Quería dedicar un artículo al cardenal Robert Sarah; mejor dicho, a la postura que, como muchos, ha tomado el purpurado africano. ¿Y a qué postura me refiero? A esa que consiste en reaccionar ante algo que hace o dice el Pontífice ―sobre todo desde que Bergoglio se convirtió en Francisco―, que se salga de la Tradición, la ortodoxia, o que, contradiga la postura de los dos últimos pontificados, haciendo malabares para aparentar que hace o dice algo que está en total consonancia con ellos.
Un ejemplo lo tenemos con la última entrevista que publicamos del cardenal guineano: “Su objetivo [el de Francisco] no es en absoluto abolir la antigua liturgia. Es consciente de que muchos jóvenes y familias están íntimamente ligados a ella. Y está atento a este instinto de fe que se expresa en el pueblo de Dios (…) El papa ha pedido que este texto se aplique con flexibilidad y sentido paternal», dijo Sarah.
Esto lo dice después de que el Papa Francisco, el 16 de julio de 2021, se cargara la liberalización de la Misa Tradicional, la misa anterior a las reformas posconciliares ―hecha por Benedicto XVI con el Motu proprio Summorum Pontificum―, con Traditionis Custodes, que volvía a poner trabas a la Misa anterior a 1969, considerándola, prácticamente, una especie de capricho para unos pobres nostálgicos.
El caso es que Sarah, el 8 de julio, pocos días antes de que el Vaticano publicara las medidas de Francisco, dijo que el pontificado de Benedicto XVI pasaría a la historia por Summorum Pontificum, “el Papa de la paz litúrgica”, lo que días después se cargaría el Papa argentino; pero es que, es más, en una entrevista en 2019, cuando era prefecto de Liturgia del Vaticano, el cardenal se preguntó en una entrevista: “¿No es cierto que prohibir o suspender la forma extraordinaria solo puede estar inspirado por el demonio que desea nuestra asfixia y muerte espiritual?”.
El Papa Francisco no ha prohibido la Misa Tradicional, pero es un hecho que no es un entusiasta de este rito y que, de hecho, lo ha limitado bastante con su reciente motu proprio; por eso, e cardenal Sarah, no puede defender la postura del Papa como, en mi opinión, ha hecho en la entrevista.
Puedes estar a favor de Summorum Pontificum o de Traditionis Custodes, pero de las dos a la vez, no. Y esto que le pasa al cardenal Sarah, les pasa a muchos católicos: parece que no se puede opinar distinto al Papa. Pero es que el Papa es Benedicto y Francisco; Juan Pablo y Pío; León y Pedro; es decir, tiene tanta autoridad Francisco como cualquier otro Papa que haya existido ―266, de hecho―, y esa autoridad se la da la Iglesia, Cristo.
Chesterton decía que cuando entrabas en la Iglesia, te quitabas el sombrero, no la cabeza. No nos quitemos el sombrero, eminencia; y si te gustaba tanto Summorum Pontificum, es imposible que te guste Traditionis Custodes, y no pasa nada por decirlo; nada. Pero hacer malabares para que el Papa parezca que dice lo que no dice, y diga lo que yo quiero que diga… no. Se puede disentir, creo yo. No somos una secta.
Por Fernando Beltrán.
Infovaticana.