Los musulmanes queman iglesias o las usan de comedor.

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Los musulmanes, muchos de ellos sin hogar, se reunieron el 16 de abril en el claustro gótico de la iglesia de Santa Anna, en el centro de Barcelona, para su Iftar, la cena que rompe el ayuno diario al atardecer durante el Ramadán, el mes de ayuno islámico.
Esta comida suele celebrarse en una mezquita, de las que hay al menos ocho en un kilómetro a la redonda de Santa Anna. Según los medios de comunicación, estas mezquitas no disponen de espacios al aire libre donde se pueda celebrar un Iftar conforme a lo establecido por el Covid.
La idea de utilizar la parroquia para el Iftar fue de Faouzia Chati Badou, presidenta de la sección de Barcelona de la Asociación de Mujeres Marroquíes. Ella es también la cocinera que prepara la Harira, la sopa tradicional marroquí de carne, garbanzos y lentejas. La reunión incluye una oración musulmana.
La parroquia de Santa Anna ya sirve 220 comidas diarias a personas sin hogar procedentes de África que son una consecuencia de la inmigración masiva de la que el párroco, el padre Peio Sánchez, conocido activista de izquierdas, es un firme defensor. Por ello, cuenta con el apoyo del dinero y los medios de comunicación de los oligarcas.
La mitad de sus doce colaboradores que viven en la parroquia, son musulmanes. En mayo de 2020, Sánchez dijo a ReligionDigital.org que quienes luchan contra las prohibiciones de la misa por culpa del Covid sufren de un «espiritualismo autoconsolador que tiene más que ver con una espiritualidad individualista que con el cristianismo».
Primero, ellos siguen quemando nuestras Iglesias y ahora se les permite usarlas para sus prácticas religiosas anticristianas. Ese cura es una vergüenza.
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