¡ Nuestros hijos mueren en su cuarto….!

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* Antes los hijos podían morir en una excursión, en los accidentes escolares de auto, por una tragedia en las vacaciones en la playa…

¡Hoy nuestros hijos han muerto sin salir de casa, en su habitación, mientras ellos pasan horas y horas corrompiéndose en el celular que nosotros mismos les compramos!

En el pasado, cuando los hijos jugaban en los patios oíamos sus voces, escuchábamos sus charlas, sus fantasías, y al oírlos y al estar pendientes de ellos, aunque fuera aparentemente a la distancia, sabíamos lo que pasaba en sus mentes.

Cuando entraban en casa no existía una TV en cada habitación, ni dispositivos electrónicos en sus manos.

Hoy no escuchamos sus voces, no oímos sus pensamientos.


Los chicos están allí, dentro de sus habitaciones, de sus celulares, de sus mundos, y por eso pensamos que están seguros.


¡Cuánta ingenuidad la nuestra!

Mientras nosotros los tenemos en casa pensando que están seguros, ellos están consumiendo toda la porquería y perversión que se promueve en internet y en redes sociales; sitios LGBT de supuesta ayuda emocional, pornografía literaria y explícita, inducción al suicidio, promoción de grupos musicales que promueven desde el satanismo y la brujería hasta la bisexualidad, los tatuajes, el aborto asistido, la cultura narcobuchona, la promiscuidad, el odio a la Iglesia Católica y la degeneración moral en todas sus formas.

Muchos padres podemos vivir esto sin darnos cuenta, pero hay indicios; nuestros hijos se van alejando de Dios y de la Iglesia, comienzan a tener ataques de ansiedad, de irá, se llenan de odio hacia si mismos y hacia los padres, comienzan a hacerse daño físicamente, pierden su alegría y su belleza.

Ahora nuestros hijos se quedan con sus auriculares (audífonos), encerrados en sus mundos, engañando a sus padres haciéndoles creer que estudian o hacen tareas, perdiendo literalmente la vida, no sólo la del cuerpo, sino también perdiendo la posibilidad de salvación, aún vivos en cuerpos, pero muertos en sus relaciones con sus padres, encerrados en un mundo de tecnología que en nada contribuye a la formación de niños seguros y fuertes para tomar decisiones moralmente correctas y de acuerdo con los valores familiares.

Dentro de sus habitaciones y encerrados en ciberespacios de podredumbre, perdemos
a nuestros hijos con las drogas, las conversaciones con malos amigos
, las conversaciones con desconocidos, idealizando formas y modelos de vida diseñados para destruirlos, consumiendo pornografía, sumergiendose en cultura Army de los BTS, envenenándose con la teoría de Kim, viendo series que los deshumanizan, inmersos en un mundo de fantasía.

Muchos que hoy lamentan la muerte de sus hijos los perdieron sin darse cuenta de que sus menores veian tutoriales para hacerse cortes y después irlos llevando hasta quitarse la vida. Muchos otros, no se quitan la vida físicamente pero son despojados de sus principios morales, alejados de quienes realmente pueden ayudarlos. Muertos de su identidad familiar.

Muchos de nuestros hijos, se convierten en una mezcla de todo aquello por lo que han sido influenciados y los padres no siempre saben lo que sus hijos son o en lo que se están convirtiendo. Ya cuando los padres lo saben, sus hijos están en manos del infierno y se sienten hasta orgullosos de ello, es el hijo que ahora se proclama ateo, homosexual o bisexual o que, hasta está dispuesto a delinquir o hacer lo que sea con tal de para conseguir dinero.

Cuando este proceso se da, el hijo (a) se conduce como enemigo de los padres, los chantajea, se victimiza y convierte la vida familiar en un verdadero infierno para él y para los demás. El hijo ya destruido, será presa fácil de lobos rapaces que aprovecharán su distanciamiento familiar y sobre todo, su lejanía de Dios.

Saca a tu hijo de la habitación, de la tableta, del celular, de la computadora, del auricular (los audífonos) te invito a comprar juegos de mesa, tableros y tener hijos en la sala, a tu lado por lo menos 2 días establecidos en tu habitación.

Juega, diviértete con ellos, ve junto con ellos películas de fe y espiritualidad y comentenlas en casa, escucha sus voces, sus palabras, sus risas.

Plática con ellos y mantente firme al momento de educarlos, sé cercano y no creas que las niñeras digitales harán el trabajo mejor que tú.

Hoy nuestros hijos, nos están hablando en su mundo, encerrados, en sus silencios, y en muchos casos, sin darse cuenta, las familias viven con muertos en casa sin saberlo.

¡No seas cómplice de la muerte de tus hijos!


Por Lic. Mario Gallardo Mendiolea

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