secretaría general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, los obispos han preparado miles de folletos para invitar a emitir el voto. Un recurso que puede llegar especialmente a los grupos o sectores sociales que no usan los recursos electrónicos. En cinco puntos, el material de la Conferencia del Episcopado Mexicano recuerda al potencial electorado lo que debe tener en cuenta al emitir su sufragio: Pensar el voto, el bien para todos, elección de verdaderos representantes populares, voto libre y sin condiciones además del voto masivo el 2 de junio.
No es desconocido, hay sectores del Episcopado Mexicano preocupados y en franco descontento con el actual estado de cosas y un gobierno fallido que tiende a tornarse hacia el autoritarismo. Para la Iglesia en México, conforme a la doctrina social cristiana, es salir a votar por una opción que dé un cambio radical y corrija el rumbo antes de que sea demasiado tarde. Pequeños grupos católicos insatisfechos podrán girar hacia el desperdicio del voto, pero la realidad es otra. Solo habrá una de dos opciones: Votar por la muerte de la democracia o corregir el rumbo que se está extraviando… antes de que sea demasiado tarde.
