“Los obispos belgas bendecimos a las parejas homosexuales con el visto bueno del Papa”

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* Clamorosas declaraciones del arzobispo de Amberes, monseñor Johan Bonny, en el Sínodo alemán: después de la Amoris Laetitia, en todas las diócesis belgas es normal bendecir a las parejas irregulares, y el papa Francisco habría aprobado la opción durante su visita ad limina del pasado noviembre: “Basta con que todos estéis de acuerdo”.

* Palabras muy graves, que exigen una explicación inmediata por parte de Roma.

En Bélgica, los obispos están todos de acuerdo en aprobar la bendición de parejas del mismo sexo y de otras parejas “irregulares”. También existe un ritual, y se dice que el Papa aprobó todo en noviembre pasado durante la visita ad limina. Estas son las explosivas declaraciones del arzobispo de Amberes, monseñor Johan Bonny en la asamblea del Sínodo alemán que pueden escucharse ( aquí a partir del minuto 06:08:46) dentro del vídeo completo de la V Asamblea del Sínodo alemán.

En una jornada repleta de intervenciones de un minuto y medio cada una, Bonny pudo beneficiarse de nada menos que ocho minutos, para contar cómo los obispos belgas han introducido oficialmente en sus diócesis las bendiciones de las parejas irregulares (hemos hablado de esto aquí and aquí)), desafiando el Responsum que la Congregación para la Doctrina de la Fe había publicado el año anterior con la aprobación del Papa.

Un ambiente verdaderamente surrealista, el de la Asamblea, con discursos de todo tipo: desde las reflexiones más teológicas hasta peticiones de psicólogos para que se apruebe la bendición de parejas homosexuales para evitar cargar en la conciencia con futuros suicidios de personas decepcionadas por el rechazo de la Iglesia; hasta una joven que se puso a leer las cartas recibidas de no se sabe quién que piden a la Asamblea que cambie la Iglesia. Un teatro del absurdo que culminó con la increíble “celebración eucarística” (a partir del minuto 2:58:27): luces tenues, música blues estilo piano bar, cantante que “mueve las caderas” y en lugar del Salmo Responsorial o de la Aclamación al Evangelio (¡difícil interpretar esta creatividad litúrgica!) se aventura a cantar “ah, eh, dududu”. Sacerdote con túnica y estola, rigurosamente sin misal, que en parte ojea un folleto, en parte habla de memoria, añadiendo y quitando “ad libitum”, inventándose la “Plegaria Eucarística”; asamblea apiñada en sillas, con sus notas del sínodo, ordenadores portátiles y botellas de agua delante. Ver para creer.

El arzobispo Bonny explica que los obispos belgas, tras leer y meditar durante dos días la Exhortación postsinodal Amoris Laetitia, elaboraron un breve texto de dos páginas y media, con solo cuatro párrafos, en el que se recogen dos puntos fundamentales: una pastoral estable de las personas queer (éste es el término utilizado por Bonny, pero por el contexto se entiende que se refiere a todas las orientaciones LGBTQ), con la designación de un responsable por cada diócesis, y un grupo interdiocesano estable; y en segundo lugar, la bendición de todas las parejas irregulares.

El primer párrafo, explica el arzobispo, apunta a los dos textos en los que se basan estas dos decisiones, a saber, los párrafos 297 y 303 de Amoris Laetitia. Ambos pertenecen al capítulo octavo, el decididamente más problemático y discutido de la Exhortación. El primero, el 297, es la exhortación del Papa a “integrar a todos”, a “ayudar a cada persona a encontrar su propio modo de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia ‘inmerecida, incondicional y gratuita’”.

El párrafo no se refiere “sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren”. Este texto, “sobre el modo de tratar las diversas situaciones llamadas ‘irregulares’”, concluye, de forma muy vaga, la necesidad de “revelarles la pedagogía divina de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la plenitud del plan de Dios en ellos”.

