«Los mexicanos miramos muy alto, al cielo», Arzobispo de Monterrey celebra festividad de la Virgen de Guadalupe

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

En la celebración eucarística de medianoche por la festividad de la Virgen de Guadalupe, el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, acompaño a los cientos de fieles que ocuparon al máximo la Basílica de Guadalupe de la arquidiócesis regiomontana en una celebración cargada de símbolos, manifestaciones de alegría y ofrendas presentadas por los matlachines, danzantes del Estado de Nuevo León.

Ante el secretario de Gobierno y director de asuntos religiosos que representaron el gobernador del Estado de Nuevo León, el arzobispo Cabrera López dirigió una significativa homilía en la que destacó que las festividades de la Iglesia que tienen una vigilia previa son un “privilegio, la vigilia es estar despiertos y en oración obedeciendo las palabras de Cristo, ‘Estén despiertos y hagan oración…”

Así destacó que México tiene este privilegio de la vigilia a Santa María de Guadalupe en las primeras horas del 12 de diciembre, en una noche de oraciones de afecto, “nos sentimos amados y retornamos a la Virgen María, Nuestro amor…”

Cabrera resaltó a Juan Diego, el santo vidente de Guadalupe, destacando que los encuentros entre el macehual y la Señora del cielo fueron “como reproduciendo el pasaje del Evangelio” en la que la Madre de Cristo se encontró con su prima Isabel y la creatura saltó de gozo en su seno al escuchar el saludo de María. “En el Tepeyac ocurrió un encuentro entre hijo y mamá. San Juan Diego tuvo el privilegio de verla en su belleza y escucharla en su ternura” y, en nuestro tiempo, “nosotros somos hermanos de san Juan Diego porque la palabra dicha a él es para nosotros”.

El arzobispo de Monterrey también destacó que las apariciones fueron un encuentro de relación que nunca se da en aspectos particulares ni individuales, “los vemos de manera conjunta a la Virgen y a san Juan Diego, nunca aparecen solos” y es también la forma en la Cristo acompaña esa relación. De alguna forma, señaló, todo cambió, para san Juan Diego y para México.

Cabrera puso acento en los problemas sociales y personales. El encuentro entre María y san Juan Diego da una esperanza para el futuro y el cariño de María abre la certeza de la esperanza. Señaló que el pueblo de México se distingue de otros del mundo por su alegría. “¿Cómo están alegres entre tanta violencia, pobreza y dificultades? Es que se siente amados…” teniendo como causa de esa alegría, la presencia de la imagen de María. “Ahí está el origen de nuestra alegría, de nuestro amor y de nuestra esperanza. El que se siente amado, siempre espera. El que no, se amarga y no mira a futuro. Nosotros siempre podemos comenzar de nuevo, siempre apostamos a un mundo mejor…”

Así, la presencia de María de Guadalupe hace que los mexicanos “miremos muy alto, al cielo, porque los mexicanos trascendemos, miramos lo trascendente, no nos olvidamos de Dios y Dios no se olvida de nosotros. Esa es la fe, la seguridad de que Dios nos ama, la seguridad de que Dios tiene para nosotros, una promesa de eternidad. La Virgen María siempre apunta al cielo y hoy miramos la tierra, pero miramos el cielo… Cada eucaristía es profecía, este banquete eucarístico es imagen del banquete celestial, del banquete de los cielos. Ustedes y yo creemos en Cristo que ha muerto y está resucitado, que vive para siempre, que la Virgen está continuamente en el cielo con su Hijo y hacia allá apuntamos nosotros…”.

Rogelio Cabrera hizo referencia al Papa Benedicto XVI en la visita que hizo a León, Guanajuato, una década atrás, en marzo de 2012 cuando dijo: “El mal no tiene la última razón, la razón última la tiene el amor, la tiene Cristo. Nuestra Señora de Guadalupe participa de esta última razón”.

Cabrera López también recordó a los asistentes el inicio de la novena intercontinental que se prolongará hasta el 2031. Señaló que el Papa Francisco transmitirá un mensaje del tiempo que será propicio para la conversión y de evangelización animando a los fieles a prepararse en este camino, “apuntamos al 2031, 500 años, e inmediatamente después, 2033, dos mil años de la redención”.

La misa de la vigilia en la festividad de santa María de Guadalupe también tuvo motivos especiales ya que la imagen que preside la Basílica de Monterrey de la colonia Independencia fue restaurada. Este 2022, la arquidiócesis de Monterrey celebró el centenario en el que fue pintada por el artista mexicano Rafael Aguirre por iniciativa del siervo de Dios, padre Raymundo Jardón. Actualmente, se espera la colocación de 75 rosas que representan igual número de parroquias que ayudaron en la restauración de la imagen de la Guadalupana que adorna la Basílica regiomontana.

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