El segundo párrafo, el nº 303, es el famoso pasaje sobre la implicación de la conciencia en la pastoral de la Iglesia; en efecto, la conciencia puede “reconocer con sinceridad y honestidad cuál es por el momento la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta certeza moral que ésa es la donación que Dios mismo pide en medio de la complejidad concreta de las limitaciones, aunque no sea todavía plenamente el ideal objetivo”.

En la aplicación que hacen los obispos belgas, una relación sexual desordenada y objetivamente pecaminosa puede convertirse así en lo máximo que se puede ofrecer a Dios en un momento dado, y la Iglesia, por su parte, no sólo debe respetar este erróneo discernimiento de conciencia, sino que debe integrarlo todo incondicionalmente. En esta lógica, la bendición de las parejas irregulares se transforma mágicamente de bendición de una relación desordenada a bendición de ese “bien” imperfecto que en ese momento constituye la concreta “respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios”.

Estos dos puntos de AL –tengámoslo en cuenta- sirvieron de apoyo a la apertura a las bendiciones de las parejas homosexuales, afirmada en el cuarto párrafo del documento de los obispos belgas. El texto fue aprobado por todos los obispos belgas, aunque posteriormente los obispos francófonos han querido presentar cada uno su propio documento, pero con el mismo contenido. Según el relato de Bonny, el texto se elaboró en discusión con la Santa Sede; pero al final “publicamos el texto y luego solo hubo silencio”. Un estruendo de aplausos de los presentes acompañó las palabras del arzobispo de Amberes.

El texto, aceptado por unanimidad, se presentó en Roma durante la visita ad limina del pasado mes de noviembre, una semana después de la de los obispos alemanes. Así relataba Bonny aquel encuentro con las autoridades romanas: “Todos dijeron –y esto es lo importante-: ‘es vuestra Conferencia Episcopal, es vuestra decisión’. El Papa no dijo ni sí ni no. ‘Es vuestra decisión’”.

Los obispos habían decidido también presentar un esquema para llevar a cabo estas bendiciones; no un ritual propiamente dicho, sino un esquema, que luego se podría personalizar en cada diócesis; tras un par de años de experimentos litúrgicos, los obispos acordaron que se elegirían los mejores textos para poder tener luego un ritual común. El obispo de Amberes añadió: “También hablamos de esto con el Papa, que nos dijo: ‘es vuestra decisión, lo comprendo’. Lo importante para él era continuar con sabiduría y permanecer unidos. Dos veces preguntó: ‘¿Estáis todos de acuerdo? ¿Camináis juntos?’. Y le hemos dicho que sí”.

Las declaraciones del arzobispo Bonny no se refieren a una supuesta conversación privada con el Papa, como a las que nos tenía acostumbrados Eugenio Scalfari. Son declaraciones hechas en presencia de todos los obispos de Bélgica, durante una importante y oficial visita ad limina. Y son declaraciones de enorme gravedad que revelan el apoyo del Papa a una verdadera herejía. Además, monseñor Bonny subraya que no se las dijo a él, sino a toda la Asamblea sinodal de la Iglesia en Alemania, palabras que no son reconstrucciones de periodistas, sino las que realmente pronunció, y que todo el mundo puede oír. Palabras que, además, indican una interpretación claramente heterodoxa de una Exhortación Apostólica más que ambigua y sobre la que el Papa Francisco nunca ha querido dar una respuesta clara.

Es evidente, por tanto, que nos encontramos ante una situación explosiva y trágica que requiere una inmediata y pronta aclaración por parte de la Santa Sede. Porque no se puede hacer oídos sordos a un Papa que quita a los obispos la potestad de decidir si en una parroquia se puede celebrar una Misa en Rito Antiguo, pero que concede a los mismos obispos la potestad de realizar actos heréticos y blasfemos. Aunque lo hagan con sabiduría y permanezcan unidos.

Por Andrea Zambrano.

Ciudad del Vaticano.

Miércoles 22 de marzo de 2023.

